CAPÍTULO II

1 0 0
                                    

Damien

Me encuentro pegando carteles de las actividades que habrán este curso. Es una tarea un tanto aburrida, pero creo que es de las pocas cosas que puedo hacer en el centro. Me llamo Damien Stahlbaum y la verdad, no tengo muchas ganas de estar aquí hoy. Pero si no estoy aquí, no podré conseguir mi propósito para el futuro.

Es el primer día de clases y he tenido que venir antes a ayudar con algunas cosas de las presentaciones. Necesitaba un poco de paz porque me ofrecí a ayudar con esto hasta que llegase la hora de mi presentación. Estaba tranquilo, poniendo carteles hasta que alguien se me acercó y empezó a hablarme.

-Hola- comenzó a hablar- ¿sabes dónde está el auditorio? No se donde es y tengo que ir a la presentación.

Recibió un silencio de mi parte mientras le miraba sorprendido. Fue algo muy incómodo para ambos, la verdad.

-Emm, ¿sabes dónde está el auditorio?- volvió a preguntar esperando una respuesta de mi parte.

Pero en vez de eso me fui sin decir. Diréis que soy un borde o un maleducado. Pensaréis "Damien, solo te ha preguntado una cosa que no es tan difícil contestar". Bueno, puede que no sea difícil contestar para vosotros, pero para mí es algo imposible. Os preguntaréis porque, bueno, no es algo que vaya admitiendo así como así. Pero si no le he contestado y me fui así es porque soy mudo. No puedo emitir ningún sonido, y contestarle habría sido una tarea imposible. Me limité a ayudar con las reformas que quiere hacer el centro o, como ahora, papeles fáciles que no requieran de mi voz.

He recibido bastantes burlas por esta condición, y que alguien ajeno a esta situación no lo sepa para mi es un alivio. Aunque, siendo sinceros, creo que no quita el hecho de que me fuera sin decir nada, fue algo de muy mal gusto de mi parte. Quizá tuve que haberle hecho algún gesto que mostrase que no puedo hablar, o algo parecido.

Tengo que volver a seguir pegando los carteles por donde me encontré a este chico. A lo mejor sigue ahí, a lo mejor me puedo intentar disculpar, de alguna manera. Volví por donde había venido para buscarle, pero no lo encontré. Supongo que se habrá ido para buscarlo por su cuenta. De seguro ahora estará pensando que soy un maleducado, o que soy un borde, de cualquier manera no tiene una buena imagen mía. Tendré que cargar con eso hasta que le vuelva a ver, porque supongo que le volveré a ver si estudia aquí.

Seguí poniendo los carteles que tenía y me puse a pensar en este chico y en cómo había actuado. Es la primera vez que lo veo en este centro, supongo que será nuevo, porque si no fuera nuevo me acordaría de él perfectamente ya que su pelo era único, pelo rubio casi blanco y piel pálida. No era mucho más bajo que yo, pero sí que había una ligera diferencia de altura. Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en él porque me sentía culpable, así que me centré en terminar de pegar los carteles e ir a la presentación.

Mi teléfono empezó a vibrar, lo agarre y revisé quien me escribía. En parte me imaginaba quien era así que leí el mensaje por encima y no lo contesté. Al minuto volvió a sonar, era la misma persona, volví a leer lo que ponía y lo guardé. Sentí como empezaba a vibrar cada vez más así que decidí apagarlo para así no tener que oírlo.

Estaba terminando de pegar los carteles cuando sentí que alguien se apoyaba en mi codo.

-¿Y para que se supone que son estos carteles?- me giré y vi a Ian, mi mejor amigo. Un chico no mucho más alto que yo, pelo negro piel clara y ojos azules. Ha sido el único que nunca se ha burlado de mi condición. Incluso aprendió lenguaje de señas solo para poder ayudarme a entender lo que escuchaba y así poder escribir. Cuando me preguntó le miré sin ánimos y sin ganas de contestarle.

¿Cómo hemos acabado así?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora