El pesar carcomia las calles, y las calles eran devoradas por el dolor de los muertos, bajo una tierra llena de sangre, bajo un firmamento en el que vivir arde.
La esperanza reinaba en las calles igual de cierto que el dolor era la presencia de oportunidades, bajo un yugo que quiebra bajo una unidad sin reserva.
El trono yacía salvaje un cruel rey y un pueblo destruido, ¿El invasor? La pobreza, traída por el invasor, cruel hoz martillo, cruel dictador. Hoy pregunto ¿Dónde yace el cadáver del pueblo? Y me obligó a buscarlos en cada perla.
El pueblo pudo estar muerto y destrozado, pero fuera del cuerpo hay vida y ese pais lo ha demostrado, la libertad del hombre nos ha emancipado y hoy la lucha por ella nos ha hermanado.
El trono hoy quiebra, el poder del tirano se destierra, una oportunidad se espera, y a pesar del pesar hoy el pueblo no desespera, hemos de gritar libertad y retomar la patria y sepultar el cadáver del cuerpo, de aquel pueblo que se sometió a la dictadura.
En cada lugar donde hay un hombre, en cada lugar donde la sangre dentro de las venas corre, se escucha el eco de un sobreviviente, y el grito de paz del presente y el ausente, donde el camino se tuerce y desestima, es donde el hombre fuerte y la rebelión se encamina, al final lo sabemos al final de la espina habrá una rosa.
