圓 01 ⸻París

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Para todo hay una explicación, incluso cuando se trata de la cosa más extraña e inoportuna que jamás se haya visto.

Jennie viajó desde Corea hasta Francia para supervisar cada uno de mis movimientos, aunque ella se excusaba con algunos eventos que tenía "Que cubrir". Lo que nadie sabe, es que su principal evento soy yo.

Apenas llegó al hotel, misma habitación en la que yo me estaba quedando desde hace unos días, me acorraló contra el cabecero de la cama.

— ¿N-no estás cansada? — Mi voz dependía de un hilo y mis mejillas se teñían de rojo.

Ella me miró y esbozo una leve sonrisa. — Lo único que me tiene cansada es tu amistad con el tipo ese.

Dicho eso, me proclamó suya un par de horas, haciéndome el amor de manera despiadada, como si fuera la última vez.

Jennie Kim es el tipo de novia celosa, posesiva y mandona. Oh, sí... Tan posesiva. Odia que me acerque a cualquier ser vivo que respire y tenga conciencia propia, más aún si ella lo considera de físico pasable.

Si no fuera por mi vida publica, jamás saldría de mi casa con tal de darle gusto a mi mujer.

Después de una noche pasional, los rebeldes rayos de sol se adentraron por los casi diminutos espacios de la persiana, iluminando nuestra suite con tonos tenues indicando que el día estaba comenzando. Me removí en busca de mi celular, pero el peso de mi novia quien descansaba tan tranquilamente en mi pecho desnudo, me detuvo.

Suspiré y sonreí. Nuestra agenda ocupada me había impedido estos despertares tan gratificantes. Amanecer con mi futura esposa, ambas desnudas y tranquilas luego de demostrar que nos pertenecemos siempre será lo más hermoso que mis ojos puedan presenciar. Veneré cada parte de su rostro, era un angelito, mi ángel.

Jennie abrió sus ojos despacio, el despertador hizo lo suyo. La escuché gruñir y eso me sacó una leve risita que fue música para sus oídos. Mi novia se reincorporó y se sentó en la cama, dejándome ver su espalda perfecta.

¿Pasa algo con que me guste su espalda? Si en cuatro se ve preciosa.

— No quiero salir... — Se quejó suavemente mientras tallaba sus ojitos, girándose para verme. — Buenos días, amor.

Se acercó a mi, dejando caer la sabana que cubría su desnudez y me besó. Tomé su cintura para asegurar el agarre cuando se sentó sobre mi abdomen, aprovechando aquello para recorrer su piel cálida con mis manos, descansando en sus pechos.

Ella se rió suavecito al sentir que le estaba masajeando las tetas. — ¿Qué? — Fruncí el ceño confundida, no solo por su burla sino porque se separó de mis labios justo cuando el beso se estaba poniendo bueno.

— Se nos hará tarde para ir de compras.

Con su dedo indice picó mi nariz y yo hice un pequeño puchero. Cruela de Kim. — Reí con mi chiste mental.

Pronto vi como se alejaba, haciéndome gruñir. Me revolqué por toda la cama, envolviéndome con todas las sábanas que habían mientras hacía ruidos irritantes. Me estiraba en el camino, asegurándome de "Calentar" antes de someterme a una ducha tortuosa y temprana.

Un golpe alertó los sentidos de mi novia.

Jennie salió del cuarto de baño con los ojos abiertos, mirándome impresionada.

— Ups... — Por culpa de estarme moviendo como gusano terminé cayéndome de la cama. — ¿Baño doble? —Le sonreí con culpa.

 — ¿Baño doble? —Le sonreí con culpa

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¡PERRA MAM(A)DA! | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora