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Había días en los que prefería que mi mente estuviera vacía aunque fuera imposible para un psíquico como yo, días en los que el ruido constante de los pensamientos ajenos se volvía insoportable

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Había días en los que prefería que mi mente estuviera vacía aunque fuera imposible para un psíquico como yo, días en los que el ruido constante de los pensamientos ajenos se volvía insoportable. Y luego estaban los días como hoy, en los que los pensamientos de Emma ocupaban cada rincón de mi mente, aunque fuera por curiosidad incluso cuando no estaba presente, eso fue aterrador. Era una presencia ineludible, su insistencia, su esperanza, todo girando a mi alrededor como un satélite que no podía dejar de orbitarme.

Estábamos en clase, y como siempre, Emma era una distracción constante. Ella estaba sentada en su pupitre, con la cabeza apoyada en la mano y el ceño ligeramente fruncido. No estaba prestando atención a la clase, eso estaba claro. Su mente estaba luchando consigo misma.

“¿Por qué sigo intentándolo? Todo lo que hago parece rebotar en un muro invisible. No importa cuánto me esfuerce, él no responde. Quizás… quizás debería dejarlo ir. Tal vez he estado equivocada todo este tiempo, pensando que podía llegar a él, que podía ser algo más que la chica que le da postres todos los días. Tal vez solo debería ser… diferente.”

Sus pensamientos eran como un eco triste que resonaba en mi mente. Por primera vez desde que la conocía, Emma parecía estar considerando la rendición, algo que no había creído posible. Había sido constante, infatigable, siempre llena de esperanza. Verla ahora, en silencio, debatiéndose entre rendirse o seguir, era extraño.

“Se tú misma.”

No me di cuenta de que había enviado ese pensamiento hasta que vi su reacción. Emma se enderezó de repente, sus ojos muy abiertos y su mente llena de confusión. “¿Qué…? ¿Qué fue eso? Se… ser yo misma ¿Eso es lo que necesito hacer?” Se quedó inmóvil por un momento, procesando lo que había sentido. Luego, poco a poco, una chispa de esperanza volvió a encenderse en su mente.

“Sí, tal vez eso es lo que he estado haciendo mal todo este tiempo. He intentado ser lo que creo que a él le gustaría, he intentado impresionarlo con cosas que no soy realmente. ¿Y si simplemente dejo de intentarlo? Después de todo, no conozco mucho de él, y él tampoco sabe quién soy en realidad.”

"Santo cielo, que problema, aunque esta vez tenía razon, aunque yo sabía más sobre ella de lo que se imaginaba"

Suspire, todo esto resultaba cada vez más molesto, no era mi intención darle un impulso de esperanza, pero el daño ya estaba hecho. La idea de rendirse se desvanecía rápidamente de su mente, reemplazada por una nueva determinación. Y, curiosamente, sentí una pequeña chispa de curiosidad por lo que podría pasar. ¿Qué haría Emma ahora que había decidido dejar de lado sus intentos forzados?

La respuesta no tardó en llegar. Apenas terminó la clase, la vi acercarse a mi pupitre, con una expresión diferente, más relajada, casi como si hubiera tomado una decisión importante y supe lo que haría ahora.

—Saiki, estaba pensando… sé que siempre intento muchas cosas para acercarme a ti, que probablemente te he molestado mucho. Así que, si te parece bien, ¿te gustaría ir a tomar un café después de clases? Sólo para hablar un poco. No sé mucho de ti, y tal vez tú tampoco de mí. Pensé que podría ser buena idea

Tres oportunidades para conquistar al psíquico || Saiki KusuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora