Maria: ¿Seguros que no quieren que los lleve? - nos pregunta la madre de Santos a Diego y a mi.
Roberta: No se preocupe, iremos en mi auto, pero gracias, de todos modos - agradezco abrazando ligeramente a Maria y agitando la mano hacia Santos antes de salir con Diego detrás de mí.
Diego: Puedo irme caminando - repite por milésima vez.
Roberta: Ya te dije que no. ¡Somos vecinos, sería egoísta no llevarte! - exclamo, y él, muy en el fondo, sabía que era verdad - A menos... - agrego, comenzando con el plan para que sacara al gato de la bolsa.
Diego: ¿Qué? - espeta mirándome con una ceja arqueada.
Roberta: A menos que tengas algún compromiso, ya sabes, alguien con el que hayas quedado a estas horas de la noche - digo "casualmente", tratando de parecer inocente.
Sonríe cínico antes de responder, y sé que sabe lo que estoy haciendo.
Diego: No, iré contigo.
Roberta: De acuerdo, sube al auto - indico suavemente. Sonriendo en mi interior por mi plan. Oh, sí, nadie más me verá la cara de tonta de ahora en adelante - Tengo que pasar por unas cosas a la casa de Mia, espero y no te moleste - comento sonriendo, pero a él ya se le ha borrado todo rastro de diversión de su rostro.
Diego: ¿Sabes qué? Me tienes harto , lo que yo y cualquiera de tus amigas dejemos de hacer no es tu problema. Pero ya que tienes TANTAS ganas de saber la verdad, vamos, pon el auto en marcha, a ver si se atreve a decirte la verdad en mi cara - dice.
Nuestras respiraciones estaban agitadas, y no sé en qué momento se acercó tanto, pero sólo sabía que no seré yo la que pierda en este ridículo juego de miradas. Me ha pisoteado demasiado, pero ya no más ; se acostó con mi mejor amiga , pero no lo haría de nuevo. Sabía que me gustaba, y aún así me besó después de venir de tener sexo con una zorra. No, señor , esta vez , ganaría yo.
Roberta: ¡No me mires así! Ésta vez no resolveremos nuestros problemas con besos, sino con hechos - dejó de mirarme al girar la cara bruscamente.
Diego: ¿Qué esperas? ¡Conduce! - demanda a gritos.
Roberta: ¡NO ME GRITES! - grito ahora yo.
Diego: Verdad, vamos por ti.
Grito cuando su mano se posiciona en mi rodilla y la aprieta, presionando el acelerador, poniendo el coche en movimiento. Él hace caso omiso a mis gritos, y parece no inmutarse cuando giré bruscamente antes de chocar contra un auto estacionado. Finalmente, acepto que no soltará su agarre, y sólo me dedico a conducir con toda mi atención, pues la velocidad no era la mínima, aunque tampoco sobrepasaba el límite.
Roberta: Ya llegamos, ¿feliz? ¡Ahora quita tu mano! - grito furiosa en su cara.
Diego: Sí, estoy feliz, pero sospecho que tú no lo estarás en cinco minutos. Baja - ordena abriendo su puerta y azotándola al cerrar.
Roberta: Cuidado, que tú pagarás los daños - advierto amenazante - Diego, esto es ridículo, ya es tarde - agrego.
Diego: ¡NO! - alarga sarcástico - Su majestad quería algo, yo sólo estoy haciendo mi trabajo - muestra las palmas de sus manos, en una señal de inocencia y paz.
Río irónica, pero avanzo con la cabeza en alto, chocándole un hombro apropósito al pasar por su lado, haciéndolo reír antes de callarse rápidamente y fulminarme con la mirada. Suspiro frente a la puerta, y ruego que no esté en casa su madre, no queriendo que sea espectadora de lo que sea que vaya a ocurrir. Alzo la mano para tocar la puerta, pero Diego se me adelanta, golpeando firmemente, no quitándome la mirada en ningún momento, sonriéndome con esa cínica sonrisa suya.
Mia: ¿Qué rayos hacen aquí? - fue lo primero que preguntó la rubia al salir, no sin antes inspeccionarnos con la mirada, abriendo grande los ojos al ver a Diego, demostrándome una vez más que algo había pasado entre ellos.
Roberta: Él dijo que tú ibas a contestar mis preguntas - hablo enseguida cuando Diego abrió la boca para decir algo, cerrándola al yo interrumpirlo y mirándome mal por ello.
Mia: ¿Cuáles preguntas? - su tono de voz no se inmutó, pero supe que estaba nerviosa por el movimiento que hacen sus pies, mostrando impaciencia disfrazada.
Roberta: ¿Qué tienen ustedes dos? ¿Son novios, amantes, amigos o esposos? Advierto de una vez que sólo hay una opción correcta - advierto.
Mia: Nada, no somos absolutamente nada. Ahora, si no les molesta, que no me importa, me iré a dormir.
Roberta: ¡Espera! - digo interponiendo mi mano justo antes de que cerrara la puerta en nuestras caras - Yo nunca dije que sólo tenía una pregunta.
Mia: Roberta, ahora no es el momento - susurra mirándome amenazante - Salimos mañana y respondo a todas tus dudas, ahora, ¡lárguense!
Miro boquiabierta la puerta ahora cerrada, incrédula por su capacidad de dejarnos con la palabra en la boca. Siento un peso en mis hombros, y sé de quién son las manos sobre ellos, las cuales me guían de regreso al auto. Me dejo dirigir por Diego, y no reclamo cuando, en vez de abrir la puerta de piloto, me hace subir como acompañante y él a mi lado; pone las llaves en el contacto y el coche en marcha. Mientras, yo me mantengo abstracta en mis pensamientos.
NO TODO ES LO QUE PARECE.
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