𝑽𝑰𝑰𝑰. 𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝑺𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 𝒚 𝑳á𝒈𝒓𝒊𝒎𝒂𝒔

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Pond se despertó sobresaltado por el sonido insistente de un teléfono vibrando en la habitación. Miró el reloj en su velador, dándose cuenta de que eran la una de la madrugada. Habían estado dormidos por cinco horas, mucho más de lo que pensaba. Sus ojos se desviaron hacia Phuwin, quien seguía profundamente dormido sobre su pecho, completamente ajeno al ruido que retumbaba por la habitación.

Le sorprendió lo profundamente que dormía Phuwin. El teléfono seguía vibrando, y aunque él tenía el sueño liviano, Phuwin parecía estar en un sueño mucho más profundo. Sin querer despertarlo, Pond recorrió la habitación con la mirada, tratando de identificar de dónde venía el sonido molesto. Finalmente, localizó el teléfono en el bolsillo del buzo de Phuwin.

Con movimientos suaves, cuidando no hacer ningún ruido brusco, Pond deslizó su mano hasta el bolsillo de Phuwin y sacó el teléfono. En la pantalla pudo ver varias notificaciones de llamadas perdidas, más de diez, y el nombre que aparecía en la llamada actual era "Mamá". Pond dedujo inmediatamente quién era.

Respiró hondo y, con un último vistazo a Phuwin, contestó la llamada con voz baja, procurando no despertar a su amigo.

-Hola, señora... soy Pond -susurró con cautela.

Del otro lado, la voz de la madre de Phuwin sonaba sumamente preocupada.

-No se preocupe, está conmigo, en mi casa... dormido. Lamento no haberle avisado antes. No quise preocuparla.

La mujer, aunque aliviada, le agradeció por contestar. Tras colgar, Pond dejó el teléfono a un lado y volvió a acomodarse en la cama, asegurándose de tapar a ambos con la manta. Miró el rostro tranquilo de Phuwin una vez más, antes de cerrar los ojos y rogar que sus propios padres no aparecieran en su habitación durante la noche.


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La luz del sol comenzó a colarse por las cortinas, y Phuwin se removió ligeramente sobre el pecho de Pond. Al abrir los ojos lentamente, se encontró con la mirada fija de Pond en él. Parpadeó un par de veces, aún desorientado, sin entender del todo en qué momento se había quedado dormido. Al notar que seguía apoyado sobre Pond, se incorporó rápidamente, sonrojándose.

-¿Qué hora es? -preguntó con una mezcla de confusión y preocupación, frotándose los ojos.

Pond sonrió, estirándose un poco antes de responder, con una voz tranquila.

-No te preocupes, es sábado, apenas son las ocho... -hizo una pausa antes de agregar, con un toque de diversión en su tono-. Durante la madrugada sonó tu teléfono, respondí, era tu madre. Hablé con ella, así que está todo bajo control. Me llamó mientras dormías como un tronco.

Phuwin lo miró sorprendido, sin saber qué decir. La idea de que Pond hubiera hablado con su madre lo tranquilizaba, pero también lo desconcertaba.

-¿Mi mamá? -repitió, con un ligero tono de incredulidad-. ¿Y qué le dijiste?

Pond se encogió de hombros, con una sonrisa divertida.

-Le dije que estabas aquí, que habíamos estado estudiando y, durante el descanso, te habías quedado dormido, y que lamentaba no haber avisado antes... No se preocupó demasiado después de eso. Todo bien.

Phuwin soltó una pequeña carcajada nerviosa y suspiró aliviado, pero todavía algo desconcertado por cómo había sucedido todo. Se rió de nuevo y miró a Pond con una expresión divertida.

-Vaya... ya nos saltamos algunos pasos, ¿no? -bromeó Phuwin, dándole un pequeño empujón amistoso en el brazo-. Primero dormimos juntos, y ni siquiera hemos salido a una cita.

Amor Desierto - PondPhuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora