Capítulo 8: Risas y Miedo

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Sue Jian cayó en un estado profundo, incapaz de diferenciar entre sueño y realidad.

Se encontraba en un paisaje completamente diferente, caminando entre una caravana de figuras que no reconocía. Las montañas a su alrededor eran colosales, cubiertas de nieve. Los hombres a su lado eran enormes, algunos de ellos mostrando rasgos felinos, aunque él no lograba entender del todo qué era lo que estaba viendo.

Los sonidos del viento helado y el crujir de las botas en la nieve se mezclaban en su mente. Todo le parecía confuso, extraño, y, sin embargo, familiar.

Caminaba junto a un grupo del cual parecía formar parte, pero no podía recordar sus nombres ni por qué estaba allí. De repente, un nombre surgió de entre las voces de la caravana.

"¡Maimai! ¿Estás bien?" preguntó una figura femenina. Sue Jian giró la cabeza instintivamente, y al hacerlo, sintió una profunda sensación de pertenencia, como si ese nombre le resultara propio.

De pronto, frente a él apareció una figura familiar: Maimai, con el rostro de quien ahora conocía como Li Huang. Pero, en este recuerdo, no era Li Huang. Era alguien más, alguien que había estado en este mundo antes de que todo cambiara.

Un torrente de imágenes lo abrumó. Estaba recordando. Recordando no como Sue Jian, sino como Blue, el cuerpo en el que ahora habitaba. Era como si esos recuerdos fueran suyos, como si hubiera vivido esos momentos, viajando junto a Maimai y otros hombres del clan Leopardo de las Nieves. Todo tenía sentido de una manera que lo desconcertaba.

El rostro sonriente de Maimai —ahora Li Huang— se volvió hacia él, y en ese instante, Sue Jian lo comprendió. Estaba viendo el pasado de Blue, pero lo experimentaba como si fuera su propio recuerdo.

Los recuerdos continuaban envolviendo a Sue Jian como un manto inescapable . Él –o más bien, Blue– caminaba junto a Maimai y los otros machos del clan Leopardo de las Nieves. La nieve crujía bajo sus pies mientras las risas resonaban por el aire gélido. Aunque el frío los rodeaba, el calor de la camaradería los mantenía cálidos.

Maimai se giró hacia Blue, con una sonrisa picara en el rostro. "Apuesto a que el siguiente en transformarse será Jiulong. Siempre intenta impresionar a las hembras con su forma de leopardo."

Blue dejó escapar una risita. "Claro, como si a alguno de nosotros le importara."

Justo como predijeron uno de los machos –un joven alto con ojos dorados y pelo blanco como la nieve– dejó escapar un rugido bajo antes de transformarse en un imponente leopardo de las nieves. Su pelaje brillaba bajo la luz del sol invernal mientras se lanzaba a correr alrededor de las hembras, mostrando su fuerza y velocidad.

"¿No te impresiona?" preguntó Maimai,dándole un codazo juguetón a Blue.

Blue rodó los ojos "Ni siquiera un poco."

A su alrededor, los machos continuaban transformándose, algunos en grandes leopardos de las nieves, otros en lobos plateados. Era un espectáculo impresionante: las enormes bestias corrían a través de la nieve rugiendo y lanzándose mutuamente miradas competitivas, claramente deseosos de llamar la atención de las hembras. Maimai observaba divertido, mientras Blue fingía indiferencia, aunque en el fondo disfrutaba de la calidad de aquellos momentos de camaradería.

Todo parecía tan perfecto. La risa de Maimai, los rugidos juguetones de los machos. Era difícil imaginar que algo pudiera perturbar esa escena. Pero entonces, el ambiente cambió bruscamente. Un viento frío y opresivo sopló entre ellos, cortando de golpe las risas y el bullicio.

Las bestias que se habían transformado comenzaron a ponerse tensas, sus orejas erguidas, captando algo en la distancia. Los que estaban en forma humana inmediatamente se agruparon, formando una barrera protectora frente a las hembras. Blue y Maimai se miraron con preocupación mientras el aire a su alrededor se volvía denso, cargado de una energía oscura y violenta.

¡¿Mi Mejor Y Yo Transmigramos En Hembras?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora