Prólogo.

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Desde pequeña, siempre me han dicho que del odio al amor solo hay un paso. Al dar ese paso, puede haber un giro inesperado que transforme la aversión en pasión, el rencor en ternura y el odio en amor. Pero, ¿qué sucede cuando ese paso se da y, en lugar de encontrar la calidez del amor, uno se ve atrapado en un laberinto aún más oscuro de resentimiento y rencor? Te das cuenta de que no siempre del odio al amor hay un solo paso. A lo mejor nunca estuvo ese paso que muchos decían; nunca existió ese paso del que tantas personas hablaban.

A veces, en algunas conversaciones, se escucha esa afirmación; en casi todo momento, esa pequeña frase está presente. Incluso te llegas a preguntar si será cierto lo que dicen. Sin embargo, a veces nos encontramos con la amarga realidad de que el odio puede ser un compañero tenaz, con cadenas extensas que son imposibles de romper. Ni siquiera ese paso que tantos comentan es capaz de liberarnos; se convierte en un eco persistente que se niega a ser silenciado.

Cadenas de odio ©️[En curso]⛓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora