PRÓLOGO

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En mis años universitarios, mientras cursaba las asignaturas obligatorias para mi carrera profesional de Enfermería, tuve que optar por créditos electivos. Estos créditos correspondían a cursos extracurriculares que podían ser complementarios a mi campo de estudio o de áreas completamente diferentes. Como toda carrera del área de salud, Enfermería resultaba ser bastante demandante y tiempo limitante, por lo que estaba obligada a seleccionar cursos optativos que no interviniesen con mis estudios ni mis turnos de internado.

Movilizada por un pensamiento práctico, comencé a seleccionar un sin fin de asignaturas, sin relación alguna entre unas y otras, que auguraban ser lo suficientemente sencillas como para aprobarlas sin mayores complicaciones. De esta manera, realicé un interesante recorrido por las aulas de Arte Contemporáneo, Música, Pedagogía, Lenguas y Derecho; si, usted ha leído bien, tomé cursos en "Derecho", o "Leyes" para aquellos lectores que no estén familiarizados con el concepto.

El principal problema de mi programa extracurricular, fue que cada asignatura electiva que seleccioné era más compleja que la anterior. Sin embargo, hubo una que jamás olvidaré: "Grandes Pensadores". Una asignatura impartida por un hombre muy particular, extremadamente culto y terriblemente polémico, que a escasos diez minutos de iniciar, me hizo pensar que reprobaría. Sin embargo, lo realmente sorprendente es que no solo aprobé, sino que, además, acabé tomando la segunda parte el semestre siguiente.

Sin duda, el mayor atractivo era esa especie exótica que, clase a clase, se movilizaba por el salón y hablaba por hora y media sobre algún gran pensador del siglo XX. La pasión que ponía en sus palabras era cautivadora, y el sarcasmo con el que criticaba, aterrador. Su dinámica de trabajo también era interesante, pues exigía la entrega impostergable de un ensayo, de una carilla de extensión, sobre el tema tratado en la sesión anterior. Me permito comentar que sus evaluaciones eran despiadadas, pero incitaban al inexperto autor a explorar y explotar su habilidad literaria, o al menos a intentarlo.

Las semanas que pasé golpeando mi cabeza contra el muro para conseguir un escrito "original", fueron memorables. Sin embargo, pese a mis incansables esfuerzos, no logré el estilo de escritura que este individuo consideraba ideal, exceptuando un par de ocasiones en que conspiré contra su vida.

Pese a todo el sufrimiento, ese fue uno de los electivos que más he atesorado, pues logró hacerme olvidar los problemas de mi carrera y me devolvió esa pasión por escribir, que casi había perdido a través de los años de universidad.

De esa experiencia nació la idea para este libro.

Vista in Terra - Vida en la Tierra -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora