Los días se transformaron en semanas y las semanas en un mes y medio. Durante este tiempo, Sukuna comprendía cada vez más lo que era llevar una vida humana. Tenía siempre en la mira cada gesto, comportamiento y actitud de Midori ante las adversidades de su joven vida, además de comprender mucho más los sentimientos que la pequeña mujer buscaba expresar constantemente, incluso había algo que le llamaba la atención de ella, no sabía si era su aspecto o su forma de ser, pero algo le interesaba de esa muchacha.
Sonriente se acercó a la camioneta, estaban listos para partir a las montañas que ella había prometido llevar a Sukuna a visitar y todo gracias a las ventas de sus cuadros más algunos productos que cosechada de su pequeña huerta, eso y...las amenazas de Sukuna a los pobre pueblerinos para que comprasen, claro, sin que Midori se diera cuenta.
—Tres días soportando tu chillona voz encerrado en esta chatarra con ruedas...
Se quejó subiendo al vehículo pero no lo decía de mala gana, simplemente le gustaba quejarse por todo.
—Pues esta chatarra nos movilizará hasta donde quiero llevarte.
Gruñó la mujer preparándose y comenzando a conducir. Midori estaba cómoda realmente con Sukuna, mientras este callaba su hablar mirando el paisaje por la ventana abriendo sus pares secundarios de ojos con libertad de que ningún humano lo juzgase, la muchacha pensaba en la buena relación que había logrado entablar con él. Los días de ambos se habían convertido en algo agradable, siguiendo la rutina de siempre y él aprendiendo más sobre los humanos, inclusive para sus adentros Midori admitía que le parecía un hombre muy pero que muy atractivo, pero eso es algo que solo se lo guardaría para ella.
—Sigo sin entender el porqué de tu interés en querer llevarme a esas montañas que tanto dices.
Él la miró y ella sonrió.
—Se que te vas a sentir cómodo e incluso felíz. Quizás te de un aire a tu planeta en sus mejores momentos, además hago esto de buen corazón....ya quisiera yo poder regresar a cuando estaba con mis padres.....¡pero no es momento de deprimirse! Tenemos mucho que recorrer y cuando esté cansada, haremos paradas.
Expresó y Sukuna regresó a observar el paisaje sintiéndose en deuda nuevamente con la chica.
—Haces siempre cosas por mí, te preocupas por mí, mi comodidad o la mierda que sea y yo solo ayudo a hacer estúpidos trabajos campestres, ¿por qué?
Preguntó él.
—Sukuna...ya quisiera yo haber tenido el calor de alguien que me ayudase. Si bien tengo a mi primo Sam del que te hablé en otro momento y mi tía, jamás me sentí parte de ellos, mi única familia fueron mis padres y murieron, por ende estuve siempre sola. A lo que quiero llegar con esto, es que no quiero que te sientas solo porque si, lo noté, todo este tiempo noté lo solitario que eres y nuh uh, conmigo las cosas no serán así.
Expresó Midori y mediante que lo hizo se ruborizó levemente, se dió cuenta de lo que dijo y carraspeó su garganta.
—Como sea, puedes dormir si quieres, el viaje es largo.
Sukuna se acostó un poco en su asiento pero mirándola a ella en todo momento.
—Qué mujer terrícola más rara eres, pero supongo que gracias.
Mencionó y poco a poco cerró sus ojos aún sin dejar de mirarla. Midori pensaba para sus adentros lo equivocada que estaba si había comenzado a tener cierto interés por él. Era un extraterrestre, una raza ajena a la de ella, y que posiblemente cuando lo quisiese se iría lejos de ella. Quizás...esto le estaba sucediendo gracias a que no se había relacionado con ningún chico desde que tenía memoria, no era suertuda en el amor y posiblemente este nuevo "interés amoroso" sea algo fallido.
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「Extraterrestrial Love」「Ryomen Sukuna 」
RomantikTodos hablan de horripilantes que los extraterrestre son. Porque son grotescos, porque son temibles, porque son invasores y conquistadores. ¿Pero amarlos? Imagina amar a uno...¡y con cuatro brazos!