1- Primera Nota

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POV; Violeta

Siempre he creído que la música es un refugio y distanciamiento de la realidad, algo con lo que sentirse vivo para seguir adelante o simplemente un método de escape. Pero para mí, cada nota es un susurro de perfección, una búsqueda interminable de la belleza en su forma más pura. Desde que tengo uso de memoria, he estado atrapada en el mundo de los violines y la música clásica, cabe decir que mis padres me ponían a Bethoben cuando aún estaba en la barriga de mi madre, y mi padre siempre me hablaba de Lorca y sus poesías románticas. Toda mi vida ha girado en torno a las partituras, los ensayos y las presentaciones. Sin embargo, en los últimos meses, esa ilusión que me motivaba a tocar cada nota como si fuera una caricia al viento, desapareció. Las horas dedicadas a practicar se sentían más como una obligación que como un placer. Y no encontré una razón lógica a todo aquello hasta ese disocho encuentro en la cafetería.

Era un día cualquiera cuando decidí tomarme un descanso, las clases y ensayos me estaban matando mental y psicológicamente, apenas tenía tiempo para acudir a mis clases normales de chica adolescente. Y no recuerdo cuando fue la última vez salí con Almu o Alex, simplemente dejaron de surgir planes y cada vez nos veíamos menos. Menos ese día, aquel día quise cambiar el rumbo de mi vida y tomar yo las riendas. Y como no mejor sitio para cambiar la rutina que acudir al café que siempre iba con mi abu de pequeña.

El aroma del café recién hecho y el suave murmullo de conversaciones me envolvieron al entrar por la puerta. Entré mirando a todos lados buscando un espacio relajado y algo apartado del resto de gente, he de decir que no soy muy buen socializando teniendo en cuenta que mis dos únicos amigos apenas me hablaban y, bueno, como ya dije, no tenía tiempo para relaciones sociales o cosas asi. Asi que me dispuse a andar por aquel local busqué un rincón tranquilo donde pudiera perderme en mis pensamientos y tal vez escribir un poco, así que me senté junto a un gran ventanal, con el violín acuestas a mi lado y la mirada fija en la gente que pasaba.

No recordaba lo que era estar en un lugar lleno de tanta gente -que no fueran en mis presentaciones claro- gente completamente ajena a mi, que no conozco y que con solo mirarles actuar con normalidad podías analizar que había detrás de ellos, o no. Aveces mi atención se decantaba por un par de viejitas sentadas a nada más que un par de mesas alejadas de mi. Parecían estar tan agusto una frente a la otra...¿alguna vez os ha pasado que sentís que nunca vais a poder vivir algo con lo que siempre habéis soñado pero nunca se cumplirá? Pues eso es lo que llevó pensando desde que las vi allí, conversando sin pudor ninguno, ignorando a cualquier estímulo ajeno a ellas, solo existían ellas en su burbuja que nadie más podría explotar. Tanto así, que parecían perder la noción del tiempo estando juntas. Yo me había imaginado por unos instantes así como ellas en un futuro, con una persona con la que podría estar charlando mil horas de cualquier cosa que nunca me aburriría, alguien con quien compartir vida y saber que luego de un día duro de trabajo estaría esperando en casa para recibirme con uno de sus mejores abrazos y fundirme en ellos hasta que la vida se nos fuese... Pero supongo que eso no es para mí, nunca he tenido experiencia en relaciones y no iba a pasar ahora.

Mientras tomaba un sorbo de mi café, escuchaba un leve sonido, no muy ruidoso pero si algo molesto. No pude evitar mirar a un lado mió y pude divisar una cabellera oscura recogida en un moño algo desordenado, pero que le daba su toque interesante. Varios mechones de su cabello desordenado caían sobre su rostro mientras garabateaba frenéticamente en un cuaderno. La energía que emanaba era casi palpable; cada vez que levantaba la vista, sus ojos verdes que brillaban con una intensidad que contrastaba con mi propia apatía, me tenían completamente hipnotizada. No pude evitar observarla de reojo mientras ella escribía a saber cuales sus ideas en aquella libreta rosada, intrigada por su pasión.

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Pov; Chiara

Estaba agotada, no entiendo como una persona tan sumamente pequeña puede emerger de ella tanta energía a las 11:00am. Ruslana es mi amiga desde que vivo en Menorca y actualmente estamos viviendo en Barcelona, ibamos juntas a todas partes, éramos el dúo inseparable. La conocí en la escuela cuando íbamos en tercer año, ella me había defendido de unos abusones que simplemente se habían metido conmigo por escuchar música distinta a ellos. Me habían tirado los libros de mi mesa y habían hecho recoger todas las cosas que ellos mismos tiraban y ella se había metido de por medio para ayudarme, simplemente le rompió las gafas a uno de esos chicos malos y a otro le hizo sangrar la nariz, supongo que por eso la llamaban El Demonio de primaria, ni siquiera yo con mi TDAH tenía tanta energía en mis momentos de hiperactividad, cosas de niños supongo. Pero bueno actualmente sigue siendo la misma bestia que hace 10 años, solo que un poco más mayor y supuestamente "madura". Lo dicho, venía agotada por un entrenamiento con Ruslana sobre defensa personal, ¿qué? ¿acaso los músicos no podemos saber pegar?...Ah cierto se me olvidaba, estudio música en un conservatorio desde los 5 años y actualmente estoy estudiando para conseguir mi plaza en la ESMUC (Escuela Superior de Música de Catalunya) Es muy difícil entrar ahí, sobretodo si ya eres un poco "conocida" por algunos vídeos de YouTube o Tiktok. Pero bueno, eso no era algo que me preocupase realmente. Ahora solo quería sentarme a descansar y despejar mi mente durante unas cuantas horas. Por ello decidí ir al café donde antes iba todos los sábados por la tarde con Ruslana, ahora cada una estaba enfocada en sus estudios y teníamos menos tiempo para quedar, pero luego al final del día nos encontrábamos en nuestro cálido piso en el centro de Barcelona y compartíamos anécdotas de nuestro día.

Sinfonía de Dos Almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora