💮𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏💮

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En el vasto tribunal del Cielo, rodeado por la presencia de sus hermanos, Alastor, uno de los arcángeles más poderosos y peculiares, se mantenía con una sonrisa relajada y despreocupada. Su mirada estaba fija en su padre y creador, Dios, quien lo observaba con serenidad, pero también con una autoridad indiscutible.

Alastor, arcángel superior, tus pensamientos y acciones han desafiado el orden divino. Por ello, serás desterrado al mundo mortal y renacerás como un ser inferior en el purgatorio que llamamos Tierra. Renacerás una y otra vez, hasta que llegue el momento de tu condena en el Infierno —. Anunció Dios con voz tranquila pero firme.

Alastor, aunque consciente de la injusticia de la decisión, no se opuso. Su mueca de aceptación reflejaba la complejidad de su situación; sabía que enfrentarse a la voluntad de su padre no era una opción.

Con los brazos cruzados sobre su pecho, Alastor adoptó una postura desafiante frente a su padre, el Creador. Aunque sabía que su actitud no cambiaría el veredicto, no podía evitar expresar su descontento.

—¿Es esto lo que llamas justicia, Padre? ¿Desterrarme por pensar de manera diferente? No he hecho más que cuestionar y explorar la naturaleza de nuestro propósito —. Replicó, su voz firme pero cargada de una tristeza resignada.

En el fondo, comprendía que sus palabras caían en oídos sordos, pero un impulso interno le obligaba a defender su esencia.

A su alrededor, algunos ángeles y arcángeles murmuraban entre ellos, susurros que se entrelazaban con la solemnidad del momento.

Es un desobediente —. Decía uno, con desdén en su tono.

Siempre ha desafiado la autoridad —. Comentaba otro, evidenciando una mezcla de sorpresa y desaprobación.

Alastor podía sentir sus miradas, algunas de curiosidad, otras de juicio, y aunque eso le afectaba, su convicción seguía intacta. Sabía que no podía cambiar la opinión de los demás, pero su lucha interna lo mantenía en pie, aferrándose a la idea de que sus pensamientos no eran erróneos.

Dios, imperturbable ante la defensa de su hijo, observaba con un aire de tristeza que contrastaba con su autoridad. Alastor, sintiendo la presión de las miradas y el peso de la decisión que se avecinaba, finalmente cruzó la mirada con su padre.

No espero que entiendas mi perspectiva, pero siempre seré fiel a mí mismo, incluso si eso significa enfrentar las consecuencias —. Afirmó con firmeza.

En su interior, sabía que la lucha era en vano, pero la llama de su espíritu seguía ardiendo, desafiando el destino que le aguardaba.

De repente, un grito desgarrador resonó en el tribunal celestial, interrumpiendo la tensa atmósfera. Una joven alta y esbelta, con piel marrón cedro y pecas blancas que adornaban su rostro, irrumpió en la sala.

Su cabello rizado, de un plateado brillante, caía hasta su cadera, contrastando con la gravedad del momento. En sus brazos, sostenía a una bebé que dormía plácidamente, ajena al tumulto que la rodeaba. Era Sera, la esposa de Alastor, y su súplica resonó por encima de los murmullos de los ángeles.

—¡Padre, por favor, no lo hagas! —. Imploró Sera, sus ojos llenos de lágrimas mientras miraba a Dios—No puedes desterrar a Alastor. Él no es un ser malvado; solo ha buscado entender su lugar en este mundo. No lo condenes a una vida de sufrimiento, no cuando tenemos a nuestra hija, Emily, que necesita a su padre —. La desesperación en su voz era palpable, cada palabra cargada de la angustia que sentía al enfrentar la posibilidad de perder a su amado.

Los murmullos entre los ángeles se intensificaron al escuchar su súplica. Algunos intercambiaron miradas de compasión, mientras que otros continuaron con su juicio.

𝐏𝐎𝐋𝐎𝐒 𝐈𝐆𝐔𝐀𝐋𝐄𝐒 /// Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora