Par. 5 La Voz en la Oscuridad

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POV SYLAS:


El silencio a mi alrededor era sofocante, como si el mundo hubiera dejado de respirar junto conmigo. Mi cuerpo estaba rígido, congelado en su lugar, como si las sombras que me rodeaban estuvieran absorbiendo mi voluntad de moverme. Sabía que no debía estar allí, sabía que había cruzado un umbral que no debía tocar, pero ya no había vuelta atrás.

"Sal de aquí..." mi mente me susurraba, pero mis piernas no respondían. Estaba atrapado, no por fuerzas visibles, sino por el peso del miedo que se adhería a mí como una sombra.

Y entonces, esa voz...

Primero fue un murmullo, una brisa distante en el vacío, pero conforme el silencio se hacía más espeso, el murmullo se transformó en palabras. Al principio, eran vagas, imposibles de comprender. Pero a medida que resonaban en el espacio, se hicieron más nítidas, más cercanas. Mi piel se erizó. No sabía qué me perturbaba más: el hecho de que no entendía lo que decía, o el inquietante presentimiento de que, en el fondo, siempre había conocido esa voz.

—Sylas...— Susurró con una suavidad aterradora. —Sylas...—

El sonido de mi nombre en esos labios invisibles me provocó un escalofrío. Parecía que esa voz había estado conociéndome desde siempre, como si hubiera estado escondida en las esquinas oscuras de mi vida, esperando el momento adecuado para revelarse.

"¿Quién eres?" Quise gritar. Pero las palabras se atascaron en mi garganta. Mi corazón golpeaba contra mi pecho, el miedo y la curiosidad combatiendo con igual intensidad. La sensación era agobiante, como si estuviera al borde de un abismo y alguien me empujara lentamente hacia ello.

El entorno a mi alrededor comenzaba a desvanecerse. Las sombras bailaban a mi alrededor, adoptando formas indefinidas que parecían acercarse y retirarse con cada latido de mi corazón. La sensación era surrealista, como si estuviera atrapado en una dimensión que no debería existir.

Finalmente, reuní el valor para murmurar, —¿Qué quieres? La pregunta salió como un susurro, ahogada por el temblor en mi voz.

El miedo crecía dentro de mí a cada segundo. Sabía que debería haberme ido de aquel lugar en el momento en que vi el rayo caer, pero algo me mantenía allí, como si una fuerza invisible me empujara a quedarme. Ahora me encontraba atrapado, sin saber dónde estaba ni cómo salir.

"¿Qué está pasando?", me repetía una y otra vez. Todo se sentía irreal, como si estuviera en un mal sueño del que no podía despertar.

Pero lo peor no era el entorno, sino la sensación de que algo o alguien me observaba. Mi respiración se volvió errática, y el pitido en mis oídos se intensificaba, una consecuencia del rayo que había caído tan cerca de mí.

Nuevamente, su voz resonó en mi mente. Su tono era suave, casi susurrante, pero con un eco que lo hacía estremecedor. 

"¿Sylas...? ¿Por qué te quedas?", preguntó la voz, cada palabra golpeando mi conciencia como un martillo.

Me congelé en mi sitio. Sentí como si el aire se espesara a mi alrededor. No conocía esa voz... pero al mismo tiempo, había algo en ella que me resultaba familiar. ¿La había escuchado antes?

"¡Aléjate! ¡Esto no es real!", me grité mentalmente, tratando de aferrarme a la lógica, pero cada segundo que pasaba me hundía más en ese abismo de incertidumbre.

La voz femenina volvió a hablar, más cerca esta vez, como si estuviera susurrando directamente en mi oído. "Te he esperado... por tanto tiempo..."

Sentí que mis piernas comenzaban a temblar. La familiaridad de esa voz me perturbaba más que el hecho de no saber de dónde venía. ¿Por qué me resultaba tan conocida? Mi mente buscaba entre los recuerdos, pero nada encajaba.

Las palabras resonaban dentro de mí, y mi respiración se aceleraba a medida que la voz seguía invadiendo mis pensamientos.

"Ya es hora, Sylas... ya es hora de recordar..."

Mi corazón dio un vuelco. El miedo que había sentido al ver a Zethar era nada comparado con lo que experimentaba ahora. ¿De qué estaba hablando esa voz? ¿Recordar qué?

Pero antes de que pudiera procesar cualquier pensamiento, escuché una risa suave, una risa que me hizo estremecer de pies a cabeza. "Nos veremos pronto...", susurró, y el eco de esas palabras se desvaneció lentamente en la tormenta.

Me quedé allí, temblando, antes de volver a ver todo nuevamente y con el agua cayendo sobre mí, el pitido en mis oídos haciéndose más intenso. Lo único que podía pensar era en esa voz... esa presencia femenina que, aunque no sabía quién era, sentía que siempre había estado allí... acechando.

Oscuridad Encarnada: Un pacto tras las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora