Al día siguiente, me desperté con una mezcla de nervios y expectativa. Era el día de la práctica en el laboratorio, y no podía evitar sentir que algo especial iba a suceder.
Me duché, sintiendo cómo el agua tibia despejaba cualquier rastro de somnolencia, y me vestí con cuidado, como si cada prenda fuera un talismán que me preparara para enfrentar el día. Salí de casa antes de lo habitual, consciente de que esta vez no podría usar el auto de mis papás. Así que, como era mi costumbre, decidí irme a pie. El trayecto de 30 minutos se sintió liberador; el fresco de la mañana acariciaba mi rostro y el ritmo de mis pasos me ayudaba a centrarme.
Al llegar a la universidad, el bullicio de mis compañeros me recibió. Muchos ya estaban en el laboratorio, sentados en las pocas mesas que quedaban disponibles. Sabía que ese día habían juntado a dos grupos, y una parte de mí ardía de ansiedad ante la posibilidad de verla. La chica que tanto me gustaba.
Cuando entré al salón, mi corazón latía con fuerza. Justo en ese instante, Michelle me llamó desde una esquina del aula.
—¡Gabriel! Aquí estamos, ven.
Vi que Lisbeth también estaba sentada junto a ella, así que decidí unirme a su mesa. Comenzamos a hablar sobre la práctica de vendajes que íbamos a realizar. Intentaba concentrarme, pero mi mente estaba ocupada en otra parte. Sabía que, en cualquier momento, ella podría aparecer. Y, como si el destino hubiera conspirado a mi favor, la puerta del laboratorio se abrió, y ahí estaba. Mi corazón se aceleró al instante, como si cada latido hiciera vibrar mi pecho. Era más hermosa de lo que recordaba.
Se sentó junto a su amiga, y yo no podía evitar perderme en la belleza de su sonrisa mientras la asesora comenzaba a explicar los tipos de vendajes. Mi mente vagaba, atrapada entre la explicación y la imagen de ella.
De repente, sentí una mirada intensa sobre mí. Volteé con rapidez y, para mi sorpresa, me estaba mirando. Nuestras miradas se encontraron en un momento que pareció suspenderse en el tiempo. Había una chispa en su mirada que me llenó de una mezcla de inseguridad y emoción. Sin embargo, en un acto reflejo, aparté la vista y miré hacia mis notas, tratando de concentrarme en cualquier cosa menos en el torbellino de emociones que me invadía. ¿Qué significaba esa conexión? ¿Era real o solo un juego de ilusiones?
La asesora de prácticas pidió que nos formáramos en grupos de tres. Sin pensarlo, me junté con Lisbeth y Michelle. Mientras comenzábamos a practicar los vendajes, mis manos temblaban ligeramente, como si la energía de la sala se canalizara a través de mí.
—No, Gabriel, así no es. Mira, te explico. La venda tiene que cruzarse en forma de "X" —dijo la asesora, sonriendo mientras me corregía.
Lisbeth intentaba ayudarme, pero yo seguía sin poder concentrarme del todo.
—Esto es más difícil de lo que parece, ¿no? —dijo Michelle, riendo, pero su risa solo aumentaba mi nerviosismo.
Al final, logré atar el vendaje correctamente, y la asesora me dio su aprobación.
—¡Vaya! Al fin lo lograste —dijo, riendo con alegría, y eso hizo que una sonrisa se dibujara en mi rostro.
—Gabriel, me ayudas explicandome como le hiciste —dijo Michelle, con desesperación por querer terminar pronto.
—Te recomiendo que mejor le preguntes a la asesora, no soy muy bueno explicando, si no con todo gusto te ayudaba.
—Bueno, esta bien, asesora podrá explicarme nuevamente, por favor.
—Claro que si, mira te ayudó.
La asesora comentó que los que ya habíamos terminado podíamos salir del laboratorio e irnos.
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someone's life
RomanceÉl cree haber encontrado a la mujer de sus sueños, pero duda si su amor será eterno. En su corazón, lucha con el miedo y la incertidumbre. *・゚゚・*:.。..。.:*゚:*:*・゚゚・*:.。..。.:*゚:*:✼✿ Gabriel es un joven bartender que disfruta de la vida nocturna y de...