El funeral era en dos horas.
Ahí estaba yo. Vestida con un vestido negro bastante bonito que resaltaba mi figura, pero sin ser revelador. Mi cabello estaba peinado en una coleta alta que me llegaba hasta la media espalda.
Tenía unos tacones simples de esos para cosas formales. Mi piel suave igual de pálida. Mis ojeras había casi desaparecido gracias al maquillaje y me dije a mí misma que todo saldría bien, que solo serían pocas personas y que todo saldría rápido.
¡Qué equivocada estaba!
Habían pasado casi 10 horas desde que recibí la noticia de la muerte de mi padre y aquel funeral estaba tan lleno que me estremeció por completo. Me sentía literalmente como una cucaracha en baile de gallinas.
Nunca había visto tantas personas que no conocía, saludarme y abrazarme como aquella vez. Sus voces me eran ajenas y sus toques me hacían sentir la incómoda sensación de salir corriendo. Cada pésame que me hacían me carcomía de a poco.
Cada: "Tu padre era un buen hombre", "Lo siento tanto por tu perdida", "Lo de tu madre y ahora esto", me rompían el corazón.
La gente parecía ignorar el dolor que sus palabras me causaban. En lugar de consuelo sentía que me lastimaban. Sinceramente no aguante mucho. Tuve que alejarme hasta la parte trasera de mi casa.
La piscina estaba tan tranquila y el sonido de la fuente que movían sus aguas me tranquilizaba. Volví a llorar en silencio. Las lágrimas recorrían mis mejillas sin pena alguna. Me sentía tan perdida y a la vez tan sin sentido que, de no ser por el sonido de las aguas, entraría en pánico. Mire al cielo oscuro. La luna estaba detrás de unas cuantas nubes grises y su resplandor inundaba todo el patio.
— Lara, ¿Cómo estás? —la voz de Luke me tomo por sorpresa. Sentí como una de sus manos se puso en uno de mis hombros. Gimoteé tal cual un cachorro herido— Aquí estoy. No estás sola.
Luego me abrazo. Me sentí tan segura en aquel abrazo que deseé que el tiempo se pausara. En definitiva, nunca había estado tan rota. Respire hondo hasta lograr levantar mi mirada para ver sus ojos grises. Estos trasmitían una preocupación y pesar tan profundos que me pregunte por un segundo que había hecho para conocer a tal hombre. Lo amaba, eso era obvio. Y yo sabía que él también me amaba.
— Gracias —dije con voz tenue. Él sonrió dejando ver aquellos dientes tan perfectos.
— Yo siempre estaré para ti.
Y me dio un beso. Uno tan simple como poderoso. Mis ojos se cerraron y al abrirlos no pude evitar mirar de tras de él. Mi cara de seguro demostró mi total preocupación y desconcierto, porque Luke me hablo, pero no le escuche en lo absoluto. En lugar de eso, un pitido intermitente me ensordeció.
Jamás pensé volver a verlo. Te juro que lo único que deseaba era que aquel desgraciado se pudriera en una celda. Personas como él no merecían caminar por ahí y menos en el velorio del esposo de la mujer que había muerto por su culpa.
El mismo asesino de mi madre estaba en mi casa. Vestido con un traje negro y corbata. Su aspecto era más viejo, pero con el mismo carisma. Lo miré con ojos llenos de odio.
— ¿Qué hace él aquí? —preguntó Luke al verlo. Su sorpresa fue tan genuina como la mía. Sentí como una de sus manos, me tomo con fuerza el muslo izquierdo.
Un nudo se formó en la boca de mi estómago y sentí las ganas vomitar.
La gente parecía no darse cuenta de su presencia. El miserable era como un fantasma. La gente lo saludaba como si nada. Eso me hizo hervir la sangre y sin pensarlo me levanté para ir a encararlo.
