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Capítulo IV:
Cuarta Lágrima.

—Hoy no estaré en casa hasta la madrugada.

—¿Qué? —Chan asomó su rostro por el marco viendo a Jeongin cambiarse a unos jeans negros, vans del mismo color, con una camisa blanca sin mangas y una chaqueta de cuero—. ¿A dónde vas?

—A trabajar, te lo dije. El restaurante tendrá algo así como una convención donde vendrá gente rica, los de tu clase para ser más específicos —Jeongin relataba peinándose frente al tocador.

—¿Los de mi clase? —Arqueó una ceja. Jeongin le vio con esa mirada de no-te-ofendas-por-la-verdad.

—Sí. Rica. De clase alta. Pijos. Cómo quieras llamarlos.

—Me ofendes —Chan lo abrazó por detrás, Jeongin sostuvo el delineador en el aire.

—La verdad siempre ofende. Lo siento amor.

—Ah... chico inteligente —alabó su novio. Jeongin sacudió la cabeza y siguió pintándose los ojos de un profundo negro que hacía resaltar sus hermosas esferas color almendra—. Te ves hermoso.

—Gracias —un rubor rojo intenso se extendió por sus mejillas—. ¿Vas a llevarme hasta el restaurant? —preguntó.

—Claro, princesa.

Jeongin rodó los ojos.

—¿Qué te he dicho sobre esos apodos estúpidos?

—¡Que no te agradan! Pero, me encanta llamarte así... bebé, nene, amor, princesa. Ah... esa es mi preferida —canturreó molestándolo.

—Es príncipe, tengo algo aquí abajo que cuelga para demostrarlo —Chan bufó.

—Ya sabes, no es tan fuerte como cuando... —Chan detuvo su argumento al percatarse de la extraña mirada en el rostro de Jeongin—. No vas a comprenderlo de todas formas.

—Se te caerá el pene por imbécil.

—Recuerda que ya no disfrutarás de mi pene —señaló su entrepierna. Extendiendo la mano, Jeongin lo acarició e hizo una mueca de melancolía.

—Siempre puedes ser el de abajo.

Chan iba argumentar en contra pero se encontró sin nada qué decir. Sonriendo, solo sacudió la cabeza y bajaron hasta el estacionamiento donde su camioneta BMW estaba aparcada.

—Será una buena noche... —prometió Jeongin.

(...)

La cocina era una locura, gente corriendo, bebidas yendo y viniendo. Platos, ollas y más sucios y amontonados, las brasas creando un ambiente pesado y espeso. Su frente sudaba gotas gruesas para demostrarlo.

Los comensales estaban ansiosos por lo que su jefe escupía fuego a los chefs. Y por esa pequeña S se refería a Jeongin y Jisung, el chef jefe.

Su cabeza estaba doliéndole de tanto gritar órdenes, sus ayudantes jadeaban corriendo y corriendo para traer los ingredientes y preparar los platos.

Jeongin sonrió a Jisung y él lo imitó. Con un pequeño trapo blanco que le extendió su ayudante, Jaehyun, se secó el sudor y agradeció a la joven con otra sonrisa.

En el momento en que los platillos principales fueron servidos, las expectativas crecieron. Esperaban buenos resultados, Jeongin confía en su habilidad de cocinar, pero Jisung era caso serio.

El hombre no se quedaba quieto. Jeongin lo tuvo que obligar a sentarse y él casi se desmaya al ver a Intak, uno de los camareros entrar jadeando.

—¿Qué sucedió? —se atrevió a preguntar.

Cry Baby ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora