1.

9 3 1
                                    

Los humanos son criaturas curiosas, llenas de expectativas, emociones y deseos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los humanos son criaturas curiosas, llenas de expectativas, emociones y deseos. Para mí, un psíquico capaz de leer la mente de todos a su alrededor, esto es un fenómeno que he observado a lo largo de mi vida. Sus pensamientos, en su mayoría, son un torbellino de preocupaciones triviales: el examen de matemáticas del lunes, la última serie que todos comentan en redes sociales, y los rumores sobre los nuevos estudiantes. Pero luego están los pensamientos de esa chica en mi clase; la sonriente y expresiv Emma a la que todos conocían; que son como un torrente desbordante, vibrantes y a menudo ruidosos.

La primera vez que se acercó a mí, lo hizo con una sonrisa radiante y una caja de galletas.

—¡Espero que te gusten!” —decía mientras sus ojos brillaban de emoción. Pero su mente, rebosante de energía, gritaba: “Es un comienzo, si le gustan mis galletas, ¡esto va a funcionar! Tal vez le prepare algo diferente cada día de la semana, se que adora los dulces. ¡Estoy lista para conquistar a este chico!”.

No era difícil darse cuenta de sus intenciones. Me encontraba sentado en un rincón del patio, donde la tranquilidad era un refugio. Accepté la caja de galletas, una mezcla de avena y chispas de chocolate, sabiendo que su esfuerzo era sincero, pero al mismo tiempo sintiendo el peso de su expectativa. “Santo cielo, no estoy aquí para ser conquistado”, pensé. Sin embargo, no podía evitarlo; esas galletas eran más que comestibles, eran un esfuerzo tangible.

El primer bocado de la galleta fue agradable. El sabor de la avena mezclado con las chispas de chocolate se deshizo en mi boca, pero aunque lo disfruté, la razón detrás de eso me resultó desconcertante. La mente de Emma continuaba hablando: “¡Espero que le gusten! Si no, podría intentar otra receta… tal vez cupcakes de red velvet o brownies”. Podía casi sentir su entusiasmo desbordante, y eso me incomodaba.

Al día siguiente, se presentó con una charola de flanes.

—¡Mira! Hice estos anoche. Son los mejores de la ciudad, o eso dice mi madre —me explicó, llena de emoción. Mientras me pasaba la caja, su mente estaba llena de pensamientos: “¡A la gente le encantan los flanes! Esto tiene que funcionar. Si le gustan estos, mañana traeré los cupcakes rellenos de caramelo”.

Sus pensamientos y su energía eran como un torbellino a mi alrededor, y aunque intenté ignorarlo, su entusiasmo era contagioso. Esta vez, no pude evitar una leve sonrisa mientras aceptaba la caja. Los flaness eran densos y esponjosos, con un sabor a caramelo que se mezclaba con un toque de durazno. Mientras los comía, sentí su mirada fija en mí, esperando algún indicio de que había logrado captar mi interés.

Pero mientras ella pensaba en lo que vendría después, mi mente no dejaba de repetirme: “No le des esperanzas, Saiki, te gustan los dulces, no Emma. Ella no necesita saber que disfruto lo que hace”. La verdad es que, aunque me gustaban los dulces, su intención era lo que me hacía retroceder. Emma no me desagradaba en realidad, pero no estaba buscando una conexión emocional ni de ningún tipo. Estaba atrapado en un mundo donde la tranquilidad era mi mayor deseo. Asentí en señal de agradecimiento y sus ojos se iluminaron, me ofreció una sonrisa y se alejó saltando.

Tres oportunidades para conquistar al psíquico || Saiki KusuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora