Estimado lector, teléfono móvil, teléfono celular, portátil, móvil o celular; hoy smartphone o i-phone. Distintos nombres para el mismo aparato. La telefonía inteligente se ha transformado en la revolución de las comunicaciones. El aparato, que ha variado constantemente en características tecnológicas y físicas, se ha convertido en un instrumento necesario para la subsistencia de las nuevas generaciones. Pero, pese a sus incontables cambios, hay un aspecto que es inherente a los de su clase: "siempre se caerá", quiero decir ¿a quién no se le ha caído el celular alguna vez?¿Pero cómo ocurre? ¿Por qué? ¿Qué es lo que implica? Esa es una temática totalmente desarrollable.
Definitivamente una de las mejores respuestas reside tras esa bendita manía de guardar el aparato telefónico en el bolsillo trasero o lateral del pantalón. Es el lugar establecido para refugiarlo pues es de fácil acceso y no requiere muchas complicaciones para sacarlo. En esto último radica el principal inconveniente; una carrera, un trote ligero por las escaleras o la visita al tocador son más que suficientes para ocasionar una caída "accidental".
No importa qué tan cuidadoso sea su propietario, es necesario un simple descuido para que el aparato electrónico, con un sorprendente sentido de la autodestrucción, se resbale del bolsillo y acabe en el suelo, cayendo cual saco de piedras, generalmente con la pantalla por delante. Un efecto semejante al de la tostada con mermelada. Sin duda apostaría que acaba de imaginarse la situación.
La realidad es que, como usuarios, no nos percatamos del percance hasta que el sonido sordo del golpe del objeto contra el suelo nos llama la atención, aunque en ocasiones bien podría ser un rebote. La reacción es inmediata y bastante categórica; aprieta los párpados unos segundos, su respiración se detiene, se medio encoje de hombros, ahoga un improperio o, simplemente, lo pronuncia y, si es lo suficientemente rápido, se lleva las manos al rostro. Al mismo tiempo, con expresión de terror, se gira sobre sus talones hacia la escena del crimen, rogando, a cuanto santo sabe que existe en el cielo, por que el aparato siga encendido y que, sobre todo, la pantalla se encuentre intacta. Esta última es, claramente, una reparación costosa y acaba siendo más económico conseguir un teléfono celular nuevo, en algunas ocasiones.
Pese a lo anterior, puede que la caída en contra del pavimento no sea lo peor que puede pasarle en el mundo. Siempre que la pantalla no se rompa o lo haga en un lugar poco molesto, se puede seguir utilizando el aparato e incluso, en ocasiones, el evento se transforma casi en un acto heroico. Mi celular se golpeó y sobrevivió. Además, siempre puede ser peor.
¿Qué hay de la otra alternativa?¿Cuando en lugar del golpe seco escucha un chapoteo, seguido de un burbujeo? ¿Cómo cuando se arroja una piedra en un estanque?
La caída del móvil en el mítico WC. Un accidente bastante común, aunque el lector no lo crea, sobre todo para aquellos fanáticos por resguardar y acomodar su teléfono portátil en el bolsillo trasero del pantalón. Un evento odioso, sin duda. Traumático sacarlo, problemático secarlo y terriblemente difícil volver a encenderlo, aunque hay algunos que creen en las propiedades milagrosas de los granos de arroz. Naturalmente podría funcionar, solo si el usuario es lo suficientemente valiente como para rescatarlo de su lecho de muerte. Ya sabe, meter la mano en el WC.
Lo tristemente cierto es que en la actualidad, es casi silenciosamente obligatorio tener un celular; es un requisito social que nos hemos auto-impuesto a fin de mantenernos "conectados". La pérdida del móvil implica una desolada sensación de abandono y, dependiendo de la edad del usuario, incluso podría significar la pérdida de toda conexión amistosa. Una tragedia. Aunque el duelo podría durar bastante poco si el usuario mantiene una relación medianamente conflictiva con el aparato. Cuando el odio es mutuo, el atentado suicida puede llegar a ser terriblemente reconfortante.
Lo último que quiero indicarle es que todos debiésemos experimentar alguna vez la sensación de liberación tecnológica. La pérdida de esa esclavitud despersonalizada y la recuperación de la comunicación real; del cara a cara, de la comunicación no verbal. Quizás la razón oculta del instinto de autodestrucción de la telefonía móvil es que los creadores le temen a su creación; o que los usuarios inconscientemente deseamos no depender del aparato, de allí que continuemos guardándolo en los bolsillos del pantalón, a la espera de que el celular suicida haga de las suyas y se inutilice nuevamente.
Sin más que decir, me despido.
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Vista in Terra - Vida en la Tierra -
KurzgeschichtenObra de cuentos cortos publicada en 2016.