Capítulo 2

13 1 3
                                    

TRES MESES ANTES.

Tres pares de ojos miraban el televisor, expectantes. Jared y Lissa, mis padres adoptivos, escuchaban las ultimas noticias respecto al caos que empezaba a esparcirse por todo Quebec, mientras que yo escuchaba su conversación escondida detrás de la puerta de la cocina. Era una de las pocas veces en las que había visto a Jared sobrio y a Lissa sin su carpeta, o su notebook bajo el brazo, era obvio que el tema los alarmaba. En la televisión, la reportera se limpió el sudor de la frente. Su voz era entrecortada y nerviosa, tanto que sus palabras eran atropelladas y entorpecían la programación.

-Este bando, que... Humm... Se hace llamar La Verdadera Sangre, ingreso a la ciudad hace una semana y persuadió tanto a una parte del poblado como a oficiales, de que los H's son un peligro para nuestra ciudad. E-en algunas partes de la ciudad se están llevando a cabo allanamientos y pruebas de sangre para condenar a muerte a estas personas -Esas palabras hicieron que mi pulso se acelerara gradualmente-. Pe... Pero en otras zonas la gente no esta de acuerdo en condenar a muerte a los H's, por lo que se han desatado enfrentamientos y conflictos por concretar el fin de esta raza.

Perpleja, traté de analizar lo que acababa de oír. Yo no era un peligro para la ciudad, definitivamente nunca lo había sido. ¿Qué clase de persona me condenaría por un crimen que no he cometido? ¿Cómo es que la policía estuvo de acuerdo en deshacerse de vidas inocentes?. Nada tenia sentido, ¿La Verdadera Sangre? ¿Acaso creían que yo pedí nacer con esta sangre? Fue lo mas sádico y brutal que alguna ves había oído. O eso creía...

Jared y Lissa no parecían sorprendidos, ni tristes. Ninguno emitió ni una sola palabra, se limitaron a mirar el televisor sin expresión alguna, lo que me enfureció. Sus miradas no dejaban ni el más mínimo rastro de que alguna vez hubieran sentido algo por mi, ni siquiera pena... Mucho menos amor.

La reportera volvió a hablar luego de una pausa prolongada. Su voz ahora sonaba mas relajada.

-Últimas noticias, una gran cantidad de personas se han reunido en la zona central de Quebec, en una marcha en contra del asesinato de los H's.

Luego la cámara enfocó a una multitud de personas que marchaban a paso decidido, mientras cargaban carteles y pancartas con inscripciones como "Los H's También Son Personas" o "No a la pena de muerte". Se podían oír los gritos de protesta, acompañados de las fuertes pisadas. También había gente con tambores, otros simplemente aplaudían mientras gritaban "¡Ellos no son un peligro! ¡No a la pena de muerte!". Sabia que el bando de La Verdadera Sangre llegaría e intentaría asesinarme. Esa imagen me dio cierta esperanza de que no todos están en contra mio, los H's me ayudarían y aun había personas que no deseaban acabar con nuestra raza. Me pregunté a mi misma si Jared y Lissa estarían de parte de los H's o del bando de La verdadera Sangre... Aunque fuera algo ilógico, ya qué me criaron desde que tenia seis meses, si hubieran querido acabar conmigo ya lo habrían hecho. De todas formas, decidí no correr el riesgo.

Me aleje de la puerta y fui corriendo hacia mi habitación. Era mi oportunidad de huir, a ellos no les importaría, nunca les había importado lo que yo pudiera hacer ¿Por qué ahora si?. Creé un plan en mi mente: Primero, tomaría una mochila con ropa y alimento para unos días, me las arreglaría para evadir a Jared y a Lissa y saldría de la casa. Luego encontraría a mas personas de mi raza y huiríamos de la ciudad. ¿Qué podría salir mal?. Cerré la puerta de mi habitación detrás de mi y tome una mochila mediana. Empecé con la tarea de elegir que ropa iba a llevar. Estábamos en otoño, pero ya se empezaban a ver las ventiscas que traían consigo indicios del invierno. Termine guardando tres camisetas, una campera de cuero, dos pantalanes y un par de zapatillas deportivas. También encontré una vieja linterna y un repuesto de baterías. Luego, rebusque entre mis cajones el preciado cuchillo que encontré en sótano, recuerdo que estaba guardado cuidadosamente en un estuche negro con decoraciones doradas. Era mi tesoro, y mi arma en contra de malhechores que quisieran ingresar a mi habitacion. Yo misma me encargue de limpiarlo y afilarlo, pues, a pesar de mis 17 años, sabia como usarlo.

Lo encontré en su estuche. Lo coloque de dentro de mi pantalón con el mango sobresaliendo: Si llegase a ser necesario lo usaría. Terminé tapándolo con el saco que llevaba puesto, luego cerré la mochila y mire por última vez la habitación que había sido mi refugio todos estos años. Sin embargo, no me costo despedirme de ella. Salí de mi ahora antigua habitación fui hacia el jardín trasero, a concretar mi plan. Allí me encontré con el grotesco can de la familia: un doberman que parecía haber sido sacado de una película de terror. Ignore por completo sus gruñidos hacia mi y caminé hacia la caseta al final del jardín, donde guardabamos los muebles viejos. Abrí la puerta que emitió un chirrido antes de cederme el paso, ingrese a la caseta y deje la puerta ligeramente entreabierta. Si no fuera por la luz que se filtraba a través de las grietas de la madera vieja que conformaba las paredes, hubiera estado completamente a oscuras. La pequeña caseta estaba repleta de viejos sillones, sillas rotas o mesas desmanteladas, todo cubierto por telarañas y una mata de pólvo gris que le daba a la habitación un aspecto escalofriante.

Incliné todo mi peso sobre un viejo sofá y empuje con todas mis fuerzas. El sofá no cooperó mucho, pero logre moverlo para revelar un panel con decenas de botones que controlaban los aspersores del jardín. Estaban programados para encenderse automáticamente a cierta hora del día, pero presionando los botones adecuados podría encenderlos en un santiamén. Toqué varios botones que solo encendían algunos aspersores o los apagaban, hasta que llegue a un botón amarillo que al presionarlo, todos los aspersores se encendieron al compás mientras que el horroroso Doberman empezaba a ladrar a la lluvia artificial. Perfecto.

Admire con suficiencia mi obra: El doberman lanzaba mordidas al los aspersores mientras ladraba y alarmaba a los demás canes del vecindario, que se unían al cántico de ladridos.

Tenia poco tiempo. Salí de la caseta y cerré la puerta, luego corrí a través de la lluvia artificial hasta pasar junto al Doberman que estaba lo suficientemente distraído con los aspersores como para notar mi presencia. Rodeé la casa pasando a través de la puerta del garaje y me detuve junto a la ventana de la cocina, justo a tiempo para ver la confusion en el rostro de Jared y Lissa.

-¿Por qué ladra tanto ese can estúpido?- Gruñó Jared mientras se ponía de pie y salia junto a Lissa de la cocina.

Segundos después, escuché la puerta trasera cerrándose, los chillidos agudos de Lissa al toparse con los rociadores y las maldiciones de Jared. Ahogué una pequeña risa y corrí hacia la puerta delantera. Entre silenciosamente y fui directo a la cocina. Tome un par de latas de fruta y alimentos no perecederos, eso era suficiente, luego tendría que arreglármelas sola. Salí de la cocina y corrí hacia la puerta delantera, junto a esta había un marco con una foto mía junto a Jared y Lissa, todos sonriendo. Recordaba ese día, esa fue la sonrisa mas falsa que algún día había esbozado. No tendría que fingir mas. Tomé el cuadro con ambas manos, lo arrojé al piso y con la suela de mi zapatilla pise la foto hasta que solo quedara vidrio y pedazos de marco roto.

Salí de la casa y cerré la puerta justo cuando Lissa gritaba desde el jardín trasero.

-¡HAYLEE! ¡ESTAS EN SERIOS PROBLEMAS!

Reí ante la ironía de su comentario. En otra ocasión me hubiera sentido temerosa, pero en ese momento me sentí mas bien que nunca, a pesar de todo. Ajuste mi mochila y tomé mi bicicleta, me monte en ella y emprendí camino hacia el centro de la ciudad, hacia mi raza y hacia mi libertad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 01, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DifferentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora