Lo que nunca dije|LCDKTH

LAS SOMBRAS QUE NO DESAPARECEN

Min Yoongi no era el tipo de persona que se dejaba afectar fácilmente por nada ni por nadie. Su vida había sido una sucesión de decisiones frías y calculadas. Sabía quién era y qué quería. Antes de conocer a Kim Taehyung, su día a día transcurría en una rutina inquebrantable: música, estudios, y mantener una distancia segura de todo lo que pudiera acercarse demasiado a su corazón. Ser frío, mantenerse distante, le había funcionado toda su vida.

Todo cambió la primera vez que vio a Taehyung. No fue un gran evento, ni siquiera en un momento significativo, pero hubo algo en su mirada. Algo en cómo lo miraba, con esa mezcla de admiración y cariño que Yoongi no supo manejar. Era como si alguien hubiera encendido una luz sobre las grietas que él siempre había mantenido ocultas.

Al principio, la atención de Taehyung le resultaba molesta. ¿Quién era este chico para mirarlo así, para hacerlo sentir incómodo? Las primeras bromas, las palabras hirientes que salían de su boca no eran más que un reflejo de su propio miedo. 

Miedo a ser vulnerable. 

Miedo a que alguien viera más allá de la fachada que había construido.

El día que aceptó salir con Taehyung, no lo hizo porque realmente quisiera. Lo hizo porque era lo que se esperaba de él. Sel el chico que todos admiraban, el que no tenía tiempo para perderse en tonterías como los sentimientos. Pero durante aquella cita, algo cambió en su interior, y eso lo aterrorizó. Las risas de Taehyung, su manera de hablarle con una sinceridad que Yoongi no conocía...

lo hicieron sentirse expuesto.

—No sé qué estoy haciendo aquí —fue lo único que pudo decir antes de marcharse abruptamente.

Esa noche, cuando se fue, dejó atrás algo más que a Taehyung en ese café. Dejó la posibilidad de permitir que alguien le importara, dejó a alguien que realmente lo veía. Se hundió aún más en su rutina, en sus pensamientos fríos, y siguió adelante como si nada hubiera pasado.

Pero, cuando Taehyung reapareció en su vida para un proyecto en pareja, Yoongi no pudo evitar sentir una ligera chispa de algo que prefería no reconocer. La cercanía con Taehyung lo hacía sentirse incómodo. No quería lidiar con los sentimientos que empezaban a surgir, y por eso, cuando lo invitó a una fiesta, sabía que no sería algo inocente. Sabía que no había buenas intenciones detrás de su invitación.

En aquella fiesta, las cosas se salieron de control. Yoongi, en su búsqueda por huir de lo que sentía, se perdió en sus propias decisiones egoístas. Y cuando Taehyung lo encontró en esa habitación con otra persona, algo se rompió entre ellos. Lo peor fue la forma en la que reaccionó: con crueldad, con desprecio. Lo humilló, lo expulsó de su vida y lo entregó a los demás para que lo destrozaran.

Días después de la muerte de Taehyung,

Yoongi ya no podía escapar de sus propios pensamientos. El peso de su culpa lo perseguía, lo sofocaba, y aunque no lo admitiera en voz alta, sabía que algo dentro de él había cambiado para siempre.

La noticia de su suicidio llegó como una bofetada. Nunca había pensado que sus acciones pudieran afectar a alguien de esa manera. Taehyung había sido una especie de luz en su vida, una luz que él mismo había apagado. Y ahora, esa oscuridad lo envolvía, impidiéndole dormir, pensar con claridad, o seguir con su rutina habitual.

Cuando las cartas llegaron a su puerta, su corazón se detuvo por un momento. Al principio, no quiso abrirla. Pensó que ignorarla le permitiría seguir viviendo su vida como lo había hecho hasta ahora, negando cualquier culpabilidad. Pero, después de días sin dormir, sin poder encontrar paz, finalmente cedió.

Con las manos temblorosas, rasgó el sobre y comenzó a leer. Cada palabra que Taehyung le había escrito era un eco de la culpa que ya sentía. Las heridas que había infligido no solo a nivel físico, sino emocional, estaban plasmadas en esas líneas. Yoongi recordaba cada instante: la cita, la fiesta, los chicos que lo atacaron. Y lo peor de todo, la orden que él mismo había dado.

"Me sentí un asco de persona," leyó, y esas palabras perforaron su corazón como mil agujas. Sabía que era verdad. Sabía que él mismo había sido el artífice de la destrucción de Taehyung. Y por mucho que quisiera negar su culpabilidad, ya no podía escapar de esa realidad.

El día que se cruzó con Jungkook en el salón de clases, todo el mundo de Yoongi se derrumbó. Se veía horrible, no había dormido en días. Las ojeras marcaban su rostro pálido, y el peso de la culpa lo aplastaba más con cada paso que daba. Cuando Jungkook lo tomó de la camiseta, algo dentro de él se quebró.

—Eres un idiota, Min Yoongi —espetó Jungkook, con los ojos llenos de furia.

—No fue mi culpa... no fue mi culpa —balbuceó Yoongi, aunque sabía que esas palabras eran vacías.

—¡Lo es! —Jungkook gritaba, sus puños golpeando su pecho, su rabia desbordándose—. ¡Eres culpable! ¿Cómo pudiste?

—Por favor... —rogó Yoongi, su voz rota—. Perdóname, en el nombre de Taehyung.

Los primeros golpes lo sorprendieron, pero no opuso resistencia. Sabía que los merecía. Cada golpe era una manifestación de la rabia que Jungkook sentía, pero también de la culpa que Yoongi cargaba como una cruz.

1... 2... 3 golpes.

Jin intervino antes de que la situación se saliera más de control, separando a Jungkook de él. Pero las palabras de Jungkook, llenas de dolor, lo atravesaron más profundamente que cualquier golpe.

—¿Cómo te atreves a mencionar su nombre? —sollozó Jungkook, lleno de lágrimas—. ¡Me das asco!

La realidad lo golpeó con más fuerza que cualquier puño. Yoongi lo había perdido todo, incluso la poca dignidad que le quedaba. Había destruido no solo la vida de Taehyung, sino también la suya propia.

La culpa nunca desaparecería. Aunque intentara seguir adelante, las palabras de Taehyung y los gritos de Jungkook lo seguirían para siempre. Las sombras de sus acciones lo perseguirían cada noche, y la imagen de Taehyung, rota por su culpa, sería su condena eterna.

///////////////////////////////////////////////

Mantengase saludable. Gracias por leer.

VB.