Freya fue enviada a Midgard (La Tierra) por órdenes de su padre, Odin Padre de Todo, para asegurarse de que uno de sus tesoros dejado en La Tierra no fuese utilizado para malas intenciones. Sin embargo, cumplida su misión decide quedarse en La Tierr...
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1940
Cuando Howard se unió a la SSR para desarrollar mejores armas y herramientas que ayudaran a los aliados a ganar la guerra, Freya nunca se imaginó que terminaría siendo algo así como su asociada.
Durante el último año, Freya y Howard se habían convertido en amigos cercanos, sobre todo cuando la vio apagar un pequeño incendio, que había provocado dentro del laboratorio, absorbiendo el fuego con la mano.
Estúpidas ventanas.
Stark se negó a dejarla en paz hasta que su curiosidad sobre otro planeta fuera satisfecha, y guardó su secreto al explicarle que si algún gobierno descubría su verdadera identidad las cosas terminarían mal para ella.
—No pongas esa cara, Freyita —se burló Howard mientras pasaba un brazo sobre sus hombros —¿Estás enojada porque descubrí tu secretito?
—Cierra la boca, Stark. Tienes suerte de que no te haya hecho cenizas.
Estaba bastante molesta, sobre todo porque el saber de su identidad solo los ponía en peligro.
No le quedó otra opción que aceptar la realidad, aquello había hecho que Howard empezara a tratarla y entablar una amistad que Freya ahora valoraba muchísimo, de hecho, su personalidad coqueta y risueña le recordaba mucho a Thor.
—¿Puedo saber a dónde vamos? —le preguntó mientras caminaban por el pasillo de lo que parecía ser una base militar.
—Vamos a reunirnos con gente del ejército, planean un rescate.
—¿Y tu vas a ir? —le preguntó divertida —No te ofendas, How, pero ¿Siquiera sabes dar un puñetazo?
Se rio con fuerza cuando el hombre la miró mal.
—Ríete todo lo que quieras, pero no iremos a esa misión. Solo tenemos que construir algunas cosas para que la misión salga bien.
Howard abrió la gran puerta que se cernía frente a ellos, dejando ver a unos tres soldados además de una mujer de cabello oscuro vestida con un uniforme militar.
Freya frunció el ceño confundida.
Sin embargo, entró junto a Howard, quién estrechó las manos con un hombre de aspecto algo mayor.
—Coronel Philips.
—Stark, creí haberle informado que esta era una misión clasificada ¿Por qué está aquí su secretaria?
Freya lo miró con desagrado e incredulidad al mismo tiempo que observaba de reojo cómo la mujer de cabello oscuro poner los ojos en blanco como una señal de fastidio.
No sabía su nombre y ya le caía bien.
—La señorita no es...
—No soy su secretaria —lo interrumpió Freya con una sonrisa falsa al extenderle la mano —Soy la Dra. Freya Strand, bioquímica e ingeniera.
