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La hermana más joven.
Un premio por el que luchar, inocente, provocadora, siempre siguiendo las reglas y consiguiendo lo que quiere. Eras la única de tus hermanos que tenía a papá en sus perfectos deditos.
Suave y cálido y ocultando todos esos pensamientos profundos y jodidos en tu pequeña cabeza perfecta.
Touya sabía que su hermana pequeña no podía ser tan perfecta como pretendías ser. ¿Cómo podía serlo? Tetas suaves que sobresalían de tus pequeños vestidos de verano con los que no usabas sujetador, lindos pezones que se tensaban contra tu gran camiseta que usabas para dormir, o incluso en esas lindas camisitas escolares abotonadas.
Touya imaginó que detrás de tu pequeño acto perfecto había mucho más. ¿Por qué, si no, tus pequeñas manos tirarían un poco más fuerte cuando jugabas con el cabello de tu hermano mayor?
¿Por qué te sentaste en su regazo cuando todos estaban reunidos alrededor viendo una película? ¿No te diste cuenta de cómo su pene se movía bajo la fina tela de tus pantalones cortos? ¿No pretendías que su pene encajara perfectamente entre tus muslos cuando te tomaste la libertad de sentarte en su regazo?
Había visto que tus ojos se demoraban demasiado tiempo mientras él hacía ejercicio, con las mejillas sonrojadas mientras te mordías la lengua. La forma en que siempre insistías en "mirarlo" jugar sus juegos para poder aprender, pero en realidad él sabía que te excitabas viéndolo ponerse tan nervioso por un juego.
A veces, tarde en la noche, cuando nadie debería estar despierto, incluso podía escuchar los suaves maullidos de tu jugueteo con tu coño.
Touya dejó que su mente se preguntara cómo sonaría si gimieras por tu hermano mayor, tu nii-san. Ansiaba tener tus lindos labios alrededor de su pene perforado, ver caer la baba. Touya necesitaba saber cómo se sentía tu coño apretado alrededor de su pene.
Se preguntó si no te habían tocado, si tu coño estaba libre del toque de nadie más que el tuyo. Perfecto e inocente y esperando a que tu hermano mayor lo usara.
Cuando se le presenta la oportunidad a Touya, no duda en aprovecharla. Solo los dos estaban en casa, y estarían allí todo el día, él aprovecharía a la perfección el momento de finalmente probar a su dulce hermanita. Te había llamado a su habitación y te había preguntado si querías ir a ver una película de terror con él. "Puedes sentarte en el regazo de tu hermano mayor si te sientes más segura", había dicho, convenciéndote fácilmente de que vieras la película con él.
