7. Ecos del abismo.

190 33 66
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



No podía conciliar el sueño.

Mis ojos estaban fijos en el techo del hotel, pero mi mente seguía reproduciendo una y otra vez las imágenes de aquella chica en el pavimento, como si mi cerebro estuviera en mi contra. Su rostro, su caída, la sangre… todo seguía ahí, como una película que no podía detener.

Después de lo sucedido, tras haber visto a ese hombre en la azotea, me quedé sintiendo la mirada de todos sobre mí. Me miraron como si estuviera bromeando, como si todo hubiera sido una alucinación. Me dijeron que no había nadie, ni en la azotea, ni en el ascensor, ni siquiera en los alrededores del edificio. Ningún testigo, ninguna prueba.

¡Ni siquiera alguien había salido por la puerta! Y eso me angustiaba de maneras que no podía explicar. Era como si algo o alguien me estuviera jugando una mala pasada. Pero yo sabía lo que había visto.

Yo estaba segura de haberlo visto.

Jungkook intentó calmarme, diciendo que tal vez el estrés me estaba jugando una mala pasada. Según él, era posible que todo lo que había visto fuera producto del agotamiento acumulado, y que, cuando todo esto terminara, debería considerar tomar un descanso. “Desconectar de todo por un tiempo”, me había sugerido con esa voz tranquila que parecía siempre tener bajo control cada situación.

Lo observé dormir a mi lado, plácido y sin preocupación alguna. Su respiración era constante, relajada, como si nada ni nadie en el mundo pudiera perturbar su paz. Y ahí estaba yo, con la mente dando vueltas sin parar, incapaz de encontrar la calma que él parecía tener de sobra.

Mis ojos comenzaron a pesar lentamente, como si el cansancio finalmente se apoderara de mi cuerpo. Pero algo me obligaba a mantenerme despierta, una extraña sensación de alerta que no entendía del todo. Luchaba por no cerrar los ojos, por mantenerme consciente, aunque el agotamiento fuera evidente. No pude aguantar mucho tiempo más. Una oscuridad espesa me envolvió por completo, arrastrándome al sueño de una forma abrupta.

De repente, ya no estaba en la habitación del hotel. Ahora me encontraba en lo que parecía ser un garaje oscuro y desordenado, con una música de fondo que retumbaba en mis oídos, generando una incomodidad que me puso alerta de inmediato. Reconocí la canción en el acto, "You Get What You Give", la misma melodía que escuché en el auto cuando veníamos de camino a Seúl.

Rᴇᴠᴇɴɢᴇ: ᴛʜᴇ ᴛʀᴜᴛʜ (JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora