El aire de New Orleans era espeso y húmedo, como una manta pesada que se adhería a la piel. La ciudad, vibrante y viva en el día, adquiría un tono más oscuro y melancólico al caer la noche, donde las luces de neón de los bares y clubes de jazz contrastaban con las sombras alargadas de los callejones. Entre esos contrastes, caminaba Lute, su figura delgada envuelta en un abrigo de cuero negro que rozaba sus rodillas. El crujido de sus botas resonaba en el pavimento mojado mientras se adentraba más en la parte menos glamorosa de la ciudad.
Lute tenía el rostro pálido, como si la luz del día apenas la tocara, con cicatrices invisibles que la vida había dejado en su piel. Su cabello albino claro caía en mechones desordenados alrededor de su rostro, enmarcando sus ojos, dos pozos amarillos llenos de incertidumbre y tormento. Siempre había algo en su mirada que la delataba, esa mezcla de cansancio y lucha interna, de alguien que había visto demasiadas cosas. Vestía una camiseta blanca de algodón debajo del abrigo, ligeramente arrugada, y unos jeans oscuros que abrazaban sus piernas. A simple vista, parecía una más entre los habitantes de la ciudad, pero cualquiera que la observara de cerca notaría la rigidez en su andar, los movimientos tensos de una persona al borde del colapso mental.
Caminó hacia la escena del crimen, donde las luces de la policía pintaban de azul y rojo las paredes, de los edificios antiguos de ladrillo. La calle estaba acordonada, y los agentes iban de un lado a otro, pero Lute los ignoró. Pasó debajo de la cinta amarilla con un gesto brusco y entró al edificio sin siquiera mirar a Adam, su superior, que la observaba desde lejos con el ceño fruncido.
El lugar era un apartamento destartalado, las paredes manchadas de humedad y los muebles cubiertos de polvo y descuido. En medio de la sala, el cuerpo de la víctima estaba dispuesto con una precisión escalofriante. La piel del hombre, de unos cuarenta años, estaba pálida, casi translúcida, como si toda la vida hubiera sido drenada de su cuerpo. La ropa, un traje barato y mal ajustado, estaba desgarrada en algunos puntos, revelando profundos cortes en la piel. Pero lo más perturbador era su rostro: los ojos estaban abiertos, fijos en el techo, con una sonrisa grotesca dibujada en los labios.
Lute se acercó al cuerpo, agachándose a su lado mientras sus ojos recorrían cada detalle. El cabello del hombre, rubio y despeinado, contrastaba con la expresión de terror y satisfacción en su rostro. Su garganta estaba cortada, pero no había sangre en el suelo, lo que indicaba que el asesino había sido meticuloso, asegurándose de limpiar cualquier evidencia.
-Otra obra de arte del Demonio de la Radio-murmuró Lute para sí misma.
Este era el tercer asesinato en dos semanas, y cada vez parecía más cerca de comprender el patrón, pero también sentía que algo más la arrastraba hacia un abismo. El Demonio de la Radio. Era el nombre que la prensa le había dado al asesino en serie, un apodo que Angel Dust, el periodista local, había popularizado en sus artículos sensacionalistas. Lute apretó los puños, sintiendo la tensión en sus nudillos. Había algo en todo esto que la inquietaba más de lo habitual.
De pronto, una figura familiar apareció en la entrada. Alastor. Su presencia llenó la habitación como un frío viento inesperado que se habría de una ventana por sorpresa. Vestía su característico traje a rayas color rojo vino, con una corbata negra bien ajustada y una camisa blanca impecable debajo. Su postura, siempre erguida y elegante, contrastaba con la miseria y el caos a su alrededor. Alastor tenía un aire de confianza y control que incomodaba a muchos. Su rostro anguloso y bien definido estaba enmarcado por su cabello castaño y rizado, que caía de manera desordenada, pero con un toque de sofisticación. Sus ojos, de un profundo tono carmesí, brillaban bajo las luces tenues del apartamento, como si él supiera más de lo que estaba dispuesto a decir.
-Lute-su voz suave resonó en la habitación mientras se acercaba a ella con pasos firmes, sin prestar atención al cadáver en el suelo. - ¿Cómo te sientes hoy?
ESTÁS LEYENDO
Polos Diferentes - [Alastor x Lute]
Randomen este Au humano, en new Orleans, lute una detective de policía mentalmente inestable, se le asigna el psiquiatra y antiguo locutor de radio, alastor, para que pueda controlarse mentalmente, sin embargo no sospecha que el es el asesino en serie, el...