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Fue dificil dejar esa carta, despidirme de mi amigo que siempre estuvo conmigo aún más, pero tome fuerzas y lo logre.
Pare el cuello de mi camisa ya que hacía frio y tomé un taxi, el mismo me llevo al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, al llegar allí procedí a realizar los controles como marca el protocolo y embarque al fin al avión.
Fue un duro viaje, turbulencias y sacudidas lo abundaron pero la idea de llegar allí curaba cualquier miedo.
Por fin aterrizamos, el aeropuerto era una avalancha de gente y el caminar se dificultaba, gracias a dios la aerolínea nos obsequió a cada pasajero un diccionario Francés-Español quien me facilicito mucho mi comunicación con los trabajadores del aeropuerto.
Debía esperar al taxi que habia contratado, se suponía que sostendrian un cartel en alto con mi nombre y apellido, José Leoporga, lo busqué entre la gente hasta que por fin lo encontre.

Todo comenzó en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora