Cap III.

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Castillo de Windsor: 01/01/2022
5:45 a.m

Gianna Jiménez.

-Señor, el príncipe Jonathan lo espera en el estudio del Rey. Ha solicitado que su interrogatorio se lleve a cabo allí -anunció Gianna al entrar en la oficina donde Andersson revisaba documentos de la investigación, el ambiente cargado con el peso de los recientes interrogatorios.

Andersson levantó la vista de los papeles, sus ojos azules escrutando a su joven pupila. Luego soltó un suspiro, acomodando su corbata con un gesto automático.

-Quiere un entorno que le resulte familiar, así se sentirá más seguro. -Observó con cierta desgana mientras recogía un par de documentos del escritorio-. ¿Qué conducta indica esto?

Gianna, aún acostumbrándose a las evaluaciones constantes de su mentor, frunció el ceño, procesando la pregunta antes de responder. Sabía que sus palabras serían analizadas minuciosamente.

-El príncipe está intentando ejercer control sobre la situación. Al elegir el lugar del interrogatorio, busca imponer su voluntad, mantenernos en terreno que él considera más favorable. Pero también... -hizo una pausa, midiendo cuidadosamente sus palabras-. El estudio del Rey está alejado del lugar de los hechos. Podría estar buscando distanciarse del escenario del crimen. Es posible que sienta culpabilidad o al menos incomodidad por lo ocurrido, aunque no podemos definirlo con certeza sin verlo reaccionar durante el interrogatorio.

Andersson asintió lentamente, evaluando la respuesta de su pupila. Luego, con una media sonrisa, se levantó de su silla y colocó una mano firme pero cálida sobre el hombro de Gianna.

-Bien razonado, Gianna. Tienes suerte, me acompañarás en el interrogatorio.

Las palabras de Andersson la dejaron atónita. Su corazón comenzó a latir con fuerza y, aunque intentó mantener la compostura, no pudo evitar que su voz temblara ligeramente.

-¿Cree que estoy lista? -preguntó, sus ojos reflejando una mezcla de nervios y emoción. Sabía que esta era su oportunidad para demostrar su valía, pero también sentía el temor de fallar bajo la presión.

-Has demostrado tus conocimientos teóricos de sobra -respondió Andersson, apretando suavemente su hombro para infundirle confianza-. Ahora es momento de ver tus habilidades en el campo.

Gianna asintió con determinación, sintiendo una renovada confianza. Sabía que sus calificaciones en la academia habían sido impecables, y se enorgullecía de ello. Había trabajado incansablemente para estar entre los mejores y ahora era momento de probar que no solo era buena en teoría, sino también en la práctica.

Andersson, viendo que ya no había razones para permanecer más en la oficina, tomó una carpeta con el expediente del príncipe Jonathan y se dirigió hacia la puerta, haciéndole un gesto a Gianna para que lo siguiera. Salieron a una elegante sala de espera, decorada con mármol y maderas nobles. Varias personas aguardaban allí, todas envueltas en una atmósfera de tensión e incertidumbre. Gianna reconoció a algunos de los invitados a la fatídica fiesta: Sarahí, la hija del embajador, Sebastyán, Lady Valois, el príncipe Heinrich de Alemania, la princesa Eva-Maria de Austria y Apolo, el hermano gemelo de Eleanor.

Todos compartían una expresión de preocupación y desolación, aunque sus semblantes variaban de la impaciencia a la tristeza. Gianna los observó detenidamente mientras cruzaban la estancia, sus pasos resonando en el suelo de mármol. La sensación de que cada uno de ellos podría ser el asesino la embargó por un momento. «Todos pueden ser culpables», pensó, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Dio un profundo suspiro, tratando de calmar los nervios, antes de subir junto a Andersson las escaleras que llevaban a los estudios reales.

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