— ¿Qué haces? —logre escuchar que me decía Luke, pero no le preste atención. Estaba tan cabreada que solo veía rojo. Lo que antes era una tristeza profunda, ahora paso a ser una ira desbocada.
Mi corazón palpitaba tan fuerte con cada paso que daba que mi mente se nubló por completo.
— ¡¿Qué haces aquí?! —dije cada palabra con odio, apenas lo tenía en frente. El tipo me miro con suma sorpresa y las personas al nuestro al rededor nos miraron con atención.
Sus ojos parecían verme como si estuviera loca y soltó la pregunta que me dejo helada.
— ¿Disculpa? ¿Quién eres?
Vacile. Me reí de la forma más estúpida mientras daba medio paso para atrás. Me pregunté si realmente había escuchado lo que me dijo. Sentía más miradas clavadas en mí. Nadie se movía. Todo quedó en un oscuro y aturdidor silencio.
Me volteé en busca de Luke y al no verlo detrás de mí, me sentí aún más perdida, confundida y sin fuerzas.
La rabia le dio paso a la confusión.
— Tú... Eres... El asesino de mi madre —escupí con los dientes apretados. Tenía el cerebro a mil y un dolor de cabeza amenazaba en atacarme.
El hombre me miró con mayor sorpresa. La gente aún seguía callada. ¿Por qué estaban callados? ¿Acaso no sabían quién era él?
Mire en toda dirección en busca de rostros que me dieran la razón. Pero en lugar de eso, sentí que me miraban como si tuviera dos cabezas. Observe a una mujer que tenía una copa de champaña en la mano y mirándome, como si lo hiciera con la intención de insultar, bebió un sorbo.
¿Champaña? ¿En un velorio? ¿En dónde estaba?
De repente se escucharon unas risas en el fondo. Mi respiración se tornó tan rápida que sentí como el pecho se me oprimía. Respirar me dolía.
La rabia recorrió mis venas. La sangre comenzó a llevar la adrenalina por todos lados hasta quedar ciega. Y no lo pensé, de verdad que no lo pensé.
Agarre lo primero que pude encontrar y se lo estrelle en la cabeza de aquel hombre. Me pareció ver que el tipo no se lo esperaba y en cuando, entre en razón, ya había comenzado el caos.
Los gritos de sorpresa fueron estridentes. Retrocedí unos pasos hasta chocar con alguien. Me giré para ver como Luke me agarro de la mano para llevarme afuera. Caminamos entre el gentío que murmuraba y soltaba exclamaciones de desprecio hacia mí. Al llegar afuera me solté con rabia de Luke y este me miro con una mirada que no pude descifrar.
— ¡¿Qué te ocurre Lara?! —sonaba más molesto que preocupado. Lo miré con cara de confusión total.
— ¡El imbécil de Erik se lo merecía! ¡¿Cómo es posible que sé allá presentado aquí?!
— ¡¿De qué hablas?!
— ¡Cómo de que te hablo! ¡Tú lo viste! ¡Ese es el asesino de mi madre! —grité con furia mientras lágrimas recorrían mi cuello.
— Erik no está aquí Lara. Él murió luego de haber matado a tu madre. Él se suicidó.
— ¿Qué? —el corazón se me subió al cuello.
— Él murió —me dijo con ojos bien cargados de verdad.
Me quede pasmada. Tan quieta que mi respiración se cortó por unos instantes. Lo miré confundida y sentí como un gran dolor de cabeza, me taladro el cráneo. Lleve una mano a mi frente y otra punzada me obligo a soltar un quejido.
— Lara... Estas... Bien... —sus palabras sonaban tan lejanas como si el viento se las llevara.
Sentí miedo antes de sucumbir enla oscuridad
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La superficie
RandomHay secretos peores que la muerte. A simple vista, Lara es una chica común. Viviendo la vida como todo joven adulto, entre la universidad y ambiciones que le marcarían un futuro digno; sin embargo, tras el repentino suicidio de su padre, todo su mun...