Ya hacía más de tres semanas que lo veía a diario, era común que juntos comentaran las noticias de la ciudad, jugaran brist, tomaran el té en la tarde, y que incluso él leyera algún libro mientras ella tocaba el piano, siempre claro, acompañados por alguien, lo que hacía que a pesar de estar siempre juntos, no pudieran conocerse más el uno al otro.
Una noche, mientras ella tocaba el piano, sus padres jugaban cartas e Ian corría las hojas de la partitura Christine hablaron de un tema que hace tiempo quería tocar.
- ¿Cuándo iremos a Londres, padre? –Notó como Ian la miró de inmediato con seriedad
- ¿Londres? ¿Por qué Londres? –le preguntó su papá realmente curioso
- Quiero conocer otro ambiente al del campo
- Creo que el campo es mucho más tranquilo y sereno –añadió Ian- No creo que necesite de Londres, Christine
- Lo dice alguien que ha vivido mucho tiempo ahí, marqués –le dijo sonriendo-
- Exactamente –al ver que su hija hablaba con Ian, no le prestó más atención-
- Me gustaría decidir por mí misma si Londres me agrada o no -respondió Christine mirando las teclas del piano
- Sin duda Londres tendrá muchos más bailes, conciertos y teatros, no creo que sea algo que le agrade demasiado –Ella lo miró curiosa
- Probablemente, pero me gustaría comprobarlo por mí misma. Además no es que vayamos a viajar juntos –dijo con algo de malicia, sólo para molestarlo
- Sabe muy bien que si va a Londres, iré atrás de usted Christine –ella sonrió con tristeza, era demasiado obvio que Ian Cavendish le pediría matrimonio, situación de la que claramente su papá estaba al tanto y que obviamente aprobaba. Que él la visitara a diario y le dijera comentarios como el que acababa de decir no hacía más que comprobarlo
- Entonces obligatoriamente tendrá que acompañarme a sufrir el martirio de bailes, conciertos y teatros –Ian vio como ella trataba de decir eso bromeando, pero sólo él sabía lo cierto de aquello
- Por supuesto que lo haré, seré su pareja en cada una de sus salidas. Y la seguiré visitando como hasta ahora.
Cuatro semanas después...
Exactamente un mes después de conocerse su padre la citó a su despacho, ahí estaban él y su madre, quien apenas la miraba.
- Aquí estás hija mía –miró extrañada a su padre, no era habitual que la tratara así- te he citado aquí porque ya es tiempo que estés enterada sobre tu futuro –Christine respiró con tranquilidad, ya se imaginaba muy bien qué era lo que su padre le iba a decir-
- Dime papá
- Desde hace algún tiempo te he dicho que tenía pensado para ti a un muy buen partido –él hombre hizo una pausa- te imaginarás que por supuesto me refería al heredero de mi gran amigo, Ian, con quien apenas naciste, hice un trato para unirlos en matrimonio cuando tuvieras dieciocho años –Ella sabía que su padre deseaba que se casara con Ian, pero que aquello estuviera pactado desde su nacimiento la dejó sin palabras, no era más que un simple objeto para su padre- con la unión de ustedes habrán mucho beneficios tanto para el marquesado de Kent como para el marquesado de Layes –el hombre miró a su hija largo rato, parecía que esperaba que dijera algo- ¿Y bien...? –ella le dirigió una mirada fría y tranquila a ese hombre que se hacía llamar su padre
- ¿Acaso tengo otra opción? No sé qué quiere que diga, padre
- Bien –dijo satisfecho- no hay nada más que decir entonces, sólo debemos esperar a que el marqués de Kent haga su petición formal –su papá salió de la biblioteca y todo su cuerpo se desvaneció en el sillón, miró a su mamá con tristeza
- ¿Usted también lo sabía?
- Sí, Christine –su mamá la miró apenada- este acuerdo te ha salvado de tantos matrimonios –su hija la miró confundida
- ¿Qué quiere decir?
- Una infinidad de hombres le han pedido tu mano a tu padre, Christine. Muy ricos, sí, pero que no te merecen, hija, algunos incluso mayores que yo, mayores que tu papá –agregó escandalizada. Christine sorprendida escondió su cara entre sus manos- este acuerdo con el marqués de Kent ha hecho que tu padre se niegue, mal que mal, económicamente hablando es la unión que más le conviene
- Un simple acuerdo comercial –dijo sin ganas
- Lamentablemente sí
- ¿Y qué espera el marqués de Kent? viene aquí todos los días pero nunca me ha hecho una proposición de matrimonio, como si estuviera esperando que me enamore de él –exclamó exasperada-
- Vamos Christine, él solo quiere conocerte. No quiere que de un día para otro te encuentres comprometida con él, sin siquiera conocerlo
- Eso es lo que pasó mamá, desde que llegó aquí en navidad. Desde el primer momento que llegó aquí supe cuál era la razón
- Debe ser difícil también para él, cumplir un acuerdo que su padre pactó cuando era un niño de diez años. Él, un hombre soltero, sin ningún tipo de compromisos, de pronto se encuentra con que debe casarse con una joven que apenas conoce –Christine guardó silencio por un momento. Sí, su mamá tenía razón. Los dos eran víctimas de unos padres que no les importaba nada lo que sus hijos quisieran- Probablemente él está esperando que se conozcan mejor, y pedirte matrimonio. Me gusta él para ti, Christine. Es un hombre bueno, cualquier otro habría buscado casarse de inmediato, él quiere darse el tiempo, quiere darte tiempo a ti también.
- ¿Pero qué habría pasado si yo estuviera enamorada de otro? –a su madre casi se le desorbitan los ojos
- ¿Estás enamorada de otro? ¿del vizconde de York? –Christine sonrió con resignación
- No, mamá. Lo encuentro amable y caballeroso, y me temo que si hubiera pasado más tiempo... sí, me habría enamorado de él. Pero no. Puedes estar tranquila
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Soy la esposa, soy la otra
Romance- Cuenta la perspectiva de Christine de la novela "El Amor de una Lady" - Christine Kensington a sus 18 años es obligada por sus padres a casarse con un hombre al cual apenas conoce, él ha sido amable y cuando piensa que todo en su matrimonio va bi...