poeta ;

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"Listo, lo de diario Briggitte" Karime le entregó a su paloma mensajera su nueva misión la cual y como es de esperarse hizo una entrega exitosa.
Gala comenzaba a ir cada día un poco más arreglada que otras veces, la charla que tuvieron el otro día  la hizo recordar que en realidad Gala solo viene a estudiar aquí, no tiene sentido que se esfuerce por verse linda a menos que se haya enamorado o estuviera en una cita.

"Quisiera ser ardilla para comerte, bellota" Gala sonreía como boba, amaba los piropos que le llegaban, sin duda el de hace unos días le hizo falta.

La misma rutina de Karime huyendo de la escena después de matar a Gala con tal piropo, pero se olvidó de un detalle; Gala ya conocía a Karime, ya no podía pasar desapercibida frente a ella.
Asi fue como Karime salió y pasó frente la mesa de Gala la cual notó su presencia, tenía un reclamo pendiente.

"Karime, ¿acaso no querías pasarme tu número?" Paró en seco, reconoció su voz y sintió un hormigueo en su estómago, su cuerpo giró buscando a la contraria la cual tomaba de la bebida que cierta persona le regalo.

"¿Porqué lo dices?" Karime no entendía el reclamo pero haría lo que sea para recompensar a la mujersota que le gusta.
Se encaminó hasta la mesa ajena sin tomar asiento, solo se paró frente a ella.

"El otro día te iba a mandar mensaje pero me quedé con las ganas ya que cierta señorita no lo escribió completo" La cara de Karime era una obra de arte, sentía vergüenza ante tal encaramiento.

"¿Te puse nerviosa ese día?" Karime simplemente negó, mintió descaradamente, evidentemente la puso nerviosa. Busco en su maletín su libreta de notas donde escribió nuevamente su número sin fallas.

"Aveces me distraigo mucho..." Finalmente rompió el pedazo de papel y se lo entregó a la menor para después sonreír ampliamente.

"Hasta luego, guapa" Karime se giró y continuó con su camino tratando de disimular que su corazón iba a estallar de tanto bombear sangre. Gala miraba como el cuerpo esbelto de la pelinegra se alejaba, su mirada bajó y se encontró con dos papeles; el número de Karime y el piropo que le entregaron momentos antes. Sus neuronas comenzaron a trabajar rápidamente cuando notó que ambas tenían el mismo tono de color beige y el mismo patrón de cuadro chico, había descubierto a Karime tras veinte días de incógnito y diecinueve piropos, Karime Pindter la empresaria elegante que apenas tenía días de conocer, era su poeta ñera.

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piropos ; garimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora