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Alondra respiró profundo mientras observaba la pantalla de su teléfono. Había estado pensando en esto por días, necesitaban un respiro, un momento fuera del ruido, de los streams, del constante juego de ser "amigas" frente al mundo. Le escribió a Rai, casi sin pensar.

“Vamos a salir hoy. No es una pregunta, te paso a buscar en una hora.”

Después de enviar el mensaje, sonrió con esa malicia que la caracterizaba cuando sabía que estaba por hacer algo especial. No había mucho que organizar, solo quería estar con ella, a solas, sin preocupaciones ni miradas de nadie. Decidió reservar una habitación en uno de esos hoteles donde siempre había querido quedarse, pero nunca había tenido una razón suficientemente buena. Esta vez, Rai era la excusa perfecta.

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El Uber la dejó justo frente al hotel. Era más lujoso de lo que se había imaginado, pero no le importaba gastar en algo que las sacaría de la rutina por un rato. Alondra observó un momento a su chica antes de acercarse, admirando cómo la luz suave del atardecer jugaba con sus rizos rojizos.

—¿Qué carajo estás tramando, nena? —preguntó Rai, divertida, pero con ese brillo de curiosidad en los ojos.

Alondra se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

—Te dije que no preguntaras, confía en mí —le dio un beso rápido y la tomó de la mano para entrar al lobby. La recepcionista las saludó con una sonrisa y, tras unos minutos, ya tenían la tarjeta para la habitación.

Al llegar, Rai abrió los ojos de par en par. La habitación era espectacular: una cama king enorme, con sábanas tan blancas que parecían brillar, y un ventanal gigantesco que ofrecía una vista panorámica de la ciudad. Había una bañera de hidromasaje en el baño, y las luces tenues le daban un aire de calma y lujo.

—Diablo, nena, te votaste —dijo Rai mientras dejaba caer su mochila en una de las sillas y se giraba para ver todo—. ¿Qué se supone que estamos celebrando?

Alondra se encogió de hombros, como si no fuera gran cosa, pero en el fondo sabía que este pequeño escape lo era todo para ellas.

—Nada, que quiero estar contigo sin que nadie nos joda —la sinceridad de sus palabras hizo que Rai se detuviera un momento y la mirara directamente. Sus ojos se suavizaron y una sonrisa sincera apareció en su rostro.

—Ven acá —dijo Rai, acercándose a Alondra y rodeándola con los brazos por la cintura—. Esto es justo lo que necesitábamos, ¿verdad?

—Obvio —murmuró Alondra, apoyando su frente en el pecho de Rai—. No podemos seguir escondiéndonos todo el tiempo, pero, por ahora, me conformo con esto. Estar aquí contigo… sin que nadie esté pendiente de lo que hacemos o dejamos de hacer.

Rai la abrazó más fuerte, y el silencio que siguió no fue incómodo, sino reconfortante. Las dos se quedaron ahí, simplemente disfrutando de la tranquilidad de estar juntas sin la presión de tener que aparentar.

—¿Quieres ver la vista? —preguntó Alondra, levantando la cabeza y señalando el ventanal. Rai asintió, tomando su mano mientras caminaban juntas hacia el vidrio. Desde esa altura, la ciudad se veía pequeña, las luces comenzaban a encenderse y el cielo se pintaba con los últimos tonos del atardecer. Era un paisaje perfecto, pero para Alondra, nada se comparaba con la sensación de tener a Rai a su lado en ese momento.

—¿Te das cuenta de que todo lo que hay allá abajo no importa ahora mismo? —susurró Rai, apretando suavemente la mano de Alondra—. Aquí no hay cámaras, no hay comentarios de mierda… solo estamos tú y yo.

Alondra sonrió, sintiendo una especie de alivio que llevaba mucho tiempo necesitando.

—Exacto. Y eso es lo único que quiero.

Se giró hacia Rai y, sin decir nada más, la besó, un beso lento, suave, como si estuviera saboreando el momento. Las manos de Rai se deslizaron por su espalda, tirándola más cerca. El mundo fuera del hotel desapareció por completo. En ese espacio, en esa burbuja que habían creado, solo existían ellas dos.

Eventualmente, se separaron, ambas respirando más rápido de lo habitual, pero sin la urgencia de tener que ir más allá. Por ahora, el simple hecho de estar juntas era suficiente.

—¿Qué te parece si pedimos algo de comer? —preguntó Rai, rompiendo la tensión con una sonrisa—. Tengo un hambre cabrona.

Alondra se rió y asintió, tomando el teléfono del hotel para pedir servicio a la habitación. Mientras hablaba con el personal, Rai se tumbó en la cama, estirándose con un suspiro.

—Coño, esta cama es otro nivel.

Alondra terminó de hacer el pedido y se unió a ella, tumbándose a su lado. Se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la comodidad de la cama y la compañía. No había prisa por hacer nada, y esa era la belleza del momento.

Cuando llegó la comida, ambas se rieron al ver la cantidad que habían pedido.

—Dime que vamos a poder con todo esto —dijo Rai entre carcajadas.

—No subestimes mi capacidad de tragar —respondió Alondra con una sonrisa, tomando un pedazo de pizza y dándole un mordisco. Entre risas y bromas, compartieron la comida, relajadas, disfrutando de cada bocado y de la compañía.

Después de comer, Rai sugirió que se metieran al jacuzzi. Alondra no necesitó mucha convicción. Se cambiaron en silencio, ambas disfrutando de la idea de un baño caliente para cerrar la noche. El agua caliente las envolvió tan pronto entraron en la bañera, y ambas suspiraron al unísono.

—Esto sí que es vida —dijo Rai, apoyando la cabeza en el borde y cerrando los ojos.

Alondra sonrió, sentándose frente a ella, estirando las piernas hasta que sus pies tocaron los de Rai bajo el agua.

—Definitivamente —murmuró. Se quedaron en silencio un rato, simplemente disfrutando de la sensación del agua caliente y la tranquilidad de estar juntas.

—Gracias por esto, nena —dijo Rai, abriendo los ojos y mirándola directamente—. De verdad. Necesitaba un respiro de todo.

Alondra asintió.

—Lo sé, y yo también. A veces siento que todo lo que hacemos es para los demás… pero aquí… aquí todo es solo para nosotras.

Rai sonrió y extendió la mano bajo el agua, tomando la de Alondra.

—Mientras tengamos estos momentos, podemos con todo lo demás.

Alondra apretó su mano suavemente, sonriendo. En ese momento, no importaba el mundo fuera de esa habitación, no importaban los streams, las redes sociales ni las miradas curiosas. En ese pequeño rincón de su propio universo, solo existían ellas dos. Y por ahora, eso era todo lo que necesitaban.

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Hola, nenes.
Soy lágrimas en estos últimos capítulos, ¿ok?
Pd: quiero una novia 😔☝️
Espero sus comentario, reacciones, y de más. Espero les haya gustado.
Recuerden tomar agua, comer bien y cuidarse las nalgas.

Besos 💋.
4/4

Under the webcam glowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora