Brayden

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El aire en el exterior del hospital era pesado, cargado de una tensión demostrable. 

Lucía, con las manos temblorosas y los ojos desbordando miedo, respiró hondo. 

—Johnny se sacrificó por mí—logró decir, con voz temblando mientras las lágrimas amenazaban con derramarse. Su mente aún estaba atrapada en el horror que había presenciado, pero el tiempo no se detenía.

Travis, mirando a su alrededor con creciente preocupación, respondió con un tono grave. 

—No tengo idea de lo que pasó allá arriba, pero esto no tardará en propagarse. Debemos estar preparados.

—Causamos el fin del mundo—dijo Madison, la pesadez de sus palabras sonó en el aire como un eco despreciable, y la sensación de culpa caía sobre ellos.

Lucía, sin esperar a que sus pensamientos se formaran por completo, corrió hacia la salida del hospital. 

—¿A dónde vas? Lo mejor es que estemos juntos—dijo Travis.

—¡Tengo que ir a buscar a mi hijo! Está solo en casa. Los llamaré para que nos reunamos luego—gritó. 

Se subió a su auto y salió disparada, el motor rugía como un grito desesperado en medio del caos. Mientras conducía, su mente giraba en círculos. ¿Estaría Brayden bien? ¿Podría el pequeño haber entendido la magnitud de la situación? Mientras la ciudad no tardaría en desmoronarse, Lucía se aferró a la esperanza de que él estaba a salvo.

Al llegar a casa, su corazón se detuvo por un momento. La puerta estaba entreabierta, y un escalofrío recorrió su espalda. Empujó la puerta con cuidado y corrió hacia el segundo piso. 

—Brayden, cariño, ¡mamá está aquí!—gritó, mientras subía las escaleras a toda prisa.

—¿Qué pasó, mamá? ¿Por qué estás asustada?—preguntó Brayden, como una pequeña figura temblorosa en la penumbra de la habitación. 

Lucía sintió que su corazón se rompía al ver la inocencia en los ojos de su hijo. Sin poder responder, su teléfono vibró en el bolsillo, y al sacarlo, vio que era Travis.

—Lucía, esto es grave—dijo Travis apenas ella contestó, su voz estaba llena de urgencia—no sé cómo, pero alguien dejó algo abierto. Los infectados acaban de salir del hospital. Será cosa de tiempo para que se esparza todo.

El pánico se apoderó de Lucía, y en ese instante, supo que el tiempo se había agotado. 

—Travis, estoy en casa con Brayden. ¿Qué hacemos?

Desde la televisión, el ruido del noticiero sonó, y la voz del periodista cortó el aire con una noticia aterradora. 

—Estos extraños han estado mordiendo y comiendo a las personas...—pero antes de que pudiera terminar, uno de los infectados se lanzó sobre él, atacándolo en vivo y en directo. La imagen era desgarradora, y Lucía reaccionó instintivamente, tapando los ojos de Brayden con una mano temblorosa.

—No mires, cariño. Tenemos que salir de acá—dijo Lucía, sintiendo que el mundo se destruía a su alrededor. Agarró la mano de su hijo y lo llevó rápidamente hacia el auto, mientras su mente corría en busca de una solución.

—¿Qué está pasando, mamá?—preguntó Brayden con mucha inocencia.

—No te preocupes, iremos a un lugar seguro, ¿está bien?—trató de calmarlo Lucía, aunque su propio corazón se sentía como una bomba de relojería a punto de estallar. 

Mientras conducía, pensó en todos los lugares a los que podrían ir, sabiendo que en su casa y en su ciudad no había seguridad.

De repente, un hombre apareció de la nada, lanzándose frente al auto. Lucía detuvo el vehículo con un frenazo. 

—¡Ayuda, mi hijo! A mi hijo le pasó algo—gritó el hombre, su rostro parecía estar desesperado. La compasión y la urgencia de Lucía la empujaron a actuar, pensando en que si estuviera en su situación, querría que alguien la ayudara.

—Espera aquí, Brayden—le dijo, dejando al pequeño en el asiento trasero—ya volveré—sin dudar, Lucía salió del auto, con su corazón latiendo con fuerza mientras se acercaba al hombre, ansiosa por ayudar.

Pero mientras estaba distraída, el hombre golpeó a Lucía en la cabeza y se subió a su auto.

—¡No!—gritó ella, corriendo tras él, pero la puerta se cerró y el motor rugió al encenderse—¡Brayden!—exclamó, sintiendo que el mundo se desmoronaba aún más.

El hombre aceleró, desapareciendo en la distancia, llevándose no sólo el vehículo, sino también su única esperanza de proteger a su hijo. Lucía se detuvo en seco, el horror llenando su pecho mientras el sonido de su corazón resonaba en sus oídos. ¿Qué iba a hacer ahora? Tenía que encontrar a Brayden pasara lo que pasara.

-Continuará...-

PlagueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora