01. Hell

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Capítulo uno | Infierno.

La adrenalina en mi pecho

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La adrenalina en mi pecho. Los nervios en mi estómago. El miedo. Podía sentirlos todos juntos dentro de mi sistema.

¿Lo hago? ¿Y si despierta? ¿Empeoraré todo? Comencé a sobrepensar, pero llegué a la conclusión de que, si lo pensaba demasiado, no lo haría. Podría quedarme hasta el amanecer sin haber hecho nada y, cuando despierte, todo volvería a la normalidad. Pero nunca me ha gustado la normalidad, mucho menos esta.

Me levanté lentamente. Lo peor que podría pasar es que despertara. Levemente, volteé y lo observé por unos segundos. Tomé la mochila del suelo, ya preparada para este momento. Salí de esa habitación sin remordimientos y cerré la puerta con sigilo.

Solo sentía alivio; sentía que lo había logrado, aun sin hacerlo.

Entré a la habitación de mi hija, abrí el closet y saqué otra mochila lista para este momento. La colgué en mis hombros antes de tomar a Izzy en mis brazos. Su cabeza se movió, buscando comodidad en mi hombro, todavía con sueño.

—Shhh, todo está bien, estoy aquí —susurré para ella.

Izzy cerró los ojos, aferrándose a mí. Con ambas mochilas colgadas en un hombro y a Izzy en mis brazos, ya podía salir. Salí de la habitación sin cerrar siquiera la puerta; estaba apurada. Agarré las llaves que estaban sobre la mesa del comedor, miré la puerta frente a mí. La indecisión y el arrepentimiento aparecieron por un instante, pero se desvanecieron al recordar. Así que caminé rápidamente hacia la puerta. Mi respiración estaba agitada; no entendía muy bien por qué.

Al dejar la puerta detrás de mí, no podía sentirme bien si todavía estaba ahí.

Hice todo de forma rápida, tenía que apurarme. En los asientos traseros, acomodé a Izzy; ella se movió, despertando un poco.

—Mamá... —dijo, frotándose los ojos con suavidad. Los abrió por un segundo, pero los volvió a cerrar; el sueño la vencía.

—Tranquila, cariño, vuelve a dormir.

Cuando abroché el último cinturón de seguridad que tenía su silla y escuché el clic, cerré la puerta y me subí rápidamente al auto. Acomodé las mochilas en el asiento del copiloto. Giré la llave y me tensé al escuchar el fuerte ruido que hizo el auto al encenderse.

Al levantar la vista, lo vi. Christian salió totalmente desconcertado; su confusión era evidente incluso desde lejos. Se frotaba los ojos repetidamente por las intensas luces del auto.

—¿Qué mierda? ¿A dónde vas?

Al hacer contacto visual, noté su rostro lleno de preocupación. Lo supe de inmediato: esa preocupación no era por mí, era por él.

Puse el pie en el acelerador; una lágrima rebelde rodó por mi mejilla, pero rápidamente desapareció cuando la sequé bruscamente con mi mano. Ignorando sus gritos desesperados, me fui.

TOUGH ★ Rick Grimes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora