8. Pov

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Martin se observa en el espejo de su habitación mientras sonríe, jamás se había vestido con algo tan lujoso. Si bien no le importa la marca de la ropa, pero le hace ilusión poder vestir algo proveniente de una marca grande, más que nada por tenerlo en cuenta para algo tan importante como es el desfile de alguno de sus diseños.

El corazón le va a mil. No solo por lo que significa estar presenciando esta gran oportunidad sino que también por todo lo que había vivido la noche anterior, el bailar con Juanjo bajo la lluvia, el roce de sus manos, los nervios que sintió cuando la mano del mayor colo por debajo de su camiseta para colocarla en su cintura y apretar, como si quisiera decirle que no quiere soltarlo.

El roce de sus labios, sus alientos mezclados con la lluvia. Pero también el ritmo de sus corazones poniéndose en sincronía, como si fuese eso posible.

Nunca pensó que después de todo lo que había pasado con Juanjo las cosas se fueran dando de esta manera, sin darse cuenta se ha enamorado del mayor y sabe que no hay retorno. Es como si fuese una curva de la cual no quiere salir.

Porque por primera vez en su vida, se da cuenta lo que es sentir amor y no quiere jamás dejar de sentirlo.

Quiere que Juanjo lo tome por su cintura, lo acerque y lo bese hasta dejarlo sin aliento, tal y como sucedió la noche anterior.

Pero por sobre todo, no quiere que lo suelte.

El sonido de su celular lo saca de sus pensamientos, dándose cuenta de quién le ha mandado mensaje.

Jefe gruñón:

¿Ya estás listo?

Martin:

Me queda un poco aún ¿tú?

Nos da el tiempo para llegar de igual manera, no te pongas nervioso jefecito.

Jefe gruñón:

¿Yo nervioso?

Estaba teniendo consideración contigo, con lo nervioso que te pones en ciertas ocasiones.

Martin:

¿En qué ciertas ocasiones?

Que yo recuerde, en ninguna he estado nervioso.

Jefe gruñón:

Ayer por la noche, te sentí muy nervioso, sobre todo en un momento en específico...

Martin:

¿Dices cuando me comiste la boca? Nah, quien estaba que le temblaba el culo eras tú.

Jefe gruñón:

No juegues con fuego, Martin.

Te vas a quemar.

Martin:

¿Y qué?

Me gusta el fuego.

Juanjo no responde y Martin sabe que le ha dejado sin palabras. Suspira y camina hasta el baño donde se coloca perfume y suspira, se siente feliz como nunca antes.

Tiene una tonta sonrisa en sus labios, que por más que intente ocultarla no puede, es como si escupiera flores y algodones de azúcar. Podría generar diabetes con la cantidad de pensamientos empalagosos que pasan por su mente por segundo.

Avant GardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora