Capítulo 6 : 5. Aprende a usar chistes...

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Asami estaba segura de que él era el único que lo veía, aunque eso no tenía ningún sentido. Su empleado se movía entre la multitud reunida con… gracia felina. No podía usar otra palabra ya que a veces veía sus orejas de gato moviéndose en su cabello negro azabache y esa cola... Oh, esa cola esponjosa que a menudo acariciaba su mano cuando se acercaba al más joven pero que permanecía absolutamente esquiva. Algo inusual estaba sucediendo, eso era seguro. No podría haber soñado todo esto. Entonces, ¿qué se estaba perdiendo? Imposible pedírselo a los británicos ahora; se haría el inocente. Y estaba convencido de que era imposible preguntar a otros que no veían nada. Asami hizo girar el alcohol en su vaso, incapaz de apartar la mirada de su gatito. Se felicitó por su control, realmente lo hizo. Nunca había sido tan difícil contenerse. Sólo este collar y esta campana. Lo escuchó cuando el lord inglés se paró cerca de él y se debió creer que ese sonido cristalino tenía efecto en su libido porque le había faltado tener una erección más de una vez.

Jugar al habitual juego político era realmente muy complicado para él, mientras que Harry parecía como pez en el agua. Asami supuso que esto se debía a su papel de Señor, donde se esperaba que supiera cómo usar la retórica para hacerse escuchar por sus mayores. Aunque parecía que el británico estaba acostumbrado a ser escuchado un poco por sus compañeros ya que nunca forzó el punto, manteniéndose tranquilo y agradable. Con una sonrisa afable que hacía brillar sus ojos verde esmeralda. Y pensar que Asami nunca antes había tenido interés en las piedras preciosas, este pequeño manipulador simplemente lo había cambiado todo. Debido a que claramente estaba siendo manipulado a esa hora, la yakuza estaba consciente de ello. Estaba siendo llevado por la nariz y, extrañamente, por una vez, le gustó. Incluso demasiado.

-¿Te estás divirtiendo, Harry?

-Más bien sí. Pero parece tenso, jefe.

-Hmm… me pregunto por qué.

La sonrisa del menor, toda inocencia y picardía, agitaba una vez más su entrepierna mientras la luz de los candelabros hacía brillar la campana contra esa pálida garganta. Asami volvió a agitar su alcohol para que sus manos no vagaran por el delgado cuerpo a su lado. Porque una vez que puso un dedo sobre su gatito, no pararía.

-El ministro todavía no está.

Asami una vez más se obligó a dejar de lado sus fantasías. Terminó su whisky y se lamió los labios. Notó la mirada verde siguiendo su lengua. Bueno, al menos él no fue el único afectado.

-En efecto. Él no vendrá más.

-¿Crees?

-Sé cuando alguien intenta huir de mí.

La mirada de incredulidad de Harry le divirtió. Sí, el más joven había intentado huir de él pero de este último, Asami no esperaba menos resistencia. Sin embargo, para el ministro era más miedo que otra cosa. O posiblemente lo habían presionado. Asami sacó su teléfono celular para enviarle un mensaje a Kirishima y lo guardó. La subasta estaba por comenzar y él tenía que participar activamente. Aunque sólo sea por las apariencias. Desdeñaba las noches en los hoteles de la capital que en la mayoría de los casos le pertenecían casi total o parcialmente. Se interesó más por las aguas termales, probablemente porque ya se imaginaba sumergiéndose con un gatito en su compañía. Ganó fácilmente una suscripción a la emisora ​​más cara, dejando millones de yenes en la operación, supuestamente por una buena causa. Harry se llevó a casa un bolígrafo y se lo entregó con una mirada traviesa. Asami lo tomó de buena gana, susurrando.

-Si juegas conmigo, gatita, sabes que ganaré.

-No estés tan seguro. Tengo recursos.

-Oh, no lo dudo.

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