LA OTRA CARA DE LA MONEDA

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El silencio lo abrumaba. Desde que llegó al instituto esa mañana, Kim Namjoon sintió el peso de miradas furtivas, de comentarios apagados que se ahogaban en la tensión del pasillo. Todos lo sabían. Y, sin embargo, nadie se atrevía a mencionarlo en voz alta. Taehyung ya no estaba, y la realidad de su muerte había dejado una sombra oscura sobre la escuela.

Namjoon no era ajeno a la culpa, pero ese día el peso era más insoportable que nunca. El chico al que había visto como alguien débil, alguien fácilmente despreciable, se había quitado la vida. Y lo que antes eran solo juegos crueles ahora se le antojaban puñaladas que nunca podría retirar.

Se movía por los pasillos con las manos en los bolsillos, intentando mantener la compostura. Kim Seokjin caminaba a su lado, pero ni siquiera él podía llenar el silencio entre ellos. Era como si, desde la muerte de Taehyung, las palabras no fueran suficientes para cubrir el vacío que habían creado. Ni siquiera sabían por qué lo habían hecho. Quizá porque era fácil. Quizá porque necesitaban sentirse superiores a alguien más. O quizá porque, en el fondo, sabían que Taehyung era más fuerte de lo que ellos jamás admitirían.

Cuando Jungkook apareció frente a ellos, su reacción fue lo que Namjoon temía. La frialdad en la voz de Jungkook le cortó como un cuchillo.

—No quiero desgastar mi tiempo con alguien como ustedes, si van a burlarse, háganlo a mis espaldas.

Namjoon apretó los dientes. Parte de él entendía esa ira. La merecían.

—No vamos a burlarnos —intervino Seokjin, antes de que Namjoon pudiera abrir la boca—. ¿Por qué nos burlaríamos de la muerte de alguien?

Namjoon asintió. Las palabras se le atascaban en la garganta. El peso de lo que iba a decir lo aplastaba. No había manera fácil de contarle a Jungkook lo que había pasado después del funeral de Taehyung.

—Dile, Nam —lo urgió Jin.

Namjoon tragó saliva, recordando el paquete que había recibido días atrás, justo después del funeral . El nombre de Taehyung escrito con marcador morado, su color favorito, aún lo perseguía en sueños.

—Hace una semana... yo...

—Luego del funeral de Taehyung, Namjoon recibió un paquete —interrumpió Jin—. Una persona desconocida se lo entregó, pero le dijo que venía de Kim Taehyung.

Jungkook frunció el ceño. La incredulidad era evidente en su rostro.

—¿Paquete? ¿Qué era? —preguntó, su voz quebrándose ligeramente.

Namjoon suspiró. Este era el momento. No podían retrasarlo más.

—Eran cartas, Jungkook —respondió con calma—. Taehyung escribió cartas. Todos ya las hemos leído. Solo quedas tú.

La reacción de Jungkook fue inmediata.

—¿Qué diablos es esto? ¡Joder, no bromees así conmigo, Seokjin! No estoy para tus estúpidos juegos.

Namjoon dio un paso adelante, casi en un intento de contener la furia de Jungkook, pero Jin lo detuvo con una mirada. Namjoon sabía que no podía culparlo. Después de todo, ellos mismos no habían sabido cómo procesar la llegada de esas cartas.

—No es un juego —dijo Jin—. Él las escribió antes de morir. Todos recibimos una, y tú también... Aparecieron en la puerta de Namjoon al día siguiente de su funeral.

Le entregaron la caja a Jungkook, y lo dejaron allí, solo, con el peso de la última carta aún por leer.

Una semana antes...

El día después del funeral de Taehyung, Namjoon había estado en casa, en silencio. Su familia no hablaba del tema. Nadie lo hacía. El vacío que Taehyung había dejado detrás lo llenaba todo, aunque nadie parecía saber qué decir al respecto. Fue entonces cuando alguien tocó a la puerta. Namjoon, todavía perdido en sus pensamientos, abrió sin pensar.

Un hombre, con una expresión que Namjoon nunca olvidaría, le entregó un paquete.

—Es de parte de Kim Taehyung —dijo simplemente.

Namjoon se quedó congelado en la puerta, mirando el paquete como si de alguna manera pudiera quemarlo solo con su mirada. No supo cuánto tiempo pasó antes de que se animara a abrirlo.

Al deshacer el nudo que lo mantenía cerrado, encontró siete sobres dentro. Cada uno con un nombre escrito en marcador morado. Namjoon, Seokjin, Yoongi, Hoseok, Jimin, Jungkook... y el último, sin nombre, solo con un simple mensaje: "NO ABRIR HASTA LAS 5:00 PM". Era imposible no darse cuenta de la letra inconfundible de Taehyung.

Namjoon se quedó mirando su propio sobre durante lo que parecieron horas, con el corazón pesado y el aire cargado de recuerdos. ¿Qué habría escrito Taehyung para él? ¿Qué podría decirle alguien que ya no estaba, alguien a quien nunca le dio la oportunidad de hablar realmente?

Finalmente, esa misma noche, Namjoon se decidió. Rompió el sello y sacó la carta. Comenzó a leer, y con cada línea, las palabras de Taehyung se incrustaban en su pecho como espinas.

Pero... ¿Ustedes ya lo saben no?

El contenido...

Ese que Jungkook se preguntaba cada vez como Taehyung se pudo relacionar con gente tan estúpida.





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Mantengase saludable. Gracias por leer.

VB.

Lo que nunca dije|LCDKTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora