"𝑬𝒍 𝑷𝒆𝒔𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑫𝒆𝒃𝒆𝒓"

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Malakar abrió los ojos lentamente, su mirada aún pesada por el sueño, y se encontró con Elysa, que ya estaba despierta, observándolo en silencio.

-Hola, mi amor -murmuró Malakar con la voz ronca y aún adormilada-. ¿Cómo amaneciste?

-Buenos días, mi vida -respondió Elysa con una sonrisa traviesa-. Estoy bien, descansé de maravilla. Y veo que tú también... te veías tan lindo dormido.

Malakar, sintiendo el calor subir a su rostro, se cubrió con la sábana, visiblemente apenado.

-¿Cuánto tiempo llevas viéndome? -preguntó, sin poder contener una pequeña sonrisa.

-Eso no importa -rió Elysa mientras le retiraba la sábana suavemente y le daba un beso tierno en los labios-. Ya deberías levantarte. Recuerda que hoy tienes que atender al Lord Héctor Clear.

Malakar suspiró, resignado pero sonriente, mientras se incorporaba lentamente.

-Está bien, está bien... Pero no me mires mientras duermo otra vez -bromeó-. Aunque debo admitir que hace mucho no dormía tan bien.

Malakar se dirige a la bañera, ansioso por disfrutar de un baño cálido que le permita relajarse tras un día ajetreado. Después de unos minutos, sale, su piel aún húmeda y brillante, y se seca con suavidad. Se viste con un elegante traje negro, adornado con una insignia de dragón en el pecho, y se pone una larga capa roja que ondea a su paso. Antes de abandonar la habitación, se despide de su esposa con un tierno beso, un gesto que habla de su amor y devoción.

Con determinación, Malakar se encamina hacia el ala norte, acompañado por dos guardias reales que lo siguen de cerca. Al llegar, se encuentra con sir Kael, quien lo saluda con una profunda inclinación, mostrando su respeto. Malakar, con un gesto amable, le indica que se levante y le pide que lo guíe a la habitación del lord Héctor.

Al arribar, notan que la puerta está custodiada por dos guardias, ataviados con armaduras plateadas que brillan con acabados grises y largas capas celestes. Ante la presencia del rey, los guardias se inclinan y abren la puerta con respeto.

Al asomar su mirada en el interior, Malakar ve a lord Héctor, de espaldas, inclinado sobre el balcón. La escena evoca un aire de solemnidad y anticipación, mientras el rey se prepara para abordar los asuntos urgentes que los esperan.

Lord Héctor Clear, hijo de César Clear, no tuvimos la oportunidad de conocernos cuando tomaste el mando de tu casa y del majestuoso castillo de Aguacielo- Malakar se acercó con paso firme, su mirada penetrante-. Me sorprende que, a pesar de que su rey se encuentra aquí, no te dignes a girarte y ofrecerme un saludo adecuado.

Héctor, visiblemente nervioso, se volvió lentamente y se arrodilló, bajando la cabeza en señal de respeto.

-Majestad, lamento profundamente lo sucedido. Estoy abrumado por la situación con mi hijo- dijo Héctor, su voz temblorosa y su frente perlada de sudor.

-Oh, claro que lo lamentas- replicó Malakar con desdén-. ¿Cómo pudiste permitir que tu hijo cometiera tales actos sabiendo que están prohibidos?- Hizo un gesto para que se levantara-. Mi lord, temo que tu hijo no es el único culpable en esta historia.

-¿Majestad? Discúlpeme, pero ¿a qué se refiere? Él es el verdadero culpable- respondió Héctor, limpiándose el sudor que corría por su rostro con manos temblorosas.

-Tu hijo afirma que tú tenías conocimiento de sus acciones y que las permitiste, consciente de las terribles consecuencias que ello conllevaba- Malakar le tomó del hombro, su mirada intensa como el fuego-. Mi lord, serás juzgado junto a tu hijo por estos actos.

-Pero mi rey, yo soy inocente... ¡por favor!— rogó Héctor, inclinándose aún más hacia el suelo en un intento desesperado por obtener clemencia—. Majestad, créame, mi hijo está mintiendo.

El juicio de mañana determinará si eres inocente o si tu hijo es el verdadero mentiroso. Por ahora, te privaré de tu libertad- Malakar le dio la espalda con una determinación inquebrantable, ondeando su capa roja como un estandarte de autoridad-. Guardias, arresten a Lord Héctor Clear de inmediato.

Los guardias se lanzaron hacia él mientras suplicaba al rey que le creyera y no a su propio hijo. Malakar abandonó la habitación con paso decidido, dirigiéndose hacia el gran salón donde aguardaban las sombras del destino.

Malakar avanzó con paso firme hacia el gran salón, donde se encontró con su esposa, Elysa. Se acercó lentamente y, con un gesto cauteloso, la tomó suavemente por la cintura y la abrazó.

-¿Qué haré con este asunto? ¿Acaso es tan difícil cumplir las leyes? -preguntó Malakar, mientras acariciaba el rubio cabello de su esposa-. No hacen más que deshonrarnos.

-Mi amor, las personas no siempre son las mejores en seguir las leyes -respondió Elysa, dándole un beso en la frente-. Pero a pesar de ello, hay quienes son leales a esos principios. Esas son las personas a las que más debemos prestar atención.

Malakar suspiró suavemente, abrazándola con más fuerza.

-Es un regalo tenerte como esposa; eres un pilar en mi vida -la miró tiernamente a los ojos.

-Siempre estaré ahí para ti; lo prometí en nuestra boda, ¿recuerdas? -Elysa le devolvió la mirada, intentando evocar ese momento especial.

-Claro que sí. ¿Cómo podría olvidarlo? Ese día fue tan significativo: papá estaba allí, tu padre también, y mi hermano... tantas personas que ya no están con nosotros -Malakar respiró profundo, sintiendo el peso de la nostalgia.

-Sí, toda la familia reunida. Fue la última vez que estuvimos todos juntos -dijo Elysa mientras le revolvía el cabello-. Ahora debemos mantenernos firmes ante esta situación y el conflicto con los Darkfire.

-Tienes razón. No dejo de preguntarme por qué lo hicieron -la expresión de Malakar se tornó seria-. Lo importante es que Bronson llega mañana a Noche Eterna.

-Me alegra saberlo espero que todo esto se aclare pronto -Elysa dejó escapar un suspiro de esperanza.

𝑹𝒐𝒚𝒂𝒍 𝑨𝒔𝒉𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora