。⁠:゚ 00: Emus maximus.

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¿Escuchaste la noticia del último hijo de los Yang? ¿Jeongin?

Lisa, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?

Ohhh, Jisoo, siempre tan mala onda. Pero, enserio, ese Jeongin me trae fascinada.

No eres la única.

Digo, un lindo y adorable omega que, además, es un cambia-formas. ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

—Es una máquina expendedora, no un micrófono, vete a hablar a otro lado.

Ambas jóvenes betas miraron al joven hombre frente a ellas, el flequillo de su pelo rubio casi blanco tapaba parcialmente sus ojos, pero su expresión de molestia era clara.

Las dos chicas hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquel chico, sino hubieran seguido su paso como si nada.

Lisa rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyada, tomando la mano de Jisoo, las dos betas se fueron, caminando por el pasillo del edificio de la universidad ignorando al rubio.

Chan por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de las dos chicas, tantas voces le hacían doler los tímpanos, y ese día todos estaban hablando de lo mismo.

En verdad, él había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Yang Jeongin; siendo un joven omega de una familia rica de puros alfas, su condición de omega era ya era bastante especial, pero no fue conocido hasta hacía unos días, cuando el mundo se enteró que el chico de diecinueve años era un cambia-formas; pasando de ser un muchacho enano y bonito a un majestuoso lobo blanco.

Por muchos años, se creían a los cambia-formas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood, sabían que en la antigüedad existieron y hasta había fotos viejas donde aparecían cambia-formas, pero siempre estaba la duda si en verdad era un humano en forma de lobo o un perro muy grande, Chan siempre optaba por creer la segunda.

Pero Chan tenía tanto interés de hablar de Jeongin y los cambia-formas como lo que le importaba hablarle bien a la charlatana de Lisa. Un menos diez por ciento, para ser más exactos.

Con su refresco en la mano, volvió a la biblioteca, lugar donde se dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminas haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de veinte años que sabía de las siestas de Chan, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba al chico sólo cuando un profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón, el rubio dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, solo fingirá leer.

—Buenas tardes —saludó Chan a la castaña tras el largo escritorio.

Él podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba de toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer uno, que no tenía, por supuesto, él estaba demasiado tranquilo solo y socializar con la gente lo agotaba.

—Hola, Bang.

A pesar de que la chica sabía su nombre, Chan nunca se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa en su pecho o en la que descansaba sobre el escritorio.

En su cómodo trono, echó la cabeza hacia atrás para cerrar los ojos y dormir, tenía el don de dormir en cualquier lado y en cuestión de minutos, como un gato.

Delta ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora