Capitulo 2

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Freen estaba tan sonrojada que cualquier persona la compararía con un tomate, más con sus cachetes gordos era perfecta para su definición, porque la hortaliza era redonda.

Para Rebecca esa comparación era la más acertada por que aparte de ser rica, Freen es también deliciosa y hermosa.

La Alfa de su boca abandonó un ronco gemido, mientras echó su cabeza sudorosa hacia atrás, disfrutando tan deliciosamente la manera tan obscena de Rebecca al cabalgar su pene.

Si, la Omega le estaba montando la polla tan bien y sucio que Freen se había perdido en la emocionante sensación de placer y lujuria.

Vamos, es una Alfa con instintos, el instinto de apareamiento está incrustado en su genética, es más claro que el agua, que su instinto estaría de acuerdo en participar en un acto tan natural como el sexo con un Omega.

Pero cabe destacar que Freen no era cualquier Alfa que disfruta de su vida sexual activa, que anda metiendo la polla a quien respire a su alrededor. No, por supuesto que no, Freen no era ese tipo de Alfa por qué su obesidad no era algo atractivo para ningún omega.

Hasta el momento, ósea en la circunstancia en la que se encuentra ahora, fue virgen. Era virgen hasta que Rebecca la engatusó de acompañarla a un lugar donde estaban ofreciendo una deliciosidad gratis, pero como ella no quiere la cosa, Freen acepto, porque se imaginó un exquisito postre de durazno.

Y eh aquí todo lo contrario, Freen nunca se imaginó que Rebecca la llevaría hasta el baño del recinto, el menos transitado para ingresarla a un cubículo y sentarla en la taza del inodoro, y luego tomar asiento en su regazo para empezar a besarla con mucho anhelo.

¿Y su postre de durazno? ¿Dónde estaba su tarta de durazno?

Fue lo primero que se le pasó por la cabeza, pero no había durado mucho tiempo pensando en ello, ya que su cuerpo se había puesto más sensible para disfrutar de las traviesas caricias que la pequeña pelinegra le hacía en su obeso cuerpo.

La Omega había succionado su gordo cuello varías veces hasta dejarlo sonrojado y ensalivado. Rebecca expulsaba muchas feromonas para marcarla y sustituir su esencia a chocolate con olor a manzana verde.

Chankimha solo se dejó hacer por lo bien que se sentía todo. Ese calor que yacía en todo su cuerpo era algo nuevo, era como una llama encendida que pedía ser apagada solo con la hermosa Omega que tenía sentada en su regazo. La misma que sin vergüenza había bajado su cremallera y sacaba su polla erecta que hasta ese momento Freen descubrió, era la incomodidad en su regazo.

Había observado a la menor sorprenderse y supuso que fue por el tamaño de su pene, su cuerpo no era lo único grande y gordo que tenía. Instintivamente Freen había inflado su pecho con orgullo al visualizar un brillo de felicidad en los bonitos ojos de su pequeña.

A Rebecca le gustó la polla de Freen y todo lo que esta representa, porque ella podría satisfacerla muy bien a la hora del apareamiento, y eso para un Alfa es muy importante, casi instintivo.

La joven Alfa observaba todo con mucha atención y también disfrutaba todo lo que Rebecca hacía, tan obediente en absolutamente todo cuando se trataba de la pequeña pelinegra.

En menos de lo esperado Rebecca se había quitado los pantalones junto con sus bragas para posteriormente volver a sentarse en su regazo, tomando la polla gorda erecta y conducirla a su vagina lubricada.

Y fue en ese justo momento en la que Freen perdió su casta virginidad. La Alfa que creyó que llegaría a la tumba: sola, virgen, vieja, gorda y fea.

Pero no, todo lo contrario, ahora Rebecca la tenía agarrada de sus hombros con más masa muscular, mientras saltaba encima de su polla, auto penetrándose tan bien.

Rebecca estaba echa un completo desastre: sonrojada, despeinada, desnuda y jediéndose en la polla de Freen. Mientras la Alfa era un desastre de gemidos, gruñidos y sonrojos.

Freen estaba tan avergonzada, como lo estaba también excitada. Con los ojos cerrados era bombardeada con sensaciones tras sensaciones nuevas de mucho placer y goce.

Por sus instintos más desarrollados que los Alfas comunes, era consciente del obsceno sonido que realizaba Rebecca al auto penetrarse y al dejarse caer con violencia en sus gordos muslos.

Todo era tan deliciosamente para Freen, como el disfrute aún mucho mejor de comer postre.

Su pequeña era lo más delicioso, la apretaba tan jodidamente bien que no evitó el deleite de echar su cabeza sudorosa hacia atrás y gruñir satisfecha.

Rebecca montaba su polla como una obsesionada, y ella amo la manera tan salvaje de ese apareamiento. Aunque después este lo suficientemente avergonzada y se esconda de la Omega.

—Rebecca... —gimió Freen. Por ser primeriza no aguantaría mucho, así que estaba a punto de formar su primer nudo y su primera corrida.

Y era vergonzoso para un Alfa a su edad hacer eso. Porque hasta sus primos de diecisiete años ya habían pasado por esa etapa, menos ella.

—¡Rebecca! —sollozó Freen, lágrimas de euforia bañaban sus regordetas mejillas sonrojadas. La Alfa anhelaba tanto llenarla con urgencia de algo a Rebecca, y es en el primer apareamiento de un Alfa, cuando todos sus instintos de copulación se activan, llegando a ser sexualmente activos después del primer apareamiento.

Y Freen lo estaba desarrollando justo en esos momentos. Ella quería llenar de algo suyo a la Omega. Necesitaba hacerlo.

¿Pero de qué?

—Vamos Fini —Rebecca jadeo, la polla gorda de la Alfa dando en su punto dulce. —Lléname con tu semen. Lo quiero todo Freen, todo.

Freen había gruñido, tan fuerte y territorial.

Una vez que el cuerpo de un Omega recibe la semilla de un Alfa, lograba significar el territorio de un Alfa. Llenado por completo al Omega con su aroma, para anunciar que el Omega estaba tomado, que nadie podía meterse con lo suyo.

Y ese instinto era más fuerte para un Alfa pura sangre, que decían ser los más celosos, posesivos y territoriales.

Una marca no era tan esencial como lo era el semen de un Alfa, era tan estimado y especial que la mayoría utilizan preservativos para un polvo ocasional, pero para una copulación definitiva de apareamiento el semen era fundamental.

Una marca era una simple confirmación de lo obvio, pero el semen era especial, y eso era lo que Freen quería darle a Rebecca y mucho.

La Omega sin vacilación beso obscenamente a Freen, ingresando tan atrevidamente su lengua en su cavidad bucal. Y está gimió, cuando sin aviso lleno el interior de Rebecca con su semen.

Ahí fue cuando todo culminó, con el rostro de Freen apoyado en los pechos de Rebecca con la respiración acelerada, y con Rebecca oliendo el aroma de la mayor en su cabello. Ahora con el aroma de Freen rodeando a ambas en el cubículo, y ella oliendo todo de Freen, donde minutos antes el aroma que predominaba era el de Rebecca.

—Ahora si gomita —Rebecca sonrió y beso con amor una regordeta mejilla de Freen, su preciosa gordita. —Beck te dará tu tarta de durazno.

La Alfa realizó un pronunciado puchero, llegando a la conclusión de que Rebecca era una descarada tramposa y engañadora. Pero con un exquisito movimiento de cadera a la hora de montar su polla, además que no sería la última vez que lo haría.

Necesitaba a la pequeña pelinegra encima suyo las veces que quisiese, pero ahora el problema era decirlo sin morir avergonzada en el intento. Además de rezar en su interior para que su madre Martha no descubra lo que había hecho.

Algo totalmente imposible.

Yummy //Freen Y Becky\\ [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora