Siete

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-¿crees que haya algo nuevo?- preguntó Duxo, su cabeza reposaba en el hombro de Aquino, mientras seguía mirando las plantas del exterior, se escuchaba el sonido de la ligera lluvia como un susurro tranquilo –ya que todo cambió... ¿están escondiendo algo? ¿hay alguna sorpresa?–

Aquino lo pensó en silencio unos segundos.

-no creo...

-¿qué crees?

-la verdad no lo sé... simplemente es que creo que esperan que hagamos algo– se encogió de hombros –ya saben que nos cansamos de escapar, porque es imposible... se aburrieron que no hagamos nada y nos ponen algo nuevo para ver qué hacemos al respecto... todo esto es un experimento y somos las ratas–

-¿cómo es que sabes esas cosas?- Duxo se apartó de él lentamente, sus ojos lo miraron con duda, Aquino lo miró y notó que el menor sospechaba de él.

-¿Duxo?–

el menor se apartó, levantándose, retrocedió mientras lo miraba, jugaba con sus dedos con nervios, su ceño estaba fruncido.

Aquino se levantó y sintió su corazón romperse un poco al ver al chico dudando de él.

-¿qué piensas?- murmuró el mayor, en sus ojos había algo de dolor.

-no sé... pero desde el primer día, fuiste muy sospechoso, Aquino... hiciste cosas que no podría pensar, sabes más que yo... ¿qué ocultas?–

Aquino negó.

-yo no sé... yo no sé nada...– dijo, negando, con el pánico creciendo en su interior, al ver cómo el menor se alejaba de él –Duxo... no sé más de lo que tú sabes–

–c-creo que sacas conclusiones muy rápidas... ¿cómo sabes?–

-es sólo un poco de lógica, es sólo pensarlo un poco...– Aquino negaba –n-no es...–

-¿cómo sé que no es mentira?–preguntó Duxo, de forma retórica –¿cómo sé si no estoy encerrado con uno de los malos y nunca podré salir de aquí si te hago caso?–

-¿qué?- Aquino estaba ofendido de ser considerado "de los malos", retrocedió un paso y su espalda tocó el cristal, extrañado porque no lo recordaba tan cerca –debes creerme... Duxo, estoy igual que tú–

-Aquino... hace unos días dijiste que debemos estar aquí por algún motivo- murmuró –¿y-y si... el quiere que nos matemos para que uno sólo pueda salir? ¿y si sólo estás jugando conmigo para darme confianza y luego matarme?–

-¿qué dices, Duxo? no digas esas cosas... no voy a matarte–

-quiero irme- dijo Duxo, lágrimas caían por sus mejillas –y debes comprender... que no tengo a nadie más del quien sospechar– su espalda tocó el cristal, frunció el ceño al ver a Aquino tan cerca, recordaba haberse alejado, miró hacia la caja, las paredes se acercaban y se cerraban, el espacio se estaba reduciendo, las plantas estaban lejos, dejando libre el espacio que antes había ocupado -¿qué... qué pasa? se está cerrando...–

sus manos se intentaron aferrar al vidrio, sin éxito, mientras su respiración se agitaba, sintiendo que cada vez había menos aire.

-Duxo... ¿Duxo?– Aquino se sintió aterrado de verlo así, quiso acercarse pero el grito del menor lo hizo mantenerse lejos, aunque las paredes se seguían cerrando y se acercaban de a poco.

-¡¿qué haces?!– gritó el azabache, comenzando a llorar -¡lo estás deseando, ¿cierto?! ¡¿es que así quieres matarme?!– se escuchaba como un leve chillido cada vez que intentaba respirar, pero sus pulmones no se llenaban de aire -¡p-para!-

-¡no soy yo!- respondió Aquino, gritando igual que él, a pesar de que estaban como a un metro de distancia –no responde...no responde a los deseos, Duxo–

el menor cerró los ojos con fuerza, se empujó contra el cristal de espalda, mientras respiraba de forma agitada, sus piernas temblaron y sintió que comenzaba a caer.

-no puedo respirar...- murmuró, en un susurro doloroso, mientras llevaba sus manos al pecho, sintiéndose ahogado.

Aquino se acercó a él rápidamente, tomándolo en brazos, cargándolo contra su pecho mientras sentía a Duxo temblar entre sus brazos.

el espacio se redujo aún más, apoyó la espalda en el cristal y los pies en la pared opuesta, cargando a Duxo sobre su cuerpo, quien seguía respirando con dificultad, acomodó el rostro del chico en su cuello, cubriendo sus ojos.

-cierra los ojos- murmuró –cierra los ojos y ve a un lugar lejos de aquí... un lugar enorme, donde hay aire a montones... dónde estás libre y estás lejos, lejos de todo...

-mjmm- el menor apretaba con fuerza la mano libre de Aquino

-¿lo ves?-

-lo veo- murmuró Duxo, su respiración era más normal, pero escuchó un sollozo.

-irás allí, ¿lo sabes? espera y estarás allí– Aquino frunció el ceño con dolor, las paredes lo estaban apretando.

-Aquino... lo siento...– murmuró, se notaron las ganas de decir algo más –te quiero– soltó, sin más, dejándolo sin palabras, sonrió como un tonto.

–también te quiero.

y con una brisa que agitó los cabellos de ambos, las paredes se movieron, Aquino calló sobre el suelo sobre su espalda, soltando un quejido, con Duxo aún en brazos.

la caja había vuelto a su tamaño de antes.

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yo digo que somos nosotros quien los están jodiendo

si o no chat?

❁Encantador❁  DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora