IV.

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IV.

Jungkook retoca cuidadosamente el exquisito conjunto de hebras nigérrimas. Su postura es tan equilibrada como los colores en su arte. La mirada del pecoso no derrocha ni un segundo en desviarse a otra parte, se mantiene firme y objetiva sobre los trazos caóticos.

Sin duda, para el resto puede ser un cuadro singularmente tremebundo, falto en pulcritud; sin embargo, mientras más analizas los detalles, encuentras la melancolía, el encanto y estremecimiento en cada pincelada.

Plasmar al lienzo al chico que se manifiesta incesantemente en tus pesadillas como un espectro que no tiene programado irse, no es una actividad usual; pero para Jeon Jungkook, es una forma íntima de desahogo. Más allá de estar retratándolo, su pincel está relatándole al lienzo lo vivido en el mundo onírico y a quien le roba el protagonismo, además de cada facción suya de ángel caído, sobre todo... aquellos demandantes ojos grises.

Humoresque © taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora