𝑰𝑽. 𝑺𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒚 𝑨𝒄𝒆𝒓𝒄𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐

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La tarde comenzaba a caer y el sol dorado pintaba las casas con tonos cálidos. Phuwin, después de despedirse de sus amigos, observó la entrada de su casa. Apenas diez pasos lo separaban de su hogar, pero esos pasos se sentían largos, como si algo más lo retuviera en el exterior. Pond, apoyado en el marco de la puerta de su casa, lo observaba. La despedida fue breve pero cargada de esa sensación extraña que había estado creciendo entre ambos. Cuando Phuwin por fin cruzó el umbral de su casa, vio que Pond solo entró a la suya una vez él estuvo dentro. Ese gesto le sacó una pequeña sonrisa, pero decidió no pensarlo demasiado por ahora.

Dentro de su hogar, el ambiente cálido y familiar lo recibió de inmediato. Sus padres, siempre atentos, lo saludaron con sonrisas amables .

—Hola, cariño, ¿cómo te fue durante día? —preguntó su madre, mientras empezaba a preparar la cena. 

 —Bien, mamá —respondió Phuwin, sonriendo

—¿Ya comiste, hijo? —preguntó su madre, mientras le daba un beso en la mejilla.

—Sí, mamá, comí en casa de Pond —respondió Phuwin casualmente, caminando hacia el lado de su padre donde tomó asiento.

Sus padres levantaron las cejas, mostrando interés. Era la primera vez que escuchaban el nombre de alguien que no fuese Dunk, el único amigo que Phuwin había mencionado hasta el momento.

Su madre lo miró con curiosidad, y su padre alzó una ceja divertido.

—¿Pond? —preguntó su padre—. ¿Quién es Pond? ¿Un nuevo amigo?—inquirió su padre, dejando a un lado el cuchillo con el que estaba picando verduras.

Phuwin se detuvo y miró a ambos. Claro, no les había mencionado a Pond antes.

— Se podría decir que sí, comparto algunas clases con él en la preparatoria, de hecho, es el vecino —explicó mientras tomaba un vaso de agua—. Me está ayudando con matemáticas, me da tutorías.

La sonrisa que se dibujó en su rostro no pasó desapercibida para sus padres, quienes, conocedores de la orientación sexual de su hijo desde hace tiempo, no tardaron en lanzarle miradas pícaras. Era una broma familiar, pero llena de aceptación y cariño.

—¿Y es un buen chico ese tal Pond? —preguntó su madre, entre risas.

Phuwin rodó los ojos, pero no pudo evitar ruborizarse levemente. Algo en la forma en que hablaba de su vecino lo hacía sentir... diferente.

—Ah, ya veo —dijo su madre, con una sonrisa pícara—. ¿Te gusta ese chico? 

 Phuwin sintió que sus mejillas se encendían y desvió la mirada, intentando ocultar su sonrojo.

 —¡Mamá! —protestó, aunque en el fondo sabía que no podía esconder su alegría. Era cierto, había algo en Pond que le resultaba increíblemente atractivo, y sus padres parecían haberlo notado.

—¿Y solo te está ayudando en matemáticas? – bromeó su madre pícaramente. – Pareces bastante contento cuando hablas de él.

Phuwin sonrió con timidez, pero no respondió. Sabía que sus padres siempre habían sido comprensivos con su orientación sexual, pero no esperaba que empezaran a molestarle tan pronto.

—Bueno, parece que alguien tiene una motivación extra para mejorar en matemáticas – agregó su padre, riendo. – ¿Qué tal en los otros aspectos de la escuela, Phuwin?

—Todo bien, supongo. Estoy haciendo algunos amigos... Dunk y Joong son muy agradables.

 Phuwin llegó a su habitación y cerró la puerta con un suave clic. Se dejó caer en la cama, con la mirada fija en el techo, mientras dejaba salir un largo suspiro y su mente vagaba hacia los momentos que había compartido esa tarde con Pond. Recordó cómo, a pesar de sus errores, Pond se había mantenido paciente y comprensivo. Era curioso cómo alguien que normalmente parecía reservado podía ser tan cálido y accesible cuando quería.

Amor Desierto - PondPhuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora