Natalia se encuentra en una casa de poca iluminación y un tono lúgubre, está en la sala con una toalla encima y sujetando a la pequeña Lili con fuerza, se siente algo insegura mientras observa como un hombre va de un lado al otro buscando no sabiendo qué...
En el lote baldío, Natalia despierta. La lluvia ha cesado, dejando una brisa fría que acaricia su piel. Parpadea con fuerza, tratando de distinguir su entorno, y al levantar la vista, nota la presencia de un hombre bajo una sombrilla. Él la observa en silencio, su figura apenas visible bajo la tenue luz de un poste cercano. Sus miradas se cruzan y, por un instante, todo parece detenerse.
El hombre, de aspecto mayor y semblante rudo, se acerca y se arrodilla lentamente frente a ella. Aunque su expresión es dura, hay una gentileza inesperada en su mirada.
—¿Necesitas ayuda? —pregunta suavemente, extendiendo una mano hacia la pequeña.
Natalia, sorprendida, lo mira con cautela. Cae en cuenta que no siente el habitual temor que le producen las personas cuando le ofrecen su ayuda; algo en la voz del hombre la calma, aunque no puede sacudirse la sensación de que hay algo extraño en él. Recuerda la promesa hecha a Lilith: no huir de quienes quieran ayudarla. Con esto y un leve temblor en sus manos, abraza con fuerza a la pequeña Lili y, tras un breve momento de duda, acepta la mano del hombre.
El hombre le ayuda a levantarse, y la cubre con su abrigo, y le acerca la sombrilla para protegerla de la llovizna que aún cae débilmente. Sin más palabras, la guía hacia su casa.
La casa es modesta, con luces parpadeantes que proyectan sombras alargadas en las paredes. Natalia permanece de pie, sintiéndose un tanto fuera de lugar en el lúgubre salón, con una toalla sobre sus hombros y su pequeña zorrita de peluche apretada contra su pecho. Mientras tanto, el hombre se mueve apresurado en la cocina, abriendo y cerrando cajones con una torpeza evidente.
—Ponte cómoda, te prepararé algo de tomar —dice, tratando de sonar despreocupado, aunque la ansiedad en sus gestos lo delata.
Desde su posición, Natalia observa con curiosidad cómo el hombre prepara algo que no reconoce. Los movimientos del extraño, aunque torpes, son cuidadosos, como si temiera romper el frágil momento entre ambos. De repente, un aroma dulzón invade la sala, envolviendo el lugar con una calidez inesperada. Natalia inhala profundamente, intrigada por aquel olor desconocido pero agradable. Es chocolate, y aunque nunca lo ha probado, el simple aroma despierta en ella una mezcla de curiosidad y anhelo que no puede explicar.
El hombre se acerca con una bandeja, en la que ha dispuesto un par de sándwiches y una taza de chocolate caliente que humea suavemente. Natalia mira la bebida con una mezcla de sorpresa y cautela; no está segura de qué esperar, pero el aroma dulce y envolvente la invita a probar.
—Espero que te guste... —dice el hombre, rascándose la nuca, visiblemente incómodo, pero con una sinceridad en sus palabras que Natalia no ha visto en mucho tiempo.
Natalia toma la taza con ambas manos, sintiendo el calor que traspasa la cerámica. Lleva la bebida a sus labios y, al probar un pequeño sorbo, su expresión cambia. Es un sabor nuevo y le genera ganas de beberlo sin parar, cuando prueba los sándwiches, la timidez se pierde de sus actos y el volver a comer algo delicioso se apodera de ella, mientras come de forma desenfrenada, lagrimas caen de su rostro.
El hombre se preocupa por su reacción.
- ¿T- te encuentras bien? - Le mira asustado.
- S-sí, esta delicioso. - Habla con su boca llena mientras despoja una sonrisa y sus lágrimas no dejan de caer, su ternura llega al corazón del hombre.
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CINCO DIMENSIÓN
FantasiaUna pequeña niña es odiada por su círculo social, es abandonada por su madre y vive en las calles por un tiempo, sobrevive gracias a la ayuda de un señor y de la mujer que visita sus sueños, dándole valor para que pueda vivir tranquilamente en su fu...