Nueva misión parte 2

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Me tarde como 3 pinches horas pero ya pude acomodar el capitulo para facilitar la lectura, una disculpilla anda bien modorro y lo subí como a las 2 de la mañana jajaja, quería subirla de una porque en este me esforcé un chingo, espero les guste.

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Me alejé en silencio, dejando que el peso de la noche cayera sobre mis hombros. Había hecho lo correcto, o al menos eso me decía a mí mismo. No podían sospechar de mi relación con Jayce. Vi y Caitlyn necesitaban mantenerse a salvo, y yo no podía convertirme en una complicación para ellas. Las sombras me envolvieron mientras las veía entrar en la cabaña, un refugio temporal pero seguro... o eso creía.

El aire de Zaun estaba viciado, una mezcla de metal oxidado y el aroma penetrante del brillo. Algo no estaba bien.

Desde mi posición detrás de los escombros, escuché el retumbar de pasos, pesados y descoordinados. Giré la cabeza, aguzando los sentidos, y entonces los vi. Figuras deformes, envueltas en trajes de buzo y respiradores toscos, caminaban hacia la cabaña. Silco. No necesitaba verlo para saber que estaba cerca; aquellos seres no podían ser más que su creación, hombres convertidos en monstruos por los efectos del brillo.

Observé cómo se aproximaban en silencio. No podía quedarme al margen.

Proyecté mis espadas, las hojas de energía tomaron forma entre mis manos mientras mis músculos se tensaban. No podía permitir que llegaran a Vi y Caitlyn. Salté desde las sombras con un golpe rápido y preciso, mis espadas cortaron los tubos de los trajes que los mantenían respirando. El líquido púrpura comenzó a brotar mientras los cuerpos caían pesadamente al suelo, retorcidos de dolor.

Uno de los monstruos me lanzó un golpe que apenas esquivé, su fuerza brutal y descoordinada. Le devolví el golpe, derribándolo al instante.

Desde la distancia, una figura emergió de la penumbra: un hombre delgado con un rostro pálido y un ojo cubierto por una cicatriz profunda. Sabía que debía ser él, Silco, aunque nunca lo había visto antes.

—¿Quién eres? —preguntó Silco, con un tono cargado de curiosidad y desprecio. A su alrededor, sus secuaces caían uno tras otro, incapaces de detenerme.

—Eso no importa. Lo único que necesitas saber es que no voy a dejar que esto pase —respondí, manteniéndome firme, las espadas listas para cualquier movimiento en falso.

Silco no se inmutó, pero su ojo sano me estudió con detenimiento. No parecía interesado en pelear él mismo, al menos no en ese momento. Su atención se desvió hacia la cabaña donde Vi y Caitlyn debían estar moviéndose. Sabía que ellas se darían cuenta pronto y huirían, pero mi trabajo aquí no había terminado.

—No eres de aquí —dijo Silco, casi como una declaración—. Piltover tal vez. O alguien aún más... peculiar.

No respondí, mis ojos fijos en los movimientos de los últimos secuaces. Silco retrocedió, aparentemente satisfecho con lo que había visto, deslizándose de nuevo en la oscuridad de Zaun.

Cuando el último de los secuaces cayó, me aseguré de que Vi y Caitlyn estuvieran lejos del peligro antes de desaparecer en las sombras una vez más.

El eco de los pasos de Silco se desvaneció en la distancia, dejando solo el sonido irregular de la respiración de sus monstruos agonizantes. Las luces de las calles parpadearon una última vez antes de apagarse por completo. Vi y Caitlyn ya habrían huido por los pasadizos hacia algún lugar más seguro. Esa parte de la misión estaba cumplida.

Me apoyé contra una pared corroída por el óxido, bajando las espadas. Podía sentir el flujo de maná estabilizándose en mi cuerpo, pero la fatiga comenzaba a hacer mella. La batalla había sido rápida, pero la naturaleza de esos hombres-monstruo... algo en ellos me inquietaba profundamente. No solo eran experimentos fallidos. Silco no se detenía ante nada para mantener el control sobre Zaun.

Shirou Emiya en ArcaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora