«I'm trying, I'm trying.
To let you know just how much you mean to me.
And after all the things we put each other through and..»
(estoy intentando hacerte saber lo mucho que significas para mí.
y después de todas las cosas que pasamos ambos..)El estruendo de disparos y explosiones llenaba el aire a su alrededor mientras Stanford y Bill corrían a través de los destrozados callejones de la ciudad.
Los enemigos, seres deformes y oscuros que parecían arrancados de las mismas pesadillas, los perseguían incansablemente, lanzando proyectiles y gritos inhumanos en su dirección.
La batalla había comenzado como una misión, algo calculado y planificado, pero ahora se sentía como una frenética lucha por sobrevivir.Stanford recargaba su arma, sus manos temblando ligeramente por la adrenalina, pero también por algo más. Sabía que cada bala, cada explosión, los acercaba un poco más al final.
A ese momento en el que no habría más opciones. Sin embargo, incluso en medio del caos, sus pensamientos seguían regresando a Bill, siempre a Bill.—¡Sixer, por aquí! -gritó Bill desde un callejón lateral, con una sonrisa amplia y desafiante, como si el peligro fuera la mejor broma que jamás hubiera escuchado.
Stanford corrió hacia él, esquivando los escombros y el fuego enemigo.
Cada paso resonaba con el peso de lo que estaba en juego.
Sabía que estaban jugando un juego mortal, pero lo que más lo inquietaba era que, en el fondo, no podía negar que había algo más profundo entre ellos.
Algo que había estado ignorando durante demasiado tiempo.Cuando finalmente llegaron a una breve zona de calma, ocultos detrás de los restos de un edificio destruido, Ford respiraba con dificultad, el sudor resbalando por su frente.
—Esto… esto es una locura. -murmuró, limpiándose la frente con la manga.
—No podemos seguir así mucho más tiempo. Nos van a atrapar.Bill lo miró con una mezcla de diversión y algo más... algo que Stanford nunca hubiera esperado ver en su rostro: preocupación. Pero, claro, con Bill, incluso algo tan humano como la preocupación se veía retorcido, como una emoción que no le encajaba del todo.
—¿Y qué importa? -respondió Bill, riendo suavemente mientras flotaba alrededor de él. —Estamos destruyendo a todos los que se interponen en nuestro camino, ¿no? -pero algo en su tono se suavizó cuando agregó; —Aunque, si vamos a ser honestos aquí, Sixer, esto no es solo por ellos. Es por nosotros.Todo esto es porque quiero que entiendas lo que significas para mí.
Ford levantó una ceja, mirando a Bill con incredulidad.
—¿Qué demonios estás diciendo, Bill? ¿Ahora te pones sentimental en medio de una batalla? -exclamó, aunque una parte de él sabía que había algo más profundo en lo que Bill estaba intentando expresar.
Bill dejó de flotar y, por un segundo, adoptó una postura más seria. Los sonidos de la guerra a su alrededor se desvanecieron momentáneamente, como si el tiempo mismo se hubiera detenido.
—Lo digo en serio, Ford. —los ojos negros de Bill brillaban, pero esta vez no era por el caos, sino por algo más. Algo parecido a la vulnerabilidad.
—Todo esto, toda esta destrucción, la he causado por muchas razones, claro. Poder, diversión, caos… pero hay una cosa que lo sostiene todo. Tú.Stanford se quedó en silencio, sorprendido por el giro que estaba tomando la conversación.
—Estoy intentando, intentando, que entiendas cuánto significas para mí. -continuó Bill, acercándose más, sus ojos penetrantes enfocados solo en Stanford.
—Después de todo lo que nos hemos hecho el uno al otro… después de todo el odio, la traición y el caos… tú sigues siendo lo único que quiero. Lo único que importa.—No… no puede ser tan simple, Bill. -Stanford negó con la cabeza, tratando de alejarse de esas palabras. No podía aceptar algo tan retorcido, tan contradictorio.
—¡Nos hemos destruido mutuamente! No hay redención, no hay amor aquí. Solo ruinas.—Exacto. -Bill sonrió, pero esta vez no era la sonrisa burlona de siempre. Era algo más profundo, casi melancólico. —Nos hemos hecho pedazos el uno al otro, Ford. Pero eso no cambia lo que siento. De hecho, lo refuerza. Porque, a pesar de todo lo que hemos pasado, a pesar de que te he traicionado y tú has tratado de destruirme… aquí estamos, juntos, luchando lado a lado.
Stanford apretó los dientes, su mente batallando por comprender lo que estaba escuchando.
Una parte de él quería rechazarlo, negar cualquier posibilidad de que Bill pudiera sentir algo genuino. Pero otra parte, una que había permanecido en silencio durante años, sabía que Bill estaba diciendo la verdad.—¿Y qué? —murmuró Ford, sintiendo cómo su voz temblaba ligeramente. —¿Esto es alguna especie de… declaración? ¿Un intento de redención?
Bill soltó una pequeña risa, pero no había crueldad en ella. Se acercó un poco más, manteniendo su mirada fija en la de Stanford.
—No busco redención, Ford. Nunca lo he hecho. No soy como tú, no tengo ese deseo patético de ser “bueno”. Pero lo que tengo, lo que he tenido desde que te conocí, es esta… obsesión. Este vínculo. Y sé que tú también lo sientes, aunque te niegues a admitirlo.
Ford miró hacia otro lado, incapaz de sostener la mirada de Bill por más tiempo. Sabía que había algo cierto en esas palabras. Había algo entre ellos que iba más allá de la simple rivalidad o enemistad, algo peligroso, algo destructivo, pero innegablemente real.
—Bill… -empezó a decir, pero fue interrumpido por una nueva oleada de disparos que impactó cerca de ellos.
Bill volvió a sonreír con su acostumbrada despreocupación.
—Creo que lo dejarás para después, Sixer. Siempre hay tiempo para los sentimientos después de la destrucción, ¿no crees? -guiñó un ojo y luego desapareció en un destello de luz dorada.
Stanford lo siguió, levantándose rápidamente mientras las balas volaban a su alrededor. Pero ahora había algo diferente en su mente.
Las palabras de Bill seguían resonando en su interior, intentando encontrar un lugar en su alma.
¿Era posible que, después de todo, hubiera algo más allá de la destrucción? Algo que ni siquiera Bill, con todo su poder y caos, pudiera controlar.Cuando se reunieron de nuevo tras una explosión, Bill apareció justo a su lado, riendo mientras disparaba hacia sus enemigos.
—Después de todo esto, Ford, sabrás lo que siempre supe. Nos pertenecemos. Nos necesitamos. -le lanzó una rápida mirada de complicidad. —Y cuando el polvo se asiente, cuando todo esté destruido… ¿qué quedará? Solo nosotros.
Stanford no respondió, pero en su interior, las palabras de Bill seguían retumbando, luchando contra el deseo de mantener el control. Sabía que, al final de todo, tendría que enfrentar esa verdad, la verdad de lo que sentía.
Y cuando ese momento llegara, temía que ya no hubiera vuelta atrás.
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Demolition Lovers | Billford
Teen FictionTe haré saber lo que significas para mí, Stanford.