03. Hostilidad

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( Capítulo O3 : Hostilidad )

     Diez letras, cuatro vocales, seis consonantes, una palabra

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     Diez letras, cuatro vocales, seis consonantes, una palabra.
     Significado: Actitud de enemistad y sensación que ésta produce.

      Edward había tomado la decisión de ignorar a Constantine hacía tiempo. La hostilidad que rodeaba sus interacciones habían comenzado a ser notorias por los estudiantes y no quería que lo relacionaran de ninguna forma con el joven.
     Ya habían pasado dos semanas desde el primer día, y cada vez que compartían el mismo espacio, los pensamientos del joven lo inquietaban. Aunque la única clase que tenían en común era breve en comparación con otras, los momentos que coincidían estaban llenos de miradas afiladas y expresiones burlonas de ciertos lados.

Aquel día, al entrar al aula, Constantine frunció el ceño al encontrar el lugar habitual de Edward vacío.

Sin pensarlo demasiado, tomó asiento en el espacio que solía ocupar el Cullen, esbozando una sonrisa de medio lado, sabiendo que eso, de alguna manera, molestaría al joven de cabello cobrizo. Mientras el tiempo avanzaba y Edward no aparecía, Constantine se inquietaba más, mirando al profesor con creciente impaciencia. El único pensamiento en su mente era de la posibilidad de que aquel arrogante se hubiera ausentado.

Con más de la mitad de la clase transcurrida y el asiento a su lado aún vacío, Constantine dejó de tomar notas, harto de la situación; no tenía a quien molestar.
Desvió la mirada hacia la ventana, donde el constante golpeteo de la lluvia se cernía sobre el cristal, sin embargo, desde su sitio se podía ver el estacionamiento del instituto.

El lugar parecía casi desierto bajo el cielo nublado, con solo unos pocos vehículos dispersos —de los pocos estudiantes que poseían uno—, pero el que más destacaba era el de Edward, ese Volvo plateado que brillaba incluso bajo la lluvia. Aquello le hizo saber que el cobrizo había llegado a su primer clase, pero no a la segunda.

Constantine entrecerró los ojos admirando el automóvil. Y fue cuando lo vio, ahí estaba él, sentado en el asiento del conductor. Desde su lugar, casi no podía distinguir el rostro de Edward a través de los cristales oscuros, pero sabía que estaba ahí.

Una sonrisa irónica apareció en los labios de Constantine. Sabía que, a veces, él mismo podía ser insoportable. Y si Edward decidía ignorarlo, tal vez eso solo significaba que estaba ganando.

Edward.

El nombre resonó en su mente con una extraña familiaridad. Elena le había contado sobre los Cullen cuando regresó a casa el primer día. La familia de ojos dorados y de aspecto de celebridad de cine que nadie parecía conocer realmente, pero como una maldición o bendición para el pueblo se encontraban ahí. Carlisle sin duda era una buena adquisición para el hospital, por lo que su hermana no tenía ningún comentario negativo sobre aquella familia.

hate me slowly | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora