𝐈 𝐝𝐨𝐧'𝐭 𝐠𝐞𝐭 𝐬𝐚𝐝, 𝐈 𝐭𝐚𝐤𝐞 𝐫𝐞𝐯𝐞𝐧𝐠𝐞

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Muzan Kibutsuji observaba con fría precisión el laboratorio subterráneo, iluminado apenas por la tenue luz de antorchas que proyectaban sombras largas en las paredes de piedra

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Muzan Kibutsuji observaba con fría precisión el laboratorio subterráneo, iluminado apenas por la tenue luz de antorchas que proyectaban sombras largas en las paredes de piedra. Delante de él, en una mesa de metal, se encontraban diversos frascos con fluidos recolectados de Douma y Akaza, junto con una pequeña dosis de su propia sangre. Su mente maquinaba, calculando cada posibilidad, cada resultado, con la meticulosidad de un científico loco obsesionado con la perfección.

Akaza estaba de pie a un lado de la habitación, su cuerpo rígido, tensando cada músculo mientras observaba en silencio a su maestro. Había aceptado, aunque a regañadientes, participar en el experimento. Sabía que no tenía elección; Muzan había ordenado que lo hiciera, y negarse era simplemente impensable. Pero una pequeña parte de él, enterrada profundamente, no podía dejar de sentir miedo por lo que estaba a punto de suceder.

Douma, como siempre, observaba con una sonrisa despreocupada, fascinado por la naturaleza del experimento. A diferencia de Akaza, Douma encontraba todo aquello entretenido, incluso emocionante. El hecho de que Muzan pudiera crear un ser a partir de ellos dos le parecía el cumplimiento de un destino glorioso.

—Esto será... interesante —murmuró Muzan, tomando los frascos y mezclando los fluidos con extrema precisión. Sus movimientos eran tan precisos que resultaban casi mecánicos, como si lo hubiera hecho un millar de veces antes—. El poder de un demonio supremo, combinado con la fuerza de dos de mis Lunas Superiores... si esto funciona, tendré en mis manos la clave para la perfección.

Akaza apretó los puños mientras veía cómo Muzan vertía gotas de su sangre en la mezcla, que chisporroteó al contacto, emitiendo un tenue brillo rojizo. El miedo que sentía no era tanto por el dolor físico, sino por el hecho de que Muzan estaba manipulando su cuerpo de una manera tan antinatural. Había aceptado modificar sus órganos, un proceso que Muzan había llevado a cabo sin apenas esfuerzo. Con la misma facilidad con la que creaba demonios, había logrado darle un útero a Akaza, retorciendo su anatomía para cumplir con su plan.

—Esto será doloroso, Akaza —advirtió Muzan sin un ápice de compasión en su voz—. Pero recuerda: el dolor es temporal. La gloria de lo que puedes crear es eterna.

Akaza asintió en silencio, su cuerpo tenso como una cuerda al borde de romperse. Miró de reojo a Douma, quien simplemente le guiñó un ojo y le sonrió, como si todo aquello fuera un juego. Akaza no sabía si despreciaba esa actitud o si en el fondo la envidiaba.

—Acércate —ordenó Muzan, señalando la mesa donde ya tenía preparado el feto en sus primeras etapas, creado a partir de la mezcla que había hecho.

Akaza obedeció, aunque sus pies pesaban como plomo. Sabía que no había escapatoria, pero una parte de él seguía deseando huir. Sin embargo, al estar bajo el control absoluto de Muzan, cada paso se sentía inevitable.

Muzan lo observó con una mirada clínica, sus ojos recorriendo su cuerpo mientras sus manos se movían con destreza.

—Tu cuerpo ha sido alterado para permitir que esto funcione —dijo Muzan, mientras preparaba el feto—. He insertado el útero y ajustado tus órganos internos para que puedan soportar el crecimiento del embrión. Será un proceso acelerado, claro, pero el éxito dependerá de tu capacidad para soportar el dolor.

Luego De La Primera Vez [Akaza x Douma] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora