Capitulo 3

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Rebecca estaba sentada encima de las hermosas piernas de Freen mientras la besaba sensualmente. Ambas se encontraban en la casa de la Alfa, descanso en el impecable sofá de la madre Omega de Freen.

Un carraspeó llamó la atención de ambas, logrando que Freen se avergonzara y por ende se sonrojara, mientras tanto Rebecca solo había elevado una de sus cejas para mirar interrogativa a la madre de la Alfa.

—¿Qué? —pregunto, le era imposible todavía leer las expresiones faciales de su suegra.

Martha solo negó con la cabeza y señaló a Rebecca haciendo referencia de su mala educación.

—Podrías bajarte de mi hija para que podamos hablar con formalidad, sin que le metas tu lengua a la boca cada cinco segundos a Freen —Martha se cruzó de brazos, esperando que Rebecca acatara la orden.

Algo que no sucedió. Obvio está, porque la Omega solo se había encogido de hombros.

—Lo siento señora Martha, pero me temo que tengo una debilidad por su hermosa hija, y no es fácil para mí que me afecte tanto caer ante tal perfección. Así que no, no me pienso bajar de ella, quieras o no, vamos a hablar así —beso una vez más a una Freen sonrojada que pedía disculpas con la mirada a su madre.

Martha había suspirado, derrotada por novena vez en la hora que han estado ahí sentadas.

Esa Omega era un hueso rudo de roer, si no era Freen quien le daba órdenes esta no le hacía caso absolutamente a nadie.

—Bien —Martha volvió a carraspear para que Rebecca volviera a dejar de comerle la boca a Freen, la Alfa que se dejaba hacer todo por la Omega menor. —Como te iba diciendo, tienes que mudarte a casa con mi Freen. No es de mi agrado que seas una maleducada que no sigue mis órdenes, pero por mi Freen lo aceptaré.

Rebecca dejó de besar a Freen para mirar a Marha y frunció su frente irritada, ¿que ella era una maleducada?

—Si no te agrado, ¿por qué me quieres tener en tu casa? —Rebecca se volteó dramáticamente para enterar su rostro en el cuello de Freen.

Logrando que Chankimha instintivamente le gruñera a su madre. Y Marha miró indignada a Freen, esa Omega atrevida que ha logrado cambios en su cachorra.

En cierta manera estaba contenta de que una Omega amara tanto a su hija, pero que fuera Rebecca era el problema.

—Solo quiero evitar que mi hija se la pase gruñendo y haciéndome rabieta por no dejar que viva contigo, así que mejor vive tu aquí —concluyó Marha por fin. La Omega mayor tenía cosas mejores que hacer que estar observando como esa Omega descarada manoseaba a su hermosa gordita.

Rebecca dejó de besar las mejillas rellenitas de Freen para observarla a los ojos. —¿Eso es cierto, gomita? ¿Quieres que viva contigo?

Y para el descontento de su madre, Freen asintió eufórica.

Quería tener a Rebecca en su habitación, su territorio, en su cama, desnuda, todas las noches.

—Entonces, si mi hermosa gordita lo quiere, yo me quedo aquí —Rebecca beso los labios de la Alfa. —Para llenarla de mucho amor y alimentarla las veces que ella quiera —le dio otro pico. —Además así tendrá más oportunidades de llenarme con sus crías.

Un jadeo sorprendido se escuchó en la sala, ahora la dramática era Martha, quien se había puesto de pie para señalar a ambas. Freen se había encogido de hombros por la posible reprimida que recibiría, pero Rebecca la había abrazado y gruñido a Martha haciéndola retroceder dos pasos. Rebecca era toda una protectora cuando se trataba de su Alfa gordita.

—¡Freen es virgen! ¿Cómo te atreves a insinuar algo así? —esa fue Martha, modo mamá sobre protectora.

Pero lo que no sabía era que Freen ni por asomo se acercaba más a esa definición. Había visto tantas veces desnuda a Rebecca que no podía contarla con los dedos de las manos, además dedica más tiempo en follar con la Omega, que estudiar.

Así que su madre no tenía por qué saberlo.

Pero Rebecca tenía que salir de bocaza.

—Ay por favor Martha, no seas una mojigata. Sabes perfectamente que Freen ya me follo por la manera en la que huelo —Rebecca ahora cepillo su nariz con la de Freen haciéndola reír.

Ambas escucharon el sonido de una puerta siendo azotada con fuerza y ahí supieron que Martha se había retirado con muy malas pulgas.

—¿Ahora que le diremos a tus hermanos, pequeña? —habló Freen, poniendo sus manos rellenitas en la cintura de Rebecca con vergüenza.

Le emocionaba tanto tocar a la Omega.

Rebecca había chasqueado la lengua, encogiéndose de hombros le restó importancia. —Déjame a esos hijos de perra a mí. Ya veremos quién le da órdenes a quien.

Freen solo asintió, aún feliz de que Rebecca se mudara a vivir con ella. Hasta el momento la Omega era lo más bonito que le había pasado. Rebecca era completamente cariñosa con ella, la mimaba, la consentía y satisfacía en todo.
Todo lo contrario cuando se traba de otras personas, ahí la Omega se comportaba tan grosera que a veces olvidaba su jerarquía sumisa.

Pero de sumisa no tenía nada, bueno... Solo con Freen.

Ambas tenían una relación oficial con varios meses transcurridos. La primera vez que Rebecca se le había confesado a Freen, la Alfa había estado escondiéndose de ella, asegurando que la Omega le faltaba un tornillo por que no podía estar cuerda con sus gustos.

Pero poco a poco Freen se fue rindiendo, logrando aceptar el cortejo de Rebecca. La Omega tuvo la valentía y el coraje de expresarles su petición de poder cortejarla y prometiéndole que la haría feliz si le daba la oportunidad de conocerla.

Fue vergonzoso para una Alfa como Freen, que una Omega la estuviera cortejando en vez de ser al revés la cosa. Pero estuvo bien, mientras Rebecca le cortejaba con cariño preparando para ella comida y postres, Freen no tenía problema alguno en aceptarla.

Y poco a poco con la manera de tratarla, Rebecca se había ganado el corazón hermoso y bonito de la Alfa. Permitiendo que ambas llegasen a tener una gran confianza para dar inicio a una relación.

Y fue en el baño del instituto que llevaron a cabo el primer apareamiento de enlace juntos, haciendo oficialmente de lazo.

Freen oficialmente tenía una Omega a cargo, una compañera que la mayoría de las veces la dejaba en claro lo mucho que la amaba y que por más que ella quisiese dejarla, la Omega nunca la dejaría ir.

Por qué Freen era suya, su gordita.

—Beck...

Rebecca la calló tapándole esa deliciosa boca que tiene, negando con la cabeza.

—No cariño, ya me convenciste. Llévame a tu habitación y rómpeme el culo con esa perfecta polla que tienes.

—¡Rebecca Armstrong! —alguien había gritado.

Y la nombrada solo rodó los ojos.

Observando a una sonrojada Freen que yacía excitada por las obscenidades que expresaba.

—Ay no. Ya llegó tu padre.

Yummy //Freen Y Becky\\ [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora