Castigo.

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ㅡ ¿Debo tener miedo?

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ㅡ ¿Debo tener miedo?

ㅡ Oh, no es nada malo. Creería que incluso te alegrarás de haber perdido.

Dudosa, Jennie obedeció sin peros. Cuando su piel entró en contacto con la fría superficie de madera, sintió como la abundante humedad resbalaba por sus pliegues, y confirmó que estaba haciendo un desastre. Esperó que Rosé no lo note, ya que la avergonzaba. No había forma de que tanta humedad sea normal. Cuando estuvo acomodada como la menor le indicó la miró, expectante.

ㅡ Dos reglas ㅡinició Roséㅡ. No puedes pararte de la silla hasta que yo lo diga, y no puedes usar tus manos de ninguna forma. Manos sujetas al borde de la silla, por favor.

Jennie no estaba acostumbrada a no ser quien dominaba estas situaciones. Sin embargo, estaba descubriendo que le encantaba el lado autoritario de Rosé. Además, podía ver genuino placer en sus ojos al llevar la voz de mando, y verla disfrutar era todo lo que quería. Por encima de todo, para ella siempre estuvo el placer de Rosé. Se colocó como se lo pidió, y la rubia sonrió satisfecha. Se subió a la cama y se sentó en el centro.

ㅡ Ahora solo disfruta, cariño.

Se acomodó sobre sus rodillas y echó su cabello hacia atrás. Estaba preciosa, una deliciosa mezcla de dulzura y erotismo. Su piel pálida se veía tan suave que Jennie solo quería recostar sus mejillas en ella. Los chupetones resaltaban en su cuerpo, y los acarició orgullosa.

ㅡ Me encanta que me marques. 

Con la mirada más seductora del mundo, bajó sus manos hacia sus pechos. Los apretó a la vez, liberando un pequeño jadeo. Jennie tembló en su silla, ansiosa por ser ella quien tenga las manos sobre su cuerpo. Rosé rió ante la impaciencia y sin quitar los ojos de Jennie, tomó sus pezones entre las puntas de sus dedos y dio un tirón suave, experimental. Una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo, y liberó el primer gemido.

ㅡ Jennie...

Los ágiles dedos jugaron con sus pezones un rato más. De vez en cuando, en respuesta a una caricia especialmente placentera, las caderas de Rosé se movían suavemente hacia adelante. Había descendido hasta que su centro casi tocaba el edredón, y aún seguía sobre sus rodillas, con las piernas abiertas. Jennie tenía una vista perfecta de la ropa interior empapada y se moría por ver más.

Como si le leyera la mente, las manos de Rosé bajaron por su abdomen, y acariciaron su cintura y su pelvis con lentitud. La menor buscó la mirada de su acompañante, y cuando logró sostenerla, le guiño un ojo, mordió su labio inferior y bajó una de sus manos hasta su intimidad.

Jennie casi se desmaya en ese instante. Ver a Rosé tocarse había sido durante muchos años una de sus más grandes fantasías. Se lo llegó a insinuar una vez, pero la mayor era algo tímida, y con besos la convenció de que prefería que ella la toque. Luego de eso, no lo intentó más, tenía miedo de incomodarla. Sin embargo, nunca dejó de ser uno de sus más grandes deseos, y presenciarlo ahora, con la nueva actitud traviesa de Rosé, la tenía al borde de la locura.

𝐓𝐞𝐞𝐧𝐚𝐠𝐞 𝐃𝐫𝐞𝐚𝐦┃𝐂𝐡𝐚𝐞𝐧𝐧𝐢𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora