CarLando one shots

The Red Driver and the Hearthbreak Prince

Silverstone 2022

El rugido ensordecedor de los motores, los gritos eufóricos de los fanáticos, y el icónico cielo gris de Silverstone formaban el telón de fondo perfecto para lo que había sido una carrera impresionante. Carlos Sainz acababa de cruzar la línea de meta en primer lugar, su corazón latiendo a mil por hora no solo por la victoria, sino porque algo en él sabía que ese día cambiaría su vida para siempre. El equipo Ferrari estaba fuera de sí, celebrando como locos, pero cuando Carlos bajó del monoplaza y caminó hacia el podio, el bullicio desapareció por un instante.

Ahí estaba él, el príncipe de Inglaterra. Carlos lo había visto en la clasificatoria detrás de su padre cuando este le entrego la llanta de la primera posición. Carlos sintió que el aire se volvía más denso, como si de repente todo el oxígeno se le escapara.

-Maldita sea, es ridículamente guapo- pensó. La elegancia de Lando era imposible de ignorar, con su porte natural y esa sonrisa que parecía contener todos los secretos del mundo y una mueca que parecía estar dispuesto a revelar cada uno de ellos si lo tientan. Vestido con un impecable traje gris oscuro, Lando parecía más una fantasía que una realidad, y Carlos no pudo evitar quedarse embelesado por un momento.

Cuando se acercó el momento del podio, tratando de no parecer demasiado obvio en su fascinación, Lando le sonrió de una manera que lo hizo sentir un pequeño cosquilleo en el pecho. Un cosquilleo que no había sentido en mucho tiempo.

"Felicidades, Carlos Sainz, una carrera magistral "dijo Lando, extendiéndole el trofeo tradicional del gran premio de Silverstone. Su voz era baja, firme, pero con un toque suave que hizo que Carlos sintiera un calor inesperado recorriendo su cuerpo.

"Gracias, Alteza" respondió Carlos, con una sonrisa que intentaba disimular el nerviosismo que de repente sentía. Pero al mirar esos ojos azules, tan cercanos, no pudo evitar añadir. "Aunque, si me permites, prefiero que me llames solo Carlos."

Lando soltó una pequeña risa, una carcajada breve que resonó entre ellos, como si estuvieran compartiendo un chiste privado. Carlos sintió su estómago revolverse, pero en el mejor de los sentidos.

"Solo si me llamas Lando" replicó el príncipe, su voz con un matiz juguetón.

Sus manos se rozaron cuando Carlos tomó el trofeo, un toque tan ligero que podría haber sido accidental, pero que dejó una huella palpable en ambos. Carlos estaba acostumbrado a la adrenalina de las carreras, pero esto, estar cerca de Lando, le estaba acelerando el pulso de una manera completamente diferente.

Cuando Lando se aparto de Carlos, el español no pudo evitar sentir un vacío por la lejanía de el miembro de la realeza.

Horas después, en una fiesta privada en Silverstone, la atmósfera era diametralmente opuesta a la formalidad del podio. Las luces de neón bañaban la pista de baile en tonos morados y azules, y la música electrónica resonaba en el ambiente. Carlos, aún eufórico por su victoria, estaba rodeado de amigos, celebrando. Sin embargo, una presencia inesperada cambió su enfoque por completo.

Lando había decidido asistir a la fiesta, pero no como el príncipe de Inglaterra. No, esa noche había decidido dejar su título en casa, al menos por un rato. Con una gorra deportiva que cubría parte de su rostro y una chaqueta de cuero que le daba un aire casi irreconocible, caminaba por la fiesta con una sonrisa cómplice, disfrutando del anonimato. Conocía a un par de los pilotos, a algunos de los Dj que tocarían esa noche, probablemente se metería en problemas, pero es demasiado joven para preocuparse por ello.

Carlos lo vio apenas entró, y su corazón dio un vuelco. Era imposible no reconocer esa figura esbelta, esos gestos, esa energía que parecía magnética. Sin pensarlo demasiado, se acercó a él con pasos decididos. Lando, al sentir la presencia de alguien conocido, se quitó la gorra con un gesto teatral, como si dijera: "Aquí estoy, te estaba esperando."