01 - Hinatsu Ryosuke

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"Mi vida es una basura. Trabajo en una oficina para una empresa abusiva, y en mi tiempo libre solo juego videojuegos y bebo de vez en cuando. No he tenido una vida amorosa en años... ni siquiera recuerdo la última vez que besé a una chica."

Este era un pensamiento recurrente en la mente de Hinatsu Ryosuke, un joven de cabello castaño que caminaba hacia su trabajo. Vestía de manera formal, con un maletín en la mano, pero su barba desaliñada y su mirada cansada mostraban el descuido que sentía por su apariencia.

Al entrar en el edificio, fue recibido por el conserje: "Buenos días, Hinatsu-san", saludó amablemente. Ryosuke respondió con un simple "Buenos días", sin molestarse en ocultar su mal humor habitual.

Al llegar a su oficina, se dejó caer en la silla frente a su computadora. Apenas había encendido la pantalla cuando una voz le hizo sobresaltarse.

"Hinatsu... ¿Dónde están los reportes de ayer?", preguntó un hombre más alto y de semblante serio. Ryosuke sintió un nudo en el estómago; no recordaba haberlos hecho.

"¡Hinatsu! ¡Siempre es lo mismo contigo! Nunca prestas atención. Más te vale encontrarlos... esta es tu última oportunidad."

Ryosuke, abatido, apenas pudo responder. Mientras su jefe se alejaba, un compañero de trabajo se acercó con una sonrisa amable y una carpeta en la mano.

"Oye, Ryosuke, los reportes estaban debajo de tu escritorio. Tienes que ser más cuidadoso."

Ryosuke suspiró de alivio. "Gracias, Okita. Me salvaste."

"No tienes que llamarme siempre por mi apellido. Somos amigos, dime Kojiro." Okita le dio una palmada en el hombro antes de volver a su puesto.

Después de una agotadora jornada, Ryosuke regresó a su departamento. Al llegar, vio un aviso pegado en su puerta: "Desalojo inminente".

"Mierda... todavía no he pagado el arriendo," murmuró mientras abría la puerta. "Tendré que hablar con el dueño y decirle que me pagan en unos días."

Entró, tiró su chaqueta y maletín en el sofá y se aflojó la corbata. Sacó una cerveza de la nevera y encendió la televisión. Se dejó caer en el sillón, observando la pantalla sin interés mientras su mente se llenaba de pensamientos oscuros.

"No tengo suficiente dinero... ¿Qué hago? ¿Y si vendo mi cuerpo? No, no, es una pésima idea...", pensó, dando un largo sorbo a su cerveza.

Eventualmente, el cansancio lo venció y se quedó dormido frente a la televisión.

Cuando despertó al día siguiente, notó que llovía a cántaros. Se apresuró a sacar la ropa del balcón.

"Todo se mojó de nuevo...", murmuró frustrado, mirando la lluvia.

Pensando en la cena, decidió ir a comprar algo. Entró en una tienda cercana y compró una cena rápida para uno. Mientras caminaba de regreso bajo la lluvia, su mente no paraba de darle vueltas a los mismos pensamientos.

"Siempre es lo mismo... siempre solo. Nunca me dan una oportunidad de ascender, aunque sé más que muchos. Estoy cansado de todo esto, pero es lo que hay... hay que trabajar para poder comer."

La lluvia se intensificó, obligándolo a refugiarse bajo un paradero. Se sentó en un banco y, mientras se secaba las manos en su chaqueta, notó a una chica de cabello claro que llevaba una caja de pizza. Parecía revisar el estado de la caja con preocupación.

"No creo que se la vaya a comer...", murmuró Ryosuke para sí mismo.

"No me la comeré, metiche," respondió la chica sin mirarlo, sus ojos clavados en la caja. "Solo reviso que no se haya mojado con la lluvia."

Ryosuke levantó una ceja, sorprendido por su respuesta. "¿Metiche? Mocosa...", masculló.

La chica finalmente lo miró, esbozando una sonrisa. "¿Pasa algo?"

"No, nada... solo no esperaba que los mocosos de hoy en día respondieran así."

"Al fin alguien que contesta. Es aburrido cuando no reaccionan a mis insultos.", dijo la chica con un tono burlón.

Ryosuke la observó mientras ella levantaba su caja. "Bueno, la lluvia está pasando. Me voy, metiche. Cuídate... Ah, por cierto, se te mojó la cena."

Cuando Ryosuke llegó a su departamento, dejó la cena en la mesa. Miró la bolsa y se dio cuenta de que, en efecto, la chica tenía razón: todo estaba empapado.

"Mocosa entrometida...", pensó mientras abría la bolsa. "Bueno, comida mojada será."

Mientras comía, su mente no paraba. Las mismas quejas de siempre: el trabajo explotador, el poco dinero, la soledad aplastante.

"No tengo a nadie... estoy solo.", murmuró mientras su mirada se perdía en el televisor encendido.

Esa noche, se sentó frente a su computadora, abrió una botella de licor y comenzó su habitual jornada de videojuegos, buscando distracción.

A la mañana siguiente, una resaca horrible lo despertó. "Ojalá las borracheras no dieran resaca... es terrible." Se arrastró al baño, donde se miró al espejo, considerando si debía afeitarse. Decidió que no.

Era fin de semana, no tenía trabajo, así que volvió al sillón a perderse en la televisión. Mientras tanto, revisaba su Instagram, viendo las fotos de sus antiguos compañeros de preparatoria.

"Estudiamos juntos... ¿cómo es posible que les vaya tan bien? Éramos amigos, y ahora ya ni hablamos." Tiró el teléfono a un lado y se recostó.

El estómago lo sacó de su ensimismamiento. Decidió salir a comprar algo de almorzar. Entró en una pizzería y, tras unos minutos de deliberación, pidió una pizza para llevar.

Mientras esperaba afuera, notó de nuevo a la chica del día anterior, la repartidora. Esta vez, estaba hablando por teléfono.

"¡Mamá! ¡Te dije que no volveré a casa! ¡Ustedes me echaron! ¡Yo veré cómo pago el arriendo!", gritaba furiosa antes de colgar.

Ryosuke, que había escuchado casi todo, se quedó mirándola. Al darse cuenta, ella lo fulminó con la mirada.

"El metiche de ayer... ¿Qué tanto escuchaste?"

Antes de que pudiera responder, ella se sentó frente a él.

"Bueno, ya que estamos aquí... ¿Sabes dónde hay un departamento barato? Siempre quedo corta de dinero por el arriendo."

"Tienes el mismo problema que yo.", respondió Ryosuke.

La chica lo observó de arriba abajo. "Debes tener unos 25 o 26 años y ya tienes problemas con el arriendo... qué desastre."

"Gracias por el cumplido, pero tengo 32.", replicó Ryosuke. "Y tú, tampoco tienes para pagar, ¿verdad?"

Ella soltó una risa. "Tengo una idea... compartamos un departamento. Mitad y mitad. Soy Akazuki Ryoko, 19 años, mucho gusto."

En ese momento, le trajeron la pizza. Ryosuke seguía procesando la propuesta de la chica.

"Si aceptas, ni creas que harás algo sucio conmigo," advirtió con una sonrisa juguetona.

Este fue el inicio de algo inesperado. Hinatsu Ryosuke, atrapado en su rutina solitaria, acababa de conocer a Akazuki Ryoko, y la vida parecía estar a punto de cambiar.

Continura...

Ryo-san & Ryo-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora