8. Felicidad antes de la tormenta

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Ian y Christine llevaban semanas durmiendo juntos, desde el día en que habían consumado su matrimonio. Ya en Devonshire, Christine miraba la noche del campo inquieta, ¿sería verdad lo que Bianca le había dicho? No, Ian sólo tenía ojos para ella, de hecho lo había comprobado unos minutos antes, apenas había saludado a Almerind, y al instante se había acercado a ella.

- ¿Sabías que Lady Almerind Hastings estaría aquí? –preguntó Christine a Ian mientras se quitaba los adornos del cabello y los dejaba suavemente en el tocador. Él siguió desvistiéndose

- No, no lo sabía ¿por qué preguntas? –requirió al tiempo que se acercaba a ella y comenzaba a desabrocharle los botones del vestido

- Por nada, es que me sorprendió –dijo con sinceridad

- ¿Ya no son amigas? –aventuró él, se sentía un cínico hablando de la amistad entre su esposa y su amante

- No es eso, sólo me sorprendió –dijo cortante

- ¿Estás enojada por algo? –él se puso frente a ella para mirarla, se veía contrariada

- No –exclamó alejándose de su mirada y caminando hacia el otro extremo de la habitación, él la siguió- no sé qué me pasa, creo que estoy muy cansada, perdóname –dijo con una sonrisa que lo convenció de perdonarle todo. Y la besó.

- ¿Podría ser que estos cambios de ánimo se deban a que hay una personita creciendo aquí? –preguntó él acariciándole el abdomen

- ¿Tú crees? –le preguntó ella sonriendo al tiempo que ponía sus manos sobre las de él, que seguían acariciándola y abrazándola

- Espero que así sea, Christine –de pronto ella dejó de sonreír y él percibió el cambio en ella.

- Si estoy embarazada se estaría cumpliendo el acuerdo que hicieron nuestros padres –Ian cambió su posición para quedar frente a ella

- Christine, sé que la forma en que nos conocimos y nuestro matrimonio no se llevó a cabo de la forma más romántica, pero por favor –le dijo obligándola a mirarlo- quiero que olvides ese acuerdo. Si estás embarazada estaré dichosamente feliz, y no lo estaré porque me estás dando al heredero de Kent, estaré feliz porque será el fruto de nuest... nuestra unión, un hijo... o hija –dijo sonriendo- de ambos

- Un hijo de ambos –repitió Christine sonriendo- un hijo tuyo y mío –ambos se quedaron pensando en lo extraño pero increíblemente bello que sonaba eso- pero no creo que aún esté embarazada, he averiguado... y puede que sea muy pronto, no llevamos mucho tiempo desde que... tú sabes

- No tanto tiempo, pero que estés embarazada es perfectamente posible –él la besó- y creo que tenemos que seguir intentándolo –resolvió con seguridad él al tiempo que le besaba el cuello

- Estoy a medio vestir –le dijo ella susurrándole entre besos. Y sin soltarla continuó en su tarea.

- Como si eso me ha importado alguna vez –ella rió

Despertó al sentir que Ian la cubría con las sábanas.

- Despertaste... -murmuró él al tiempo que terminaba de cubrirla, ella sólo lo miró, verlo ahí despeinado, mirándola con aquellos ojos azules

- Gracias, Ian

- ¿Por qué?

- Por hacer real nuestro matrimonio–Christine se acercó a él recostándose sobre su pecho

- Nuestro matrimonio es real –él besó su cabello y la abrazó con fuerza. Sí, su matrimonio se había vuelto muy real, más de lo que alguna vez se había llegado siquiera a cruzar por su mente

Soy la esposa, soy la otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